CIUDAD DE MÉXICO, abril 10 (Notimex)
El arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, llamó a los fieles y los integrantes de la Arquidiócesis a transmitir y contagiar “La alegría del amor”, carta escrita por el Papa Francisco.
Durante su homilía en la tradicional misa dominical de la Catedral Metropolitana explicó que en la misiva se encuentra la enseñanza de la Sagrada Escritura sobre la familia.
La cual, abundó, ilumina la realidad tan compleja que hoy viven están las familias, “y con la mirada puesta en Jesús nos descubre algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia”.
Rivera Carrera resaltó que el documento con valor presenta los retos que actualmente vive la familia sobre la fecundidad y la educación de los hijos y se detiene a enseñar cómo acompañar, discernir e integrarlas a la Iglesia, para mostrar el camino de la verdadera espiritualidad conyugal y familiar.
“Espero que en nuestra Arquidiócesis de México no solo la leamos, sino que nos dejemos entusiasmar por el Papa Francisco para poderla transmitir y así contagiar “La alegría del amor”, expresó el Arzobispo.
Por otra parte, mencionó que “constantemente se escuchan voces de gente que piensa que la barca de la Iglesia se hunde, que después de pasear su pabellón por los mares del mundo y a lo largo de los siglos comienza a hacer agua por los cuatro costados, son las mismas voces, y en ocasiones hasta amenazas, que se escuchan desde hace dos mil años”.
Al escuchar hoy el Evangelio de San Juan, los miedos y los complejos que quieren sembrar esas voces se alejan, dijo, el realismo y optimismo vuelven a nosotros, sentimos las velas hinchadas de esperanza.
“El Resucitado sigue ordenando a sus discípulos de hoy lo mismo que mandó a los de la primera hora: ¡Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces!”, refirió, al resaltar que todos los que navegan en la misma barca eclesial deben evitar a toda costa el remar cada quien por su lado.
“Todos debemos remar en la misma dirección, todos debemos tener unidad de pensamiento y de acción trabajando como un solo equipo guiados por Pedro. No se trata de coartar el sano pluralismo con una uniformidad carente de aliento creador”, apuntó.
“Ni es cuestión de amainar el viento impetuoso o el soplo suave de los carismas e iniciativas que surgen por doquier, ya que el Espíritu sopla donde quiere, no, no se trata de eso, sino de emplear el impulso vital que el Espíritu nos regala para empujar las velas de la Iglesia en la dirección marcada por la brújula de Pedro y sus sucesores”, expuso.