Mauricio Zapata
La familia Rodríguez es una de tantas del nivel social medio que ya resienten los efectos, tanto de la crisis económica, como de la volatilidad de los precios de la canasta básica.
Carlos, el jefe de la familia, es empleado en una institución oficial. Su salario no rebasa los seis mil pesos mensuales.
Su esposa Aidé trabaja en una empresa local, gana menos, cuatro mil pesos al mes y entre ambos sueldos tienen que hacer “malabares” para poder sobrevivir.
“Vivimos prácticamente al día, el carrito de súper cada quincena va más vacío, ha subido todo, de poquito en poquito, pero de enero a la fecha la cantidad de cosas que compramos ha reducido considerablemente”, lamentó Carlos.
Como ellos, cientos de familias tamaulipecas están en las mismas condiciones y si bien sus percepciones no han bajado, su consumo sí lo ha hecho, debido al alza constante de los precios y el estancamiento de los salarios.
“Tengo doce años ganando prácticamente lo mismo y hace doce años llenaba el carrito del súper con mi sueldo, ahora no llega ni a la mitad”, dice Carlos.
“Yo tuve que trabajar porque cada vez nos alcanzaba para menos”, señala Aidé, quien añade que aun con su salario, apenas completan para lo necesario y sus compras cada vez se ven más mermadas.
¿Y LA CLASE BAJA?
Según la Tesis “Comparaciones de clases sociales en Tamaulipas” realizada por estudiantes de la Maestría en Sociología en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), la clase media es la que más ha resentido la crisis y sus efectos.
Lejos de pensarse que son los más pobres los perjudicados, el estudio señala que no, ya que ese sector “ya está acostumbrado” a un bajo salario y a comer “lo que hay”.
En cambio, los de la clase media, han tenido que hacer ajustes en sus gastos, deshacerse de algunos lujos y disminuir su poder de compra.
La Tesis de los alumnos de Maestría de la UAT puntualiza que el déficit de gastos en este sector de la población ha ocasionado el empleo informal para poder subsistir y en ese sentido, trabajos como vendedores de productos por catálogo ha aumentado hasta en un 43 por ciento.
“La gente se ha dedicado a trabajar dentro de su trabajo. Venden artículos de catálogo de empresas como “Andrea”, “Class”, “Mary Kay”, “Tupperware” y “Avón”, entre otros que les permite tener un ingreso extra sin tener que dejar su empleo fijo”, indica el estudio universitario.
Y añade: “Los ingresos para este sector, en ocasiones son superiores al que tienen en su empleo, sin embargo, no lo dejan, porque allí tienen prestaciones y otro tipo de beneficios que les servirán para la jubilación”.
La Tesis puntualiza que de esta manera, la clase media es la perjudicada y, en contra parte, la clase baja aún no resiente la situación del alza de precios.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en lo que va del año, los precios han ido al alza en un promedio del seis por ciento, no obstante, que el último incremento a los salarios fue de un dos por ciento en diciembre, aunque entró en vigor hasta enero.
“El salario que tenemos es el mismo, no nos han subido y ante tanto aumento de precios no nos queda otra más que disminuir las compras”, dice Aidé.
Explica que en primer instancia optaron por adquirir productos más baratos, “aunque sean de calidad más baja”, pero la única opción que les quedó.
ADIOS A ‘LUJITOS’
Después quitaron de su dieta algunos artículos que quizá eran “lujitos” que se daban, posteriormente comenzaron a comprar solo lo necesario para comer.
“Antes llevábamos carnes, pollo y pescado, ahora solo o pollo o una charola de carne o bien un pescado”, según enfatiza Carlos.
Otro comparativo que hace esta familia es que en enero adquirían tres tipos de sopas, arroz y alguna otra pasta, ahora solo el arroz y una vez al mes un tipo de sopa.
El pan, que también ha visto incrementado su precio es otro de los productos que ya no llegan a la casa de los Rodríguez, al menos el pan de dulce, “ahora mejor compramos bolillos y ahí nos la ingeniamos para darle variedad, como ponerle mermelada, o crema, o bien una untada de frijoles”.
Un reporte del Inegi señala que en marzo hubo un incremento de productos de la canasta básica y aunque éste no rebasa el uno por ciento, sí ha resentido en el bolsillo de los consumidores.
El reporte mensual de la dependencia, señala que dicha inflación de marzo se debió al aumento en los precios de servicios turísticos en paquete por vacaciones de Semana Santa y de algunos productos agropecuarios como el limón, principalmente.
Detalla que los productos con precios al alza en el tercer mes del año fueron limón, tortilla de maíz, frijol, y leche pasteurizada y fresca, así como otros servicios como loncherías, fondas, y taquerías.
En ese sentido, el Inegi expuso en su reporte que el índice de precios de la canasta básica mostró un alza de 0.04 por ciento en el tercer mes de este año, con lo cual se tiene una tasa anual de 0.56 por ciento.
Menciona que las localidades con variación de precios por arriba de la inflación nacional en marzo de 2016 fueron Ciudad Victoria, Cuernavaca, Colima, Guadalajara, Chihuahua, León, Monclova y Tepic, entre otras.
MÁS DE 18 MIL FAMILIAS CAPITALINAS RESIENTEN LA CRISIS
Así como esta familia, más de 18 mil familias de un nivel medio que existen en Ciudad Victoria, según datos del Inegi han visto reducida su despensa.
Mientras que otras 22 mil, pero de nivel bajo, también con información de esa misma institución, no sólo han bajado su “ritmo” de compras, sino que también han tenido que buscar alternativas para poder “mal comer”.
De esta manera, las familias de la clase media se conforman como las más afectadas por la crisis y el aumento de los precios de los productos, sobre todo los comestibles.