diciembre 11, 2024
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abril 20, 2016 | 138 vistas

San Diego, 20 Abr (Notimex).- Un avión de Virgin America aterrizó anoche en el aeropuerto de esta suroeste ciudad, luego de que fue alcanzado por un láser, que junto con los drones son una amenaza emergente para la aviación.

La nave llegó al aeropuerto internacional de San Diego a las 22:30 horas de este martes (5:30 GMT del miércoles) luego de que fue iluminado por una luz láser, en un incidente más de este tipo que ocurren en varios países.

Solo en Estados Unidos en el primer bimestre de este año los reportes de láser dirigidos a aviones sumaron 971, 64 por ciento más que en el mismo periodo de 2015.

En el primer bimestre de 2007 los incidentes de este tipo llegaron a 52, mientras que en relación a enero-febrero de este año se multiplicaron más de 18 veces y media.

El total anual pasó de 639 en 2007 a siete mil 703 en 2015, doce veces más y se estima que al cerrar este 2016 habrá 12 mil 656, de acuerdo a la misma fuente citada por laserpointersafety.

Reportes similares se encuentran en otros muchos lugares del mundo, por ejemplo Alemania, Australia, Canadá, Finlandia, Italia, Irlanda, Noruega, Nueva Zelandia, Reino Unido, Suecia, o Sudáfrica.

Un detalle fue mostrado por el Wall Street Journal en abril de 2015, según el cual de 93 arrestos realizados en Nueva York por dirigir un láser a un avión, 89 correspondieron a hombres.

Un láser no afecta la estructura de un avión o helicóptero, que también son objetivo, pero si puede dañar al ojo y crear peligro, pues la iluminación ocurre durante aterrizajes o despegues, de por si periodos críticos, explican pilotos.

En contraste, sí hay un fuerte peligro en el caso de los aparatos aéreos no tripulados o drones, y Reino Unido reportó el que se estima sea el primer choque entre un avión comercial y un drone en ese país el pasado domingo.

Estuvo involucrado un Airbus A320 de British Airlines procedente de Ginebra con 132 pasajeros y cinco tripulantes, el cual al acercarse al aeropuerto londinense de Heathrow, fue golpeado por lo que se cree era un drone.

El presunto choque de frente fue a mil 700 pies de altura, 580 metros, sobre el suroeste londinense, y la Policía Metropolitana inició la investigación.

Era solo cuestión de tiempo que hubiera un percance de este tipo, dijo Steve Landells, de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas británicas citado por la BBC.

En Estados Unidos un incidente similar sucedió el 9 de mayo pasado e involucró a un Boeing 777 de United Airlines a tres mil pies sobre la costa de California, pero las investigaciones mostraron que el choque fue contra un ave.

En agosto pasado una investigación de The Washington Post mostró que se habían registrado 700 incidentes entre aviones y drones de enero a julio de 2015 en Estados Unidos, el triple que en todo 2014.

La investigación subrayó que las autoridades aeronáuticas estadunidenses declinaron en esa ocasión datos sobre este tipo de situaciones, información que puede ayudar a calibrar su importancia.

Este tipo de artefactos son de riesgo para la aviación, pero también para la seguridad presidencial, como el 29 de marzo cuando un drone se acercó al campo de golf donde jugaba el presidente Barack Obama.

Y dos semanas después, en abril, se reportó el vuelo de un drone cerca de la Casa Blanca, en cuyos jardines se había estrellado otro artefacto del mismo tipo en enero de 2015.

En marzo pasado Digital Trends informó que las autoridades aeronáuticas estadunidenses revelaron que cada día suceden en promedio 3.5 acercamientos peligrosos entre drones y aeroplanos, promedio que en 2014 era inferior a uno.

De manera paradójica, el derribo de un drone no es un crimen, al menos en Estados Unidos, donde en los pasados meses se han reportado una docena de aparatos derribados a tiros.

Toda vez que un drone se considera una nave aérea, está sujeta a las mismas regulaciones que las comerciales, por ejemplo, de manera que dispararles es un crimen, publicó apenas el 13 de abril Forbes.

Y si se interfiere con la labor de cualquiera que se encuentre autorizado para operar uno de esos artefactos, se puede enfrentar una pena de hasta 20 años de prisión.

Al respecto la revista Slate recuerda que en Holanda la policía ya entrena águilas para atacar drones.

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