La premiación olímpica
Mr. Kuinkelly
Se cuenta que la costumbre de repartir premios a los tres primeros lugares en las competencias deportivas data del siglo XVII, cuando en Inglaterra un alguacil contrató a un artesano para que elaborara un trofeo de plata con motivo de una carrera de caballos. Así lo hizo el platero, pero su primer trabajo no fue del agrado del cliente por lo que debió que elaborar otro que también resultó inaceptable, hasta el tercero satisfizo el gusto del cliente, que lo eligió para utilizarlo en el evento. Sin embargo, para no desperdiciar los anteriores, se entregaron al segundo y tercer lugares.
En las Olimpiadas de París (1900), por primera vez se adoptó el sistema de premiar a los tres primeros lugares, ya que en la primera Olimpiada de la era moderna, en Atenas en 1896, sólo se reconocieron al primero y segundo lugares. Mientras que en Saint-Louis (EUA), en 1904, fue cuando por primera vez se premió con las medallas de oro, plata y bronce.
Al institucionalizarse el podio de tres puestos y tres metales, el Comité Olímpico Internacional lo extendió retroactivamente a los juegos anteriores, ya que los antiguos griegos daban a los ganadores coronas de olivo (de una variedad silvestre, kotinos, que crecía en la zona de Olimpo). El podio de tres toma lógica de la estrecha relación entre deporte y educación. Muchos de los primeros organizadores del movimiento olímpico fueron educadores, comenzando por el propio barón Pierre de Coubertin, que trabajó incansablemente para que las escuelas francesas incluyesen la educación física en sus currículos. La misma idea de premiar a los tres atletas más destacados en cada especialidad tiene su base en la tradición académica, que suele reconocer los méritos de los egresados con tres honores latinos: cum laude (con honor), magna cum laude (con gran honor) y summa cum laude (con máximo honor).
Si no lo sabía… ¡Créalo, porque es cierto!