MÉXICO.- ¿Es cualquier otro objeto de la casa tan discretamente omnipresente como el vasito rojo?
Ese cáliz sin pretensiones de 18 onzas moldeado a partir de poliestireno carmesí que aparece posando en la parte superior de cada barra en los clubes nocturnos, tirado en el césped de cada festival al aire libre, apilado en la alacena de cada cocina suburbana, apretado fuertemente por el puño de cada sudoroso estudiante con playera tipo polo, como un hermano de la fraternidad.
El vaso rojo es uno de los pilares del patio trasero, un elemento básico de las comidas al aire libre, es sinónimo de beer pong, con el libertinaje y la alegría y el jolgorio. No hay una sola universidad en Norteamérica que no rebose con ellos. El vaso rojo no es sólo popular. Ha alcanzado un nivel de marca universal.
¿CUÁNDO LLEGÓ?
La marca se llama Solo Cup Company, una fábrica de artículos de plástico desechables fundada a mediados de la década de 1930 en el medio oeste estadounidense y adquirida, en el 2012, por Dart Container Corporation. El vasito rojo (red solo cup)—por mucho uno de los productos más reconocibles de la compañía—fue introducido a los Estados Unidos en la década de 1970, en lo que Rebecca Bikoff, administradora de marca en Solo Cup Company, describe como “una solución que ahorra tiempo» en las funciones sociales domésticas. El vaso puede llenar una fiesta con vasos económicos que al final de la noche pueden desecharse en lugar de lavarlos y guardarlos. «Se volvió popular con los consumidores de inmediato», ella explica. «Mucho de eso deriva de la conveniencia. Minimiza la necesidad de limpiar y maximiza la calidad de tiempo que una persona que organiza una fiesta puede pasar con su familia y amigos».
EL COLOR Y LAS OCASIONES…
Bikoff no estaba segura por qué solo eligió hacer que los vasos color cereza se hicieran un estándar, aunque es aparente que fue por su atracción. El rojo es bien recibido. Es neutral en cuanto a género. Es sorprendente, espléndido, claramente intenso; es lo que un experto en mercadotecnia llamaría un color «emocional». «Tiene sentido que los consumidores graviten en torno a este color cuando piensas en la clase de ocasiones que se usa», comenta Bikoff. Aún así, en intereses de variedad, Solo ofrece el vaso en un diverso número de colores alternativos, desde cobalto hasta canario. Y a lo largo de las décadas el clásico diseño del vaso ha sido redefinido: su base ha sido esquinada para mejorar el balance y presenta ranuras acanaladas a su alrededor para un agarre más robusto.
Claro que las virtudes de un vaso de plástico serán obvias para cualquiera que haya tratado de servir tragos a más de una docena de personas al mismo tiempo. Pero ¿por qué específicamente los vasos de Solo? ¿Por qué este icónico objeto en lugar de cualquier otro receptáculo? Bikoff menciona el poder asociativo de la marca. «Lo asocian con momentos de felicidad», comenta. Y de hecho hay investigaciones que respaldan esto. «Reunimos focus groups hace algunos años y escuchamos a los chicos hablando de nuestros productos. Una cosa que vimos universalmente es cuando pones el producto en las manos de la gente, cada uno de ellos tenía una sonrisa en su rostro. La gente tiene una conexión emocional muy fuerte con estos vasos. Los estamos ayudando a crear recuerdos. Estamos en la mesa. Somos parte de la fiesta. Quizá no somos catalizadores de la fiesta, pero siempre somos parte de los invitados».
Con información de: http://thump.vice.com/es_mx