Isaí Fructuoso
Recuerdo aquella frase del compositor alemán Ludwing Van Beethoven en la que dice: “La música hace saltar fuego en el corazón del hombre, y lágrimas de los ojos de la mujer”. Hago referencia a ello porque ésta disciplina tiene un poder increíble sobre los sentimientos, haciéndonos explorar cada uno de ellos y dejándonos llevar por su sinfonía.
Fue así como jóvenes estudiantes de Casa del Arte deleitaron al público con su recital de piano, que tuvieron a bien montar en el auditorio “Consuelo Cantú Leal” de este recinto cultural, esto con el motivo del fin de cursos del Taller de Piano, en donde estuvieron acompañados por sus profesores, Silvano Sánchez Hernández y Arturo Reyna Moyeda.
Al comenzar el evento, la primera participación estuvo a cargo de Abigail Martínez Guerrero, quien tocó para el público un breve vals, para después darle lugar a Kristell Amairani Quevedo Saucedo, quien manifestó su arte en una polka alpina, y así sucesivamente fueron subiendo al escenario los jóvenes para impresionar a los presentes.
En total fueron doce los estudiantes que amenizaron el evento y que estuvieron acompañados por sus seres queridos, quienes se sintieron muy orgullosos por el progreso que han obtenido a lo largo del curso.
Al finalizar, los asistentes abandonaron sus butacas, se pusieron de pie y con gran entusiasmo ovacionaron a los músicos con ensordecedores aplausos, pues con cada una de las melodías los trasportó a un mundo inimaginable en su mente y sus recuerdos.
Y por supuesto que el público no perdió la oportunidad de subir al escenario con los estudiantes para tomarse una fotografía de grupo junto a sus profesores y así tener un hermoso recuerdo de tan bello momento.
Fue una tarde memorable, en la que no sólo los alumnos dieron muestra de sus habilidades para tocar el piano, sino que también destacaron su talento, ese que tienen al poner sus manos sobre las teclas con el que logran transmitir un sentimiento en cada uno de sus auditores. Y ni qué decir de los orgullosos padres de familia que con cierto dejo de melancolía vieron el resultado del esfuerzo de sus hijos, lo cual agradecieron a sus profesores y por supuesto a éste recinto cultural, nicho de artistas, llamado: Casa del Arte.