noviembre 23, 2024
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¡Feliz Día del Niño!

abril 30, 2016 | 190 vistas

Samantha Rocha

 

Eran las primeras horas del día, pese a eso los rayos del sol se filtraban intensamente por entre la rendija de la ventana, el silencio de las calles sólo se interrumpía por el sonido lejano de lo que parecían ser risas, al salir al pórtico observé un hermoso cuadro, niños jugando a ser niños.

Tres pequeños corriendo a lo largo de la acera y gritando “encantado”, mientras se quedaban quietos como las esculturas de cera de un museo, uno de ellos, el más pequeño, sujetaba entre sus manos un trompo de madera que brillaba por sus intensos colores y a la vez que tarareaba una bonita melodía.

Esa imagen me hizo reflexionar con cierta nostalgia cómo es que al crecer permitimos que esos momentos se pierdan, como entre la monotonía de la rutina nos olvidamos de disfrutar las pequeñas maravillas que el mundo nos ofrece.

Cuántos de nosotros disfrutábamos tumbarnos en la orilla de una pequeña colina de césped para contemplar el pasar de las nubes encontrando un sin fin de formas en ellas, desde corceles en pleno galope hasta las más divertidas caras.

Cómo olvidar cuando mecernos en un columpio era la mayor aventura, aunque nuestros pies no alcanzaban el suelo, buscábamos la forma de tomar impulso, parecía que podíamos tocar el cielo o que en cualquier momento podríamos volar al igual que nuestros superhéroes favoritos mientras el viento acariciaba nuestros rostros.

Un día lluvioso no significaba un problema, al contrario, era el escenario perfecto para las más grandes hazañas, nos convertíamos en verdaderos expertos en repostería, haciendo pasteles de lodo que después terminaban salpicando por completo nuestra ropa y sabíamos que al llegar a casa no nos recibirían precisamente con una sonrisa, pero aún así, saltábamos en los charcos como si no existiese un mañana.

Cuando el sol volvía a resplandecer, era un deleite salir a la calle para contemplar el arco iris en el que nos imaginábamos un pequeño duendecillo al final, resguardando los más increíbles tesoros.

Uno de nuestros momentos favoritos era cuando podíamos ir a casa de nuestra abuela, esa mujer maravillosa que nos consentía como nadie, al llegar ya se podía percibir el aroma de algún exquisito platillo preparado especialmente para nosotros, además en su regazo escuchábamos las más sorprendentes historias mientras disfrutábamos deliciosas golosinas que nos obsequiaba a escondidas.

El mundo entero era nuestro lienzo, incluidas las paredes de cada habitación que decorábamos con la huella de nuestras manos o los más bellos paisajes, sintiéndonos los mejores artistas aunque a nuestros padres no les hiciera tanta gracia.

Pero sin duda alguna, lo mejor era vivir en total plenitud, que los problemas parecían más pequeños de lo que en realidad eran porque teníamos la capacidad de ver lo positivo en ellos, las opiniones de las personas no hacían tanto ruido en nuestra mente y podíamos reír hasta que el estómago nos dolía, pero lo más importante era ser felices en el presente sin preocuparnos por un mañana incierto.

Hoy treinta de abril, que conmemoramos el Día del Niño, recordemos a ese pequeñín que todos llevamos dentro, permitamos que salga a relucir más a menudo para alegrarnos con sus ocurrencias y hagamos que se sienta orgulloso de la persona que somos ahora.

Y para los chiquitines que aún tienen la dicha de estar en esa maravillosa etapa, les deseamos un día lleno de juego, fiesta, dulces y que los consientan a lo grande, por ser quienes brindan dicha y esperanza a nuestros corazones.

 

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