El hombre que logró acceder a las cuentas de iCloud y Gmail de estrellas como Jennifer Lawrence, Kirsten Dunst, Kate Upton, Avril Lavigne o McKayla Maroney y filtró sus fotografías íntimas así como videos personales está detenido.
El responsable del conocido como celebgate es Ryan Collins, de 36 años y residente en Lancaster (Pensilvania), y se enfrenta a dos cargos, uno por ‘hackeo’ informático y otro por entrar sin autorización a un ordenador protegido para obtener información personal.
El acusado ha llegado a un acuerdo con las autoridades y el martes por la tarde se declaró culpable en un tribunal de Los Ángeles, de violar la ley de fraude y abuso informático. El acusado reconoció que había entrada en más de 100 cuentas entre noviembre de 2012 y septiembre de 2014.
Según las autoridades, Collins es sospechoso de haber hurtado el usuario y contraseña de las afectadas por medio de un esquema de fraude electrónico.
Las autoridades presumen que el hombre envió a sus víctimas mensajes de correo electrónico haciéndose pasar por Google o Apple. En esos mails él solicitaba ciertos datos que más tarde le permitieron entrar a las cuentas personales de decenas de estrellas de Hollywood.
«Mediante este esquema, el acusado fue capaz de acceder a copias de seguridad completas de Apple iCloud que pertenecían a muchas víctimas, incluyendo al menos 18 famosas, muchas de las cuales residen en la zona de Los Ángeles.
Muchas de estas copias de seguridad contenían fotografías de desnudos y videos», dice el documento que se presentó en el tribunal. Tras declararse culpable, Collins se enfrenta a una pena máxima de cinco años de prisión, aunque ambas partes han acordado que solamente cumpla 18 meses gracias a su actitud cooperadora.
El caso abre un debate interesante. Mientras que los artistas, cada vez más, mantienen una relación más cercana con la audiencia a través de las redes sociales, se hacen a la vez vulnerables.
Se da la paradoja de que la fórmula para acceder a los servicios de almacenamiento muchas veces no tiene que ver con sofisticadas técnicas informáticas, sino con datos personales, como su comida favorita, nombre de soltera de su madre, apodo infantil, nombre de su mascota. Datos que o bien ellos mismos comparten en el día a día, o bien aportan en formularios típicos de las revistas del corazón en Estados Unidos.
Aunque los documentos citados no nombran expresamente a las celebridades, los ataques cibernéticos que se le imputan coinciden con las fechas en las que se difundieron por Internet las fotos robadas de actrices como Lawrence, Upton o Winstead en 2014.
Una de las primeras en denunciar el robo de fotos fue la oscarizada actriz Jennifer Lawrence, que aparece posando en biquini, en ropa interior e incluso desnuda.
Las imágenes privadas estaban dirigidas para su entonces novio Nicholas Hoult, con quien mantenía una relación a distancia. «Me puse a llorar», admitió en una entrevista a la revista Vogue. La intérprete calificó este robo de «crimen sexual» y también recriminó a quienes las vieron.
La resolución del caso de la nube de las famosos llega en un momento delicado para Apple, fabricante del iPhone y responsable del almacenamiento en la nube profanado.
Este caso fue un primer aviso sobre la vulnerabilidad de sus servicios. Tras reforzarlo, ahora se ven en la posición contraria, enfrentados con el FBI por el caso del iPhone que usó el tirador de San Bernardino, cuyos datos no se pueden extraer