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marzo 5, 2016 | 131 vistas

DETROIT, Michigan, E. U., marzo 4 (AP).- El aparato del partido republicano y sus últimas bazas para derrotar a Donald Trump pasaron una larga y extraordinaria jornada calificando al multimillonario empresario de peligroso, “fraude” y “estafador” no apto para el cargo. Sin embargo, al final del día Marco Rubio, Ted Cruz y John Kasich tuvieron que tragar saliva y reconocer que respaldarán al magnate inmobiliario si gana las primarias.

Sus incómodos compromisos del jueves, al final del 11mo debate republicano, puso de manifiesto el dilema que enfrenta el Partido Republicano si Trump continua dominando tanto la carrera en cuanto a número de delegados como la conversación de campaña.

Más allá de los duros cruces de palabras, los líderes republicanos ven pocas ocasiones para frenar a un Trump que se encamina a la nominación presidencial. Las preocupadas elites del partido están estudiando a fondo las complejas matemáticas de los delegados, plantean escenarios para una disputada convención e incluso flirtean con que esfuerzos de terceros puedan hacen descarrilar la campaña de quien, al día de hoy, es el mejor situado para proclamarse candidato a la Casa Blanca.

La tumultuosa jornada comenzó con Mitt Romney, el candidato en los comicios de 2012, realizando un rara aparición pública para denunciar a Trump como un farsante que “le quiere ver la cara al público de Estados Unidos”. Ron Kaufman, un destacado miembro del Comité Nacional Republicano y allegado de Romney, abrazó abiertamente la posibilidad de que haya una convención impugnada diciendo que “si esa es la única forma de frenar a Trump, tiene sentido”.

Otras figura que criticaron públicamente a Trump fueron el presidente del Congreso, Paul Ryan, que compartió candidatura con Romney, y el candidato presidencial de 2008, John McCain. Ryan dijo que las ideas más polémicas de Trump “desfiguran” el conservadurismo y McCain expresó su preocupación por las “declaraciones desinformadas e incluso peligrosas” de Trump sobre seguridad nacional.

Pero Trump contraatacó. En el debate de por la noche, dijo que Romney era “un candidato fracasado” que perdió ante Barack Obama hace cuatro años.

“Obviamente, quiere ser relevante”, dijo Trump con desdén.

La diatriba de la formación fue evidente cuando y Rubio y Cruz, claramente sin entusiasmo, declararon su disposición a votar a Trump tras pasar gran parte del debate criticando sin descanso al empresario por sus “flexibles” posicionamientos políticos y su ética personal.

Los dos senadores, que en debates anteriores se habían dedicado a atacarse mutuamente, presionaron a Trump con agresividad sobre sus credenciales conservadoras, sus prácticas empresariales y sus políticas cambiantes.

Preguntado sobre un amplio abanico de temas, Trump señaló su voluntad para pactar.

Dijo estar de acuerdo con que el senador por Florida Rubio negociara con otros legisladores sobre política migratoria.

Además, agregó, cambió de opinión para apoyar la entrada al país de los trabajadores extranjeros mejor formados señalando, con la mayor naturalidad: “Estoy cambiando, estoy cambiando. Necesitamos a gente altamente cualificada en este país”.

Y tampoco se mostró arrepentido por colaborar económicamente a las campañas de líderes demócratas; a la de Hillary Clinton hizo hasta diez donaciones en el pasado.

“He apoyado a demócratas y he apoyado a republicanos, y como empresario se lo debía a mi compañía, a mi familia, a mis trabajadores, para llevarnos bien “, dijo.

Cuando la moderadora de Fox News Megyn Kelly le dijo a Trump sus cambios de opinión han hecho que algunos cuestionen sus principios, Trump insistió: “Tengo una base muy fuerte. Pero nunca he visto a una persona de éxito que no sea flexible, que no tenga un cierto grado de flexibilidad”.

El resentimiento entre los aspirantes fluyó libre durante la noche, con un constante intercambio de insultos que se colaron en el debate político. Y al principio del acto, Trump rechazó con indiferencia una referencia a su vida sexual.

Rubio justificó sus ataques contra Trump diciendo que el multimillonario empresario se había “burlado básicamente de todo el mundo” durante el último año. Trump contraatacó diciendo había calificado a Rubio de “peso ligero” en el pasado, pero “en realidad ya no es tan peso ligero”.

En un intercambio de pareceres especialmente duro, Rubio renovó sus críticas a la Trump University, que cobró a sus estudiantes 1.495 dólares por seminarios que les enseñarían los secretos del millonario para forjar una gran carrera en el mundo inmobiliario. Una demanda presentada ante el fiscal general del Nueva York alega que las lecciones no cumplieron las expectativas y que podrían ser consideradas un fraude.

“Está intentando hacer a los votantes estadounidenses lo que le hizo a la gente que se apuntó a este curso”, señaló Rubio. “Está intentando engañar a la gente para que lo vote justo como estafó a esas otras personas”.

Cruz, sumándose a la conversación, apuntó: “Si nominamos a Donald, vamos a pasar el otoño y el verano con el candidato republicano enfrentando un juicio por fraude”.

Trump se mostró indiferente y respondió: “Es un caso civil menor. Denme un respiro”.

 

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