CIUDAD DE MÉXICO, febrero 12 (AP)
El Papa Francisco arribó a México en su primera visita como pontífice, en la que busca dejar un mensaje de solidaridad con las víctimas de la violencia del narcotráfico y las comunidades afectadas por la pobreza.
El presidente Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera recibieron al Papa a la escalinata del avión de Alitalia que lo trajo a México, mientras miles de personas ya lo aguardaban en las calles de la capital mexicana.
Tras una recepción entre bailes, música de mariachis y una canción especialmente compuesta para él, el primer papa latinoamericano subió a su “papamóvil” y salió rumbo a la Nunciatura Apostólica, donde dormirá las cinco noches que estará en el país.
Con celulares y linternas encendidas, la gente saludaba el paso de Francisco. Poco menos de una hora después de haber salido del aeropuerto, Francisco llegó a la residencia del embajador del Vaticano.
Un fuerte cordón de seguridad de la policía rodea la nunciatura.
Cuando llegó al país, cuatro niños de igual número de estados de México se aproximaron a la pista del hangar presidencial y le acercaron un cofre que, según el programa oficial, contenía tierra del país.
“¡Francisco, Francisco, Francisco!”, “¡Esta es la juventud del papa!”. “¡Francisco hermano, ya eres mexicano!”, «¡Queremos que el Papa nos dé su bendición!”, se oía entre los asistentes.
Después de un recorrido de 19 kilómetros, y visiblemente cansado, el Papa salió a saludar a los feligreses que lo esperaban a las afueras de la Nunciatura, acompañado por algunos jerarcas de la iglesia Católica mexicana. Fue recibido entre gritos de júbilo mientras los saludaba con la mano, menos de una hora después de que llegara al lugar.
No estaba previsto que Francisco hablara en público el día de su arribo a México, pero se acercó a la multitud y aceptó dos rosas blancas antes de tomar un micrófono.
Rezó con quienes estaban allí reunidos y dijo: “Saben que mañana es sábado, día medio libre, domingo, día libre… Y tenemos que estar descansados”.
También pidió a los feligreses que antes de irse a dormir vieran a la Virgen de Guadalupe para “recordarles estos rostros, las personas que nos quieren, a las que queremos, a las que no queremos, a las que no nos quieren, y a las que nos han hecho daño”.