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febrero 5, 2016 | 264 vistas

SANTIAGO, Chile, febrero 4 (Agencias)

“¡Olé, Stones!”. Un grito de júbilo y excitación recorrió la noche del miércoles el Estadio Nacional de Santiago en el debut de la gira latinoamericana de la banda de rock más famosa del planeta ante 60 mil bienaventurados fanáticos.

“Start Me Up”, el sencillo incluido en el álbum “Tattoo You” de 1981, fue el preludio de un memorable concierto de dos horas y media con el que Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts hicieron bueno el proverbio latino “Las piedras que ruedan no cogen musgo”.

Los Stones iniciaron el América Latina Olé Tour en el mismo lugar donde tocaron 21 años atrás, cuando promocionaban el álbum “Voodoo Lounge”, ya sin el bajista Bill Wyman. La banda local “Los Tres” desestimó entonces la invitación para hacer de teloneros. Esta vez no lo dudó ni un instante.

En esta ocasión, “Their Satanic Majesties” no traían ningún disco bajo el brazo, porque no han grabado nada nuevo en estudio desde “A Bigger Bang” (2005), salvo “Doom and Gloom” y “One More Shot”, un par de temas para celebrar su 50 aniversario.

Pero tenían repertorio de sobra para elegir los 19 temas de la noche: 24 álbumes de estudio en la discografía estadounidense y 22 en la británica, más nueve discos en directo, ediciones especiales y rarezas.

“It’s only rock and roll”, “Let’s Spend the Night Together” y Tumbling Dice” sirvieron de nostálgica introducción, que Jagger trufó de alusiones a los “edificios fálicos” de Santiago y al triunfo de Chile en la Copa América en un recinto deportivo “de historia accidentada”, en esquiva alusión a lo ocurrido en el Estadio Nacional durante la dictadura militar.

En “Out of Control, Richards -que al final del concierto acabaría dándole una patada de colegial a Jagger- le dedicó a su amigo de juventud una de esas sonrisas que le helaría la sangre al mismísimo “Harry El Sucio”.

A continuación sonó el tema escogido por el público en una votación preliminar, la rareza “She’s a Rainbow”, compuesta en 1967 y tocada en vivo por última vez en 1998.

De la mano de “Wild Horses” y “Paint It, Black”, la banda se adentró de nuevo en el túnel del tiempo, hasta que llego “Honky Tonk Women” y Jagger aprovechó para presentar a la formación, incluyendo a Darryl Jones, el bajista que les acompaña desde 1993 pero que no es miembro oficial del grupo, y Sasha Allen, la nueva y talentosa corista neoyorkina que se ha sumado en esta gira.

El socarrón Richards, que hasta ese momento había permanecido en segundo plano, tomó las riendas del concierto con “You Got the Silver” y “Wild Horses”, dos temas a los que Ron Wood puso acento country con un “slide” de guitarra interpretado horizontalmente.

Esta noche había un gigantesco escenario de 58 metros de largo y 25 metros de profundidad, con una larga pasarela para estar cerca de los fans que pagaron hasta 800 dólares por verles, tres gigantescas pantallas, 140 empleados pendientes de ellos y hasta fuegos artificiales.

Con Jagger al timón, el show comenzó a agarrar vuelo con “Midnight Rambler”, “Miss You”, la sublime interpretación de Sasha Allen en “Gimme Shelter” y “Jumpin’ Jack Flash”.

La primera vez que el grupo tocó en Chile sólo vendió 35 mil entradas. El público de este país -más dado al pop de los Beatles que al rock de los Stones- le dispensó una acogida muchos menos entusiasta que los 300 mil argentinos que llenaron el Estadio River Plate cinco noches seguidas.

Esta noche fue diferente. Con precios desde los 60 hasta los 800 dólares, los Stones ahora pueden presumir de haber llenado el Estadio Nacional de Chile, como Madonna, U2 y Rihanna.

Y todo podía ocurrir hoy, incluso que Jagger apareciera con una capa negra forrada de plumas rojas para encarnar al mismísimo Príncipe de las Tinieblas en “Sympathy for the Devil”, el tema compuesto en 1968 inspirándose en Baudelaire y que acabó convirtiéndose en el himno satánico del rock.

A pesar de sus 72 años, el histrionismo de Jagger sigue contorneándose con la flexibilidad de un felino y la lascivia de un adolescente en pleno arrebato hormonal.

Y al llegar el riff de “Satisfaction”, la pieza de guitarra más sencilla y famosa de todos los tiempos, los Rolling pusieron fin a su concierto debut.

Su nueva gira por Latinoamérica, que incluye países como Colombia, Perú y Uruguay, donde no habían estado antes, les llevará también a Argentina, Brasil y México.

Para arrancar su ronda de conciertos más torera, la banda eligió un país donde la lidia está prohibida, pero en la memoria de sus fans seguirán resonando por mucho tiempo los “olés” de esta inolvidable gira.

 

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