NUEVA YORK, EU., febrero 28 (Notimex)
Cuatro décadas después de haber emigrado de México con apenas la secundaria, sin saber inglés y sin documentos, Jaime Lucero se ha convertido en el mexicano que más recursos aporta para la educación de sus connacionales indocumentados en Nueva York.
Originario de Independencia, una empobrecida comunidad de la mixteca poblana, Lucero ha creado un legado de apoyo a la educación tan vigoroso que su labor ha sido reconocida tanto por el Gobierno federal mexicano como por filántropos e instituciones educativas de Nueva York.
El Instituto de Estudios Mexicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) lleva desde 2014 el nombre de Jaime Lucero, y en noviembre pasado este empresario se hizo acreedor al máximo honor que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) otorga a los mexicanos en Estados Unidos.
Al entregarle el premio Othli, la canciller mexicana Claudia Ruiz Massieu expresó que Lucero ha abierto el camino a muchos mexicanos en Nueva York. Añadió: “Muchos han tenido éxito, pero no se han dedicado a la comunidad como lo ha hecho Jaime Lucero”.
De acuerdo con el director asociado del Instituto Jaime Lucero de Estudios Mexicanos, Gaspar Orozco, el empresario poblano ha sido el principal donante de los apoyos económicos otorgados por CUNY desde 2012 a 61 estudiantes, principalmente indocumentados.
En este ciclo escolar, gracias al apoyo de Lucero y de fundaciones como Juntos Podemos, la Asociación de Empresarios y Profesionistas Mexicanos (APEM) y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, este instituto podrá otorgar apoyos a medio centenar de estudiantes.
“Me sorprendieron al ponerle mi nombre al instituto por mi aportación económica. Fue un halago muy grande, pero también me hace ir a buscar más apoyos. Es mi responsabilidad, tratar de traer más aliados para la educación de los mexicanos y de buscar más fondos”, afirmó Lucero.
En entrevista con Notimex, Lucero explicó que su deseo de ayudar a la comunidad indocumentada en Estados Unidos comenzó desde el mismo momento en que cruzaba el río Bravo, nadando, con otros jóvenes latinoamericanos con quien desde entonces se sintió hermanado.
Tres años después de haberse asentando en Nueva York, en 1978 Lucero fundó la semilla de lo que se convertiría en Casa Puebla, una organización dedicada a ayudar a la comunidad mexicana y latina, así como a promover las tradiciones de México en la ciudad.
Sus ingresos principales provienen de Silver and Gold, una distribuidora de ropa con cerca de 300 empleados que transporta cada mes más de un millón y medio de prendas a toda la gama de comercios y almacenes en Estados Unidos. Tiene además un restaurante en Manhattan llamado Mexican Festival.
Sin saber inglés cuando arribó a Nueva York, Lucero aprendió las bases en tres meses traduciendo sin falta cada noche, al finalizar su turno de trabajo en la cocina de una restaurante, tres páginas del libro “¡Viven!”, sobre los sobrevivientes de un choque de avión en los Andes.
La capacidad de emprender la aprendió de su madre, que enviudó apenas parió a su séptimo hijo. “Mi madre tuvo que sacarnos adelante en un lugar donde no hay para comer, esforzándose para ir al pueblo más grande para comprar cosas que revendía en las rancherías”, declaró.
El objetivo de Lucero es ahora apoyar justamente a esos jóvenes, con padres trabajadores que en Nueva York apenas les pueden dedicar tiempo, y que tienen una tasa de deserción de la educación media superior de más de 40 por ciento, la más alta de la ciudad.
Lucero ha sentado un ejemplo de responsabilidad social entre los mexicanos de Nueva York, y ha encabezado un frente que desde 2014 gana cada vez mayor tracción, incluso entre los mexicanos que tradicionalmente se habían mostrado indiferentes ante los retos de los indocumentados.
“Usted conoce México, pues sólo lo tiene que transportar para acá. Los mexicanos de recursos que están bien educados y colocados en empresas y los mexicanos que nos la venimos jugando pertenecemos a grupos que no se mezclan. Hasta últimamente es que se ha dado una alianza”, señaló.
La intención es crear una nueva generación de mexicanos en Nueva York, una ciudad a la que la migración de México se masificó apenas desde la década de 1990, para que ostenten una mayor educación, capacidad económica y, también, poder político.
“No sólo es darles una beca para que estudien. Se trata de concientizar a los jóvenes mexicanos de que sí pueden, de que pueden lograr sus metas. Hay jóvenes que nacieron aquí y que no dependen tanto de las becas que damos, pero que necesitan esa motivación y ese ejemplo”, sostuvo Lucero.