Marco A. Ramírez
La comunidad huapanguera y cultural de la región huasteca observan riguroso luto luego de que en la noche del pasado martes cinco de abril falleciera, en el hospital del IMSS de la ciudad de Tampico, don Everardo Ramírez Ochoa, mejor conocido por propios y extraños como “El Águila Negra”. Le sobreviven sus hijos Elizabeth, Luz Emilia, Everardo, Sonia, Luis Enrique y Rosa Elda.
Para hablar de don Everardo hay que ponerse de pie y quitarse el sombrero. Por eso es una pena, da pena ajena leer publicaciones que han aparecido en otros medios con información incorrecta sólo para cubrir la nota.
El hijo pródigo de Estación Carbono, ahora San Pedro, Veracruz, nació un 20 de abril de 1936 siendo sus padres don Epifanio Ramírez Escalante y doña María Eufrosina Ochoa Maya. De la misma manera que sus once hermanos; el talento musical lo heredó de su padre, quien también fuera huapanguero, trovador y además compositor.
En una de las últimas entrevistas que don Everardo concediera, diría que él era muy pequeño aún cuando su padre se retiró de la música pero que mucha gente que lo conoció le afirmó que don Epifanio tuvo una gran voz para cantar.
La relación de don Everardo con Los Cantores del Pánuco inició desde que él era niño. Inocencio Zavala “Treinta Meses” y su papá, don Epifanio, habían tocado juntos años atrás y mantuvieron la amistad aún después de su retiro. Cuando “Treinta Meses” pasaba a saludar a don Epifanio, el pequeño Everardo se arrimaba a escuchar la tocada. Desde la perspectiva de quien esto escribe, el “Treinta” es una especie de padrino artístico para “El Águila Negra” porque era él quien lo invitaba a acompañarlos en sus tocadas y presentaciones.
El sobrenombre se lo regaló Carlos Enrique Núñez de Cáceres, conductor del programa “La Huasteca Canta”. Es muy probable que al momento de presentarlo olvidó su nombre y en el apuro por salir al paso hizo referencia a la vestimenta de don Everardo, quien ese día vestía todo de negro, hasta el sombrero. En esa ocasión andaba, con Los Cantores del Pánuco, pero todavía no formaba parte de la agrupación, andaba con ellos porque “Treinta Meses” lo invitaba y además les servía de chofer. Al momento de presentarlos, el conductor anunció algo así como “y ahora con ustedes Los Cantores del Pánuco y… este….y…. ¡‘El Águila Negra’!”. Don Everardo cumplió una de sus citas con el destino para encontrar el sobrenombre con que sería conocido; así y ahí nace la leyenda de “El Águila Negra”.
La carrera musical formal de don Everardo inicia formalmente junto a su amigo “El Chato” Josafat del Ángel Pérez, con quien formó el dueto “Águila Negra” y tocaban música variada. Es en este tiempo que don Everardo descubre que hay magia en su garganta y que Dios le concedió el don del falsete cantando la canción “Que padre es la vida”.
Caramba pero hay caramba
Hay que caramba es la vida-aaaa
Nos juega como muñecos
Pero hay que padre es la vida
Al paso del tiempo, el dueto evolucionó a un quinteto de música norteña con la adición de los hermanos Chuy, Lupe y Toño Zermeño para formar el grupo Los Caporales del Norte. Luego se integró con Los Conquistadores de la Frontera, invitado por su amigo Samuel Villalpando.
Sin embargo, la inquietud de “El Águila Negra” era el huapango huasteco y por lo mismo no dejaba de acompañar a Los Cantores del Pánuco a donde quiera que podía. En ese tiempo el bar “El Comercio” era una especie de cuartel general para los músicos “taloneros” en el centro de Tampico, si no salía trabajo con el conjunto norteño entonces se pegaba con Los Cantores; así aprendió de Galindo a tocar la quinta con maestría.
Después de un par de años haciendo música norteña se reencontró con Juan Coronel para formar el trío huasteco Los Cantores de la Huasteca, junto con Juan Delgado “El Retameño” pero, ojo, no dejaba de acompañar y presentarse como “refuerzo” con Los Cantores del Pánuco.
Esta situación generó celos y fricciones al interior de las dos agrupaciones. Cuando “El Águila Negra” midió que “el jefe” Inés le pediría que ya no los acompañara más, él se le adelantó y le anunció que se dedicaría de tiempo completo a tocar con Los Cantores de la Huasteca. En este nuevo arranque el trío pasó a ser cuarteto huasteco, incorporando a Federico Ramírez Ochoa, hermano de don Everardo, y con “El Zurdo” Castillo reemplazando a Juan Coronel.
Meses después vino la oportunidad para Los Cantores del Pánuco de hacer historia grabando el primer disco de larga duración con música huasteca. Ante la magnitud y responsabilidad de este compromiso, “Treinta Meses” convenció a Inés para que “El Águila Negra” grabara con ellos en calidad de, otra vez, “refuerzo”.
La producción gustó mucho y los contratos no dejaban de llegar. Pero cuando Los Cantores del Pánuco se presentaban sin “El Águila Negra” el público les reclamaba “¡traigan al muchacho que grabó con ustedes!”, “¡queremos a ‘El Águila’!”
Eventualmente don Everardo reemplazó definitivamente a Galindo y así se escribió su época de gloria grabando más discos hasta el año de 1978; en tanto Los Cantores del Pánuco pisaron todo tipo de escenarios cantando para uno que otro Presidente de la República, así como políticos y líderes sindicales de alto rango; también participaron en una película y tenían su programa de radio; mejor imposible. El éxito de Los Cantores del Pánuco no se puede explicar sin la presencia, la voz y el falsete de “El Águila Negra”.
No hay elogios que alcancen a describir el perpetuo legado que don Everardo deja en la música huasteca, no hay forma de comparar ni de contrastar la naturalidad y finura de su falsete, así como tampoco se puede negar que a través de él, por él y gracias a él se selló el estilo único, inigualable e irrepetible de Los Cantores del Pánuco.
“El Águila Negra” nos deja también una lección de perseverancia y disciplina que, aunados a su don, lo convierten en inmortal y merecedor indiscutible de todos los reconocimientos y homenajes que recibiera y disfrutara en vida durante sus últimos años.
La Azucena y la Cecilia
lloran, lloran sin consuelo
Malagueña salerosa
ya se fue-eeeeee su pregonero
Descanse en paz don Everardo Ramírez Ochoa y… ¡Que viva por siempre “El Águila Negra”!
BREVE HISTORIA LOS CANTORES DEL PANUCO.
- Fundado en 1946 por Juan Coronel en el violín, José Inés Delgado en la jarana y Zeferino Galindo en la quinta.
- Zeferino Galindo sale temporalmente y es sustituido por Margarito Coronel, hermano de Juan.
- Como jefe del grupo, José Inés decide sustituir a Juan Coronel con Inocencio Zavala “Treinta Meses” y Zeferino Galindo regresa.
- Entre 1962 y 1963 se graba el primer disco de larga duración en alta fidelidad bajo el sello de Discos Cisne. Participan José Inés Delgado, Inocencio Zavala “Treinta Meses”, Zeferino Galindo y Everardo Ramírez Ochoa. “Treinta Meses” convenció al jefe José Inés de usarlo solo como “refuerzo” en la voz.
- “El Águila Negra” se incorpora oficialmente al grupo sustituyendo a Zeferino Galindo.
- Muere José Inés y lo sustituye Ezequiel Rocha. “El Águila Negra” asume el mando del grupo.
- Inocencio Zavala “Treinta Meses” es reemplazado alternativamente por Silverio Delgado “El Mono” y por Tomás Gómez Valdelamar.
- En 1975 participan en la película “Simón Blanco”, protagonizada por Antonio Aguilar.
- El último disco bajo el sello de Cisne es grabado en el año de 1978 y con ello concluye la época dorada de este trío huasteco.
- A finales de la década de los 80’s, “El Águila Negra” retoma el nombre del grupo para hacer presentaciones al lado de sus hermanos Federico y Daniel.
HONRAN SU PARTIDA CELEBRANDO SU VIDA
Además de familiares, amistades y admiradores, artistas de todos los rincones de la huasteca asistieron a los servicios funerarios y el sepelio de “El Águila Negra” para celebrar su vida y despedirlo con huapangos y canciones.
- Trío Fascinación Huasteca.
- Los Camperos de Valles.
- Los Caimanes de Tampico.
- Los Jilgueros de Altamira.
- Los Caballeros del Son.
- Los Paladines Huastecos.
- Los Rebeldes Huastecos.
- Los Cantores de Valles.
- Don Gilberto Ortega Raga, Don Arturo Castillo Tristán y muchos otros que estuvieron presentes para ofrecer sus respetos a don Everardo Ramírez Ochoa.
ANÉCDOTA.
San Joaquín, Querétaro, es capital de la música huasteca y ahí se celebra anualmente el Festival Nacional del Huapango. De visita hace algunos años, entre los puestos del mercado me detuve en uno donde un anciano vendía discos con música. Le pregunté qué me podía vender de Los Cantores del Pánuco y me contestó: “Nada, esos no me duran, los vendo muy rápido y no me han tráido (sic) más. ¿Por qué anda buscando de ellos?”. Le expliqué mi parentesco con don Everardo y entonces me dijo: “He visto a muchos, sino es que a todos los huapangueros venir cada año aquí y una cosa sí le puedo decir, no ha habido naiden (sic) como él”. Yo sonreí.