MONTECRISTI, Ecuador (AP) — Un nuevo temblor golpeó Ecuador el miércoles de madrugada, alcanzando una magnitud de 6,1 en la peor réplica que sufre el país tras el letal terremoto del sábado que dejó más de 500 muertos. No se informó de nuevos daños en un primer momento.
El servicio geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) situó el epicentro del temblor en el mar, 25 kilómetros (15 millas) al oeste de Muisne, a las 3:33 de la madrugada, hora local. La réplica más fuerte hasta ahora había alcanzado una magnitud de 5,7.
Los ecuatorianos han empezado a enterrar a los muertos del terremoto, mientras se desvanecían las esperanzas de encontrar a más sobrevivientes.
En la pequeña localidad de Montecristi, cerca del puerto de Manta, había dos niños entre los enterrados el martes. Al igual que su madre, murieron el sábado por la noche cuando compraban material escolar y los sorprendió el terremoto de magnitud 7,8.
El funeral tuvo que celebrarse en el exterior bajo una carpa improvisada, porque la iglesia católica del pueblo sufría daños estructurales y no era segura. Los familiares lloraban y un hombre se desmayó cuando se colocaron los ataúdes de los niños en la cripta.
Las escenas de luto se repetían en la normalmente tranquila costa ecuatoriana del Pacífico, donde el terremoto allanó pueblos y mató a cientos de personas. Las funerarias se quedaban sin ataúdes para acomodar a tantas víctimas, y los gobiernos locales pagaban para traer ataúdes desde otras localidades.
La fiscalía general de Ecuador elevó la cifra oficial de muertos a 525 el miércoles, pero las autoridades esperaban encontrar más cuerpos y el Departamento de Defensa dio una cifra de más de 200 desaparecidos. La cifra final podría superar a las bajas de los terremotos en Chile y Perú de la última década. Entre los muertos había al menos 11 extranjeros: tres de Colombia, tres de Cuba, dos de Canadá y uno de República Dominicana, Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda.
La fiscalía indicó que 453 de los fallecidos se habían localizado en las zonas de Manta, Portoviejo y Pedernales.
En medio del dolor por la pérdida hubo destellos de esperanza.
Rescatistas equipados con perros rastreadores, grúas hidráulicas y sondas que pueden detectar la respiración a gran distancia seguían buscando sobrevivientes entre los escombros de varias ciudades. En manta se encontraron al menos seis supervivientes el martes.
Una de las historias más esperanzadoras era la de Pablo Córdova, que aguantó 36 horas bajo los escombros del hotel donde trabajaba en Portoviejo. Calmó la sed con su propia orina y oró para que el servicio de telefonía móvil se restableciera antes de que la batería de su celular se agotara. Por fin logró llamar a su esposa el lunes por la tarde, y poco después un equipo de rescatistas colombianos lo sacó de las ruinas.
La esposa de Córdova había renunciado a volver a verle, y se las había arreglado para comprar un ataúd.
«Mi mujer ya me estaba organizando el velorio», bromeó en un hospital provincial Córdova, un hombre de bigote espeso y sonrisa fácil. «Gracias a Dios tengo vida y un ataúd que debo devolver porque aún me falta mucho para morirme».
El personal de rescate llegado de México, Colombia y España, entre otros países, indicó que seguiría buscando sobrevivientes el miércoles, pero advirtió que se estaba acabando el tiempo y las posibilidades de encontrar a más gente con vida menguaban con el paso de cada hora.
Incluso mientras las autoridades comenzaban a centrar su atención en restaurar el suministro eléctrico y despejar los escombros, la tierra seguía temblando. Un temblor de magnitud 5,5 sacudió el martes por la tarde los edificios de la región. Fue la segunda más fuerte de las más de 400 réplicas registradas desde el terremoto del fin de semana, y se sintió en la capital de Ecuador, Quito, situada a 170 kilómetros (105 millas) de distancia.
El terremoto del sábado destruyó o dañó unos 1.500 edificios, provocó deslizamientos de tierra y dejó a unas 20.000 personas sin hogar, indicó el gobierno. Fue el peor sismo registrado en el país desde uno en 1949 en el que murieron más de 5.000 personas.
En las tareas de ayuda participaban unos 13 países. Cuba envió médicos, Venezuela comida y el gobierno estadounidense dijo el martes que enviaría un equipo de expertos en desastres, así como 100.000 dólares en ayudas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habló por teléfono el martes con el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Obama expresó sus condolencias por las vidas perdidas en nombre del pueblo estadounidense, indicó la Casa Blanca.
El máximo responsable de Naciones Unidas de ayuda de emergencia, el subsecretario general de Asuntos Humanitarios Stephen O’Brien, visitó las zonas devastadas para ver cómo podía dirigirse mejor la ayuda en el país a comunidades arrasadas.
Correa ha pasado los últimos días supervisando esfuerzos de ayuda y entregando suministros. El martes estimó que el terremoto había causado unas pérdidas de unos 3.000 millones de dólares, en torno al 3% del producto interno bruto, y que la reconstrucción llevará años.
«Es una lucha larga», dijo a la prensa.
Después de un duro terremoto en Chile en 2010, el país pudo recuperarse con rapidez gracias a un boom de materias primas que impulsaba su economía. Pero Ecuador debe reconstruir en medio de una profunda recesión que ha forzado medidas de austeridad en el país productor de petróleo. Ya antes del sismo, el Fondo Monetario Internacional predecía que la economía ecuatoriana, dependiente del petróleo, se contraería un 4,5% este año.