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mayo 15, 2016 | 151 vistas

Paoletti Rodríguez

Con casi 83 años de edad el profesor Pedro Ruiz Alonso sigue ejerciendo en el magisterio, y es que afirma que sentirse útil y realizar su más grande pasión es lo que le da vida, tras 58 años de servicio y muchas anécdotas acumuladas a lo largo de este tiempo.

Don Pedrito, como lo llaman quienes lo conocen, nos compartió su historia, una vida llena de anécdotas que sería complicado poder plasmar todas en este espacio.

El uno de septiembre de 1957 egresó de la Normal Federalizada de Tamaulipas, ahí comenzó esta gran trayectoria que no imaginó tener, pero por la cual se esforzó demasiado, hasta lograr el reconocimiento que hoy tiene dentro del magisterio.

A lo largo de su profesión recorrió varias escuelas dejando una huella imborrable en cada una de ellas, tras egresar de la norma se fue a trabajar un año a Matamoros hasta que logró cambiarse a Victoria, en ese entonces abrirían la Facultad de Veterinaria a la que se inscribió como alumno.

“En el gobierno de Treviño Zapata echaron a andar la Facultad de Veterinaria y como terminé el bachiller en ciencias biológicas me inscribí como alumno, soy de los primeros alumnos de la escuela veterinaria pero ya no pude seguir estudiando ahí”, dijo.

Señala que tuvo que truncar sus estudios en veterinaria, porque combinaba el ser alumno con ser maestro y fue complicado seguir.

Posteriormente junto a algunos amigos fundaron una secundaria particular en un espacio que les prestó la Presidencia Municipal “fundamos la secundaria Fidencio Trejo Flores y era la primaria y secundaria y cobrábamos una mínima cantidad, después conseguí unas horas en la escuela industrial, siete horas y ahí estuve alrededor de un año”.

En la escuela industrial le dieron la oportunidad de trabajar en biología, posteriormente deja este trabajo para ejercer en una escuela secundaria de Barretal, combinado con la primaria Redención del Proletariado. “Estando ahí me dieron de plazo un año para estar en una Escuela Normal Superior y poder seguir impartiendo clases ahí, entonces me fui a Monterrey en los cursos de verano y concluí esos estudios”, refirió.

Al iniciar la Escuela Normal Superior en Ciudad Victoria, el primer director Rigoberto Castillo Mireles lo buscó para que impartiera la clase de zoología, enseguida le dieron botánica, técnica de laboratorio

Trabajó en el colegio Ateneo, y después estuvo en la Secretaría como jefe de Departamento Técnico Pedagógico en el 1980. “Me convino dejar eso porque tenía que salir mucho y le dije a mi jefe inmediato que me diera oportunidad de echar a andar la Secundaria Técnica Número 54 en la colonia Libertad”.

Fue así como echó a andar esta secundaria en el salón de usos múltiples del sector, con la escolta prestada de una primaria y con siete alumnos, aunque afirma que para los 15 días ya contaba con 127 estudiantes de primaria y secundaria.

“A los 15 días ya teníamos 127 alumnos, en cada extremo había un grupo y yo en medio como director y así comenzamos a trabajar, ahí estuve comisionado, no quise la plaza de director porque yo tenía planes de dejar algunas horas a una hija”, explicó.

Al año y medio ya cuando la escuela estaba trabajando sin ningún problema, instalan el nuevo director y se quedó con la Coordinación de Asistencia Educativa, donde se jubiló.

Cuanto esto sucede lo invitan a formar parte de una escuela particular a cargo de Mariano Báez, para esta rentaban un pequeño local e impartían los conocimientos a los niños. Y desde hace 24 años ha permanecido en este lugar.

 

UNA GRAN SATISFACCIÓN Y HONOR SER MAESTRO

Expresó que estudiar para maestro nació por la necesidad de sacar a su familia adelante, menciona que cuando era chico veía la situación en su familia y quería que superaran esa condición de pobreza, aunque como primera opción estuvo estudiar medicina.

Por falta de solvencia económica tuvo que desistir de su primera elección y optó por entrar a la normal, aunque afirma que todavía no se le quita la idea de estudiar medicina y a sus casi 83 años podría animarse a hacerlo.

“Siempre le dije a mi esposa, si nadie de mis hijos estudia medicina yo la voy a terminar, pero afortunadamente tengo dos hijas doctoras. Tengo seis hijos, dos varones y cuatro señoritas, cuatro estudiaron una ingeniería y dos medicina, por eso trabajaba por todos lados para sacar dinero y poder pagar todos sus estudios”, detalló.

La mayor satisfacción que el magisterio le deja es ver a muchos de sus discípulos como profesionistas, a lo largo de su trayectoria miles de alumnos pasaron por sus aulas y a donde quiera que va lo saludan con mucho aprecio, y eso deja ver su excelente desempeño.

“Una vez me mandaron a la concha Coahuila de México, para los nuevos programas. Mi sorpresa fue que al llegar había una comisión en el hotel de puros ex alumnos, no me dejaron entrar al hotel me mandaron a casa de una de ellas, y todos esos días me atendieron, es una gran satisfacción porque me guardan un gran aprecio”, expuso.

 

LOS TIEMPOS HAN CAMBIADO MUCHO

El trato del alumno y maestro han cambiado mucho con el paso del tiempo, y es que afirma que ya no hay ese respeto que antes se tenía, aunque opina que influye que los dos padres trabajen y no se preste la atención debida a los hijos. “Ahora se ha perdido por completo el respeto de los alumnos, a veces porque ambos papás deben trabajar y no le ponen atención así que vienen a la secundaria con muy mala actitud”, declara.

Reveló que en sus tiempos los alumnos tenían una gran disciplina pero ahora todo ha cambiado considerablemente. “Cuando nos tocaban los honores en el estadio nos íbamos caminando y les decía se van a ir por todo el Ocho, cuando lleguen a la de Juárez ya sabe usted (él que iba al frente) se para, ve que no viene coche y se sigue delante y era una disciplina muy bonita, pero todo ha cambiado”, comenta.

La vocación de los maestros también ha cambiado, y es que no existe el apoyo de los padres, por tal razón se desaniman porque además de acudir a enseñar, también tienen que educarlos, “antes iba uno hasta la casa del alumno si no quería venir, pero ya no hay ese interés, yo lo que hacía antes era darles clase extra en la tarde a quienes batallaban”.

Por último, don Pedro nos dice que no le gusta estar en su casa, él prefiere estar activo y sintiéndose útil, por esta razón participa con constantes actividades en la escuela secundaria donde actualmente es prefecto.

Por último, agregó que le da gusto haber tenido la oportunidad de expresar en este espacio todo lo bonito que el magisterio le ha dado, porque afirma que es una gran satisfacción formar parte de esta profesión y haber plasmado tantos conocimientos en los alumnos que tuvo a lo largo de su carrera.

 

OPINA NUESTRO ENTREVISTADO

Con Dios debemos estar agradecidos por ese don que derramó en nosotros y más aún por concedernos convivir un año más en conmemoración de nuestro día, pero tal parece que no lo valoramos por la pobre y raquítica entrega que hacemos a tan grandiosa virtud que nos ha puesto en el camino. ¿Seremos ingratos?

Pero hoy es el día que regresemos con creces a la obra sagrada que se nos ha dado, tal vez mañana nos recuerden algunos pasajes de nuestra vida provisional.

Sigamos sembrando la semilla que un día no muy lejano terminará con un bello recuerdo y la satisfacción de haber servido a la obra más sublime y grandiosa de haber sembrado en tierra fértil.

Felicidades maestras, felicidades maestros, que Dios les permita por muchos años más seguir golpeando la piedra bruta de la ignorancia.

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