Paoletti Rodríguez
Desde hace cuatro años, Daniel Olvera Zúñiga sintió el interés de aprender artes circenses, y al no encontrar trabajo decidió salir a las calles y hacer lo que más le gusta a cambio de algunas monedas que pueda ofrecerle la ciudadanía.
Las artes circenses inicialmente solamente se veían en los circos, no obstante ahora uno puede encontrarlo en los cruceros; los jóvenes se han interesado por aprender aunque por la falta de espacios para ejercer en este ámbito, para ganarse la vida, la calle es una buena opción para desarrollarlo.
A sus 23 años, el joven recorre los cruceros de la Ciudad para ofrecer un pequeño espectáculo a los automovilistas mientras que la luz del semáforo permanece en rojo, a cambio recibe la cooperación de la gente que le sirve para sus gastos.
LE GUSTA PATINAR
Otro de los grandes gustos de Daniel es patinar, anteriormente pasaba la tarde con sus amigos en el patinadero del estadio y fue ahí donde conoció personas que provenían de otras ciudades y se dedicaban a hacer malabares.
Fue ahí donde surgió su interés por aprenderlo simplemente por el gusto de saber hacerlo y poco a poco pudo ir perfeccionándolo con los conocimientos que sus conocidos foráneos le compartían y con la dedicación que él le daba.
“Empecé hace cuatro años a malabarear en las calles, y pues lo aprendí de banda que venía de fueras a eso, a hacer malabares en la ciudad y a veces se quedaban a dormir en el patinadero, que en esos tiempos era donde yo patinaba y así los conocí y me enseñaron lo que sabían hacer”, platicó.
Posteriormente comenzó a buscar trabajo para ayudar con los gastos del hogar, pero con 19 años y sin haber estudiado una carrera profesional, fue difícil, por tal razón se le ocurrió salir a los cruceros y ofrecer un pequeño espectáculo de lo que había aprendido.
“Estuve un tiempo buscando trabajo porque la situación económica estaba difícil pero no encontré, y por eso comencé a hacer malabares en la calle, pero fue porque no encontraba trabajo, aunque después le fui tomando más gusto a todo esto”, dijo.
RUTINA DIARIA
La rutina diaria es la misma, a temprana hora comenzar a arreglarse, cambiar la ropa cotidiana por un vestuario con un estilo distinto es una opción más viable para llamar la atención y que la gente tome más interés en el show.
Hay que encontrar un punto desocupado, pues actualmente muchas personas han optado por salir a vender o simplemente pedir dinero en los cruceros, y en una ciudad tan chica los espacios son escasos, pero él tiene identificado a cuales acudir.
Apenas cambia la luz del semáforo a rojo es la señal para correr al centro de la calle frente a todos los vehículos y comenzar con el espectáculo y se debe tomar muy en cuenta de terminar con algunos segundos restantes antes de que cambie la luz a verde para alcanzar a pasar entre las filas de vehículos y reunir algunas monedas de quienes gusten cooperar.
Los ciudadanos son exigentes y se debe ofrecer un show de calidad, incluso con algún grado de dificultad para atraer su atención y para que se animen a cooperar con los artistas de calle que se ganan la vida de esta manera.
SE PROPUSO APRENDER MÁS TÉCNICAS DE ARTES CIRCENSES
Cuando salió a los cruceros a trabajar del arte urbano, fue aprendiendo nuevas técnicas para ofrecer un espectáculo agradable para los automovilistas de ciudad victoria, lo primero que aprendió a desarrollar fue “la pois”, que son unas cadenas con mechas elaboradas con tela de mezclilla.
“Pues empecé con la pois, que son unas cadenas con mechas de mezclilla, con eso duré dos años dando show en la calle, en los cruceros, y después empecé a hacer malabares con clavas que es con lo que normalmente se realizan los malabares”.
Al poco tiempo de haber iniciado a instalarse en los cruceros con dichas cadenas, debido a la inseguridad estuvo viviendo en otras ciudades y ahí mismo conociendo personas que le enseñaron más técnicas que ahora desarrolla a la perfección.
Conforme pasó el tiempo y fue aprendiendo más de artes circenses, ahora utiliza el monociclo al mismo tiempo que las clavas para hacer malabares y un balón o sombrero, detalló que el juego con el balón se le denomina spinning y eso llamó más la atención de la gente.
ENFRENTA TABÚ
Aunque no todo fue color de rosa para Daniel, ya que se enfrentó a un tabú muy marcado en los victorenses y es que la gente lo tachaba de vago y le decían que se pusiera a trabajar, sin saber que al no encontrar un empleo se vio en la necesidad de dedicarse a esto.
Aunque tras pasar el tiempo y cuando veían todo lo que sabía hacer, se admiraban por ello y lo felicitaban, exhortándolo a que siguiera echándole ganas, incluso pensaban que había trabajado en algún circo.
“Pues al principio mucha gente me decía que me pusiera a trabajar, ahora ya es diferente, porque hasta me han preguntado que si trabajaba en un circo o que donde aprendí eso y que le siga echando ganas, y eso se siente muy bien”, expresó.
Además cuando Daniel salió a las calles para ganarse la vida de esta manera, estudiaba en la universidad la carrera de ciencias y con lo que reunía en los cruceros pagaba sus estudios pero tuvo que dejarla cuando se fue a vivir a otras ciudades y al regresar ya no tuvo la oportunidad de reincorporarse.
Daniel es un joven entusiasta que quiere salir adelante a pesar de las adversidades y a su corta edad se ha esforzado por lograr sus objetivos desde hace varios años.
En ese sentido comenta que su intención es cursar una licenciatura de Artes Escénicas y Circenses Contemporáneas en Puebla y para ello continúa preparándose y practicando sus técnicas con la intención de obtener una beca para estudiar.
Aunque no le gusta pensar a futuro, expresa que le gustaría hacer algo más grandes en el tema de artes circenses y para esto afirma que seguirá esforzándose hasta poder conseguirlo, “si me gustaría hacer algo más grande, pero pues me seguiré esforzando para conseguirlo y para lograr hacer más técnicas”.
Daniel Olvera Zúñiga recorre los cruceros de la Ciudad para ofrecer un pequeños espectáculo.