Samantha Rocha
Imagina por un momento que puedas viajar al otro lado del mundo sin necesidad de subirte a un avión o salir siquiera de tu ciudad, simplemente con estar sentado en una cómoda butaca disfrutando la música, la danza y el arte a través de los cuales conocerás un valioso fragmento de una cultura totalmente diferente a la tuya.
Eso fue lo que logró “Russian fantasy show bubble” o el show fantástico de burbujas, que llegó a nuestra Ciudad gracias al ingenio y creatividad del artista ruso Víctor Artamonov, quien compartió su talento con cientos de entusiasmados pequeños el pasado sábado catorce de mayo, en punto de las dieciocho horas en el Teatro Amalia G. de Castillo Ledón.
El show tuvo una duración aproximada de noventa minutos, tiempo durante el cual el escenario se convirtió en un auténtico cuadro surrealista lleno de luces, color, pero sobretodo burbujas, miles de ellas, de distintas formas y tamaños; resplandecientes, láser, así como una megaburbuja con una persona adentro, que en cada número iban apareciendo ante la mirada de asombro del público.
Asimismo, se contó con la colaboración de otro gran artista, Alexis, quien hizo reír a los presentes gracias a su divertida comedia y simpatía.
Parte del encanto de esta innovadora propuesta, es que no solo los niños se sorprendieron y divirtieron en grande, también los jóvenes y adultos que los acompañaron, volvieron a creer en la magia deleitando sus pupilas con el excelente trabajo de Artamonov.
Además fue completamente interactivo, porque los chiquitines tuvieron oportunidad de subir al escenario para crear increíbles burbujas con la ayuda de Víctor, volviéndose protagonistas de aquella inolvidable tarde que combinó antorchas de fuego, baile e incluso nieve de jabón.
El evento culminó con una hermosa lluvia de burbujas que dibujó sonrisas en los más pequeños, quienes corrieron al escenario para intentar atraparlas.
Finalmente Víctor Artamonov compartió un grato momento con el público tomándose fotografías para conservar el recuerdo de este maravilloso día, durante el cual conocieron parte del folclor ruso, además de convivir en familia viviendo una experiencia fuera de serie.