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marzo 10, 2016 | 146 vistas

PARÍS, Francia, marzo 9 (AP)

Sindicatos y jóvenes descontentos unieron fuerzas este miércoles para una jornada de protestas contra los planes del presidente francés, François Hollande, de modificar la semana laboral de 35 horas establecida en el país para crear empleo.

Varios sindicatos y organizaciones de estudiantes convocaron protestas en más de 200 localidades de toda Francia para intentar acabar con una ley que ha dividido incluso a los socialistas de Hollande.

Las protestas se celebraban el mismo día que la huelga de ferrocarril, que causó retrasos en algunos trenes suburbanos y de larga distancia pero no en el transporte local.

La polémica reforma laboral daría margen de maniobra en torno a la sacrosanta semana laboral francesa de 35 horas, introducida en el año 2000 por los socialistas y ahora un pilar de la izquierda. El actual gobierno socialista quiere hacer ajustes para reducir la tasa de desempleo del diez por ciento, como pretendía hacer esa semana de horario reducido.

La propuesta mantiene técnicamente la semana de 35 horas, pero permite a las empresas organizar calendarios alternativos sin seguir los convenios sectoriales, para ampliar los turnos a una semana de 48 horas semanales y 12 horas al día. En “circunstancias excepcionales”, los empleados podrán trabajar hasta 60 horas a la semana.

Para permitir a las empresas gestionar picos de negocio, una medida permitiría que los empleados trabajen más de 35 hora sin cobrar por horas extra. A cambio, tendrían más días libres más adelante. Otras medidas suavizarían las normas sobre el despido y sobre el trabajo desde casa o por la noche.

Las propuestas han colocado a todos los grandes sindicatos laborales y organizaciones juveniles en contra del gobierno. Con elecciones presidenciales el año que viene y la popularidad de Hollande está en su punto más bajo, una ley que facilitaría a las empresas poner fin a los convenios laborales alimenta el descontento de un país muy golpeado por la crisis económica.

Ante la escuela secundaria Helen Boucher, los estudiantes vitoreaban cualquier mención sobre cómo el movimiento impediría que Hollande y el gobierno aprobaran la ley.

Maryanne Gicquel, portavoz del sindicato de estudiantes FIDL describió el recorrido de los jóvenes hacia un trabajo estable como “una sucesión de pasantías y empleos mal pagados”.

El gobierno del primer ministro, Manuel Valls, insistió en que la ley no se retirará, aunque continúan las conversaciones con representantes sindicales. El proyecto, que en principio iba a debatirse el miércoles en el Parlamento, se aplazó dos semanas ante la creciente oposición.

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