noviembre 22, 2024
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abril 16, 2016 | 136 vistas

Políticos escritores

Azahel Jaramillo Hernández

 

¿Cómo están? Agárrense de donde puedan porque se van desde ya a arreciar las campañas políticas, pues los políticos y uno que otro nuevo como Shira van en busca del poder, bien sea una de las 22 diputaciones locales, o una de las 43 presidencias municipales o bien la joya de la corona que es la Gubernatura del Estado, que incluye el Palacio del 15 Hidalgo y el tesoro estatal.

“La Revolución Íntima”, libro del licenciado Antonio Martínez Torres, hoy coordinador general de campaña de los tricolores, resulta una lectura obligada. He aquí algunos conceptos suyos: “Desde que se inventaron las excusas, se acabaron los pendejos”, solía escuchar con frecuencia en mi niñez.

“La excusa o justificación es la barrera más grande que se antepone al pensamiento para no ver con claridad cuál es nuestro estado de conciencia”.

“La consecuencia de toda nuestra mentalidad es por lo tanto el mundo de las excusas y no de logros, de justificaciones y no de realizaciones. De este modo se desprende el “hubiera, ilusión hecha verbo y creación en las mentes justificadoras”.

“El hubieras, hubiera o hubiéramos, primo hermano del “es que”, (es que no pude, es que no vino, es que no tenía, etc.) es de la familia más invocada por todos aquellos aliados al club de las “bellas ilusiones fueron mis justificaciones”, en el que se practica el deporte de no lograr lo que se proponen”.

“En México el “ahí se va” (no hacer las cosas correctamente) es consecuencia de esa mentalidad de concebir la vida nada más para irla pasando”.

“Tremendo grado de inconciencia que tiene sus consecuencias en la situación económica y social del que así piensa”.

“La inconciencia, (con todos sus familiares: la imprudencia, la desfachatez, la indolencia, etc. ) es producto de esa mentalidad de excusas y justificaciones que acarreamos por siglos y que es donde verdaderamente está nuestro subdesarrollo”.

“El subdesarrollo es una consecuencia de nuestro nivel de conciencia, podemos estar en el nivel de culpar a todo el mundo y a todas las cosas de lo que nos pasa, o podemos elevar nuestra conciencia y tomar la responsabilidad de lo que nos acontece”.

“Todos debemos darnos cuenta de cuáles son los pasos que debemos dar cada uno para salir de nuestros atrasos, en vez de estar esperando que alguien nos venga a prometer un jardín de rosas”.

“La toma de conciencia es admitir qué clase de mundo hemos estando creando a nuestro alrededor, aquí es donde está la clave, en la disposición para aceptar y no buscar excusas”.

“Aquí empieza el cambio de mentalidad, que es el inicio de nuestro desarrollo”, rubrica Antonio Martínez Torres.

Y ya que andamos en asuntos de libros escritos por políticos, vale la pena transmitirles un mensaje que aporta el abogado y profesor victorense Ramón Durón Ruiz en su obra “Los doce poderes del hombre”, en la cual a lo largo de 298 páginas el también llamado “Filósofo de Güémez” nos deja más que en claro que la puerta de la felicidad radica en ejercer lo que él llama los doce grandes poderes: Los poderes del amor, del abrazo, del humor, de dar, de la elección, de la fe y la esperanza, de la gratitud, de la humildad, de la oración, del pensamiento, del perdón y de la sabiduría.

En las primeras páginas de dicha edición, Ramón Durón cuenta una vivencia del Filósofo de Güémez, a quien hace decir:

“Aunque no vaya uno a la escuela, aunque no sea como los letrados, uno aprende con el trajinar de la vida, aprendemos de la vida misma, con la vida misma, con la experiencia que se acumula a lo largo de los años. Les doy un ejemplo: todos los días una mujer salía a barrer su casa, uno de esos días vio a tres viejitos de largas barbas sentados frente a su jardín, aunque ella nos los conocía, les dijo:

— Deben tener hambre, por favor entren a mi casa, quiero regalarles algo de comer.

— No podemos entrar a tu casa los tres juntos —dijo uno señalando a los otros. Mira, él es “Riqueza”, él es “Éxito”, y yo me llamo “Amor”.

— Ahora ve con tu marido y decidan a cual de los tres desean invitar.

La mujer entró a su casa y contándole a su marido lo sucedido:

— Invitemos a la riqueza –dijo el hombre ambicioso, dejemos que entre y llene nuestra casa de tesoros.

— La mujer no estuvo de acuerdo.

— Querido, ¿por qué no invitamos al Éxito? Por donde quiera que vayamos nos rendirán honores.

La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra habitación y se acercó corriendo con una idea:

— ¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de luz.

— Hagamos caso al consejo de nuestra hija -dijo el esposo a su mujer, sal y dile que es nuestro invitado.

— ¿Cuál de ustedes es Amor?, le preguntó la mujer a los tres viejitos. Que venga por favor, será nuestro invitado.

Amor se puso de pie y se puso a caminar hacia la casa. Riqueza y Éxito se levantaron para ir detrás. Sorprendida la dama los detuvo:

— Yo sólo invité a Amor, ¿por qué vienen ustedes?

Los viejitos respondieron al unísono:

— Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos hubiéramos permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, donde sea que él vaya, nosotros vamos también.

Y cierra: “Donde quiera que hay amor, la riqueza y el éxito van de la mano”.

La presentación que hace Durón del libro precisa que fue escrita en Güémez, Tamaulipas. ¿Ello significa que el ex alcalde, ex diputado y ex procurador Ramón Durón Ruiz ya tiene casa en el municipio de Güemez? Puede que sí, puede que no, pero lo más seguro es que quien sabe.

Y ahora una reflexión de Federico Arreola sobre la amistad:  “La amistad, cuando lo es de verdad, se construye a partir de una simple continuidad de conversaciones lo más intrascendentes posibles, de un intercambio mutuo de enfoques o puntos de vista acerca de los temas más irrelevantes. Cuando dos amigos se encuentran normalmente, lo que más disfrutan es mirar sus propias vidas, tal como han sido en realidad, desde la perspectiva de la trivialidad. Nada puede ser más destructivo para una relación amistosa que analizar la historia del otro con la enorme falta de prudencia con la que se estudia un asunto serio. La amistad cuando florece, no es otra cosa que un largo diálogo acerca de lo menos importante, lleno sí, de coincidencias y discrepancias, pero, también de ironías y hasta de burlas relacionadas con aquello que al que escucha le parece relevante”.

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