ESTAMBUL, Turquía (AP) — Atacantes suicidas equipados con armas de fuego y bombas mataron el martes a 41 personas e hirieron a decenas en el concurrido aeropuerto de Atarkuk. El gobierno dijo creer que el suceso era obra de extremistas islámicos.
Las autoridades turcas trataban de reconstruir cómo se había producido el triple atentado suicida. En el suceso murieron 41 personas, sin contar a los agresores, que llegaron en un taxi y se inmolaron tras recibir disparos, según el gobierno.
Un funcionario turco señaló que las autoridades estaban revisando las imágenes de los videos de seguridad y analizando las declaraciones de los testigos para establecer una línea temporal preliminar y los detalles del ataque. «Es un rompecabezas», dijo el funcionario, que habló bajo condición de anonimato en línea con las prácticas del gobierno.
Había varias descripciones contradictorias del suceso.
La misma fuente había indicado antes que ninguno de los agresores había pasado de los controles de seguridad de la entrada, con dos de las explosiones registradas en la terminal de llegadas internacionales y la tercera en el estacionamiento.
Sin embargo, el periódico Haber Turk dijo que un agresor se había inmolado fuera de la terminal y después otros dos dispararon hacia la zona donde están las máquinas de rayos X del control de seguridad. Un agresor fue baleado cuando corría entre los pasajeros que huían y después se inmoló en la salida. El tercero subió un piso a la terminal de salida, fue baleado por la policía y se inmoló, indicó el periódico.
Imágenes tomadas por las cámaras de seguridad del aeropuerto, que circulaban por medios sociales, mostraban el momento de una de las explosiones, que se veía como una enorme bola de fuego mientras los pasajeros huían aterrados. Otra escena parecía mostrar a un agresor, que se inmoló unos segundos más tarde de caer alcanzado por disparos de un agente de seguridad.
«Así que, ¿qué podemos pensar? No podemos pensar nada», dijo Ali Batur, cuyo hermano murió en el ataque. «Un ataque terrorista puede ocurrir en cualquier parte. Este problema de terrorismo también está en nuestro país. Si Dios lo permite, saldremos de esto con unidad y solidaridad».
Al amanecer del miércoles, equipos de trabajadores empezaron a retirar los escombros dejados por el ataque en la terminal destruida. El aeropuerto reabrió parcialmente, aunque la zona de llegadas internacionales seguía cerrada y varios vehículos de emergencias permanecieron en el lugar en medio de una intensa presencia policial. En el interior, un panel informativo mostraba cancelaciones en un tercio de los vuelos previstos y retrasos en otros trayectos.
Durante la noche, los cientos de pasajeros que habían huido del aeropuerto se quedaron sentados en el pasto en el exterior. Las ambulancias iban y venían, y vehículos de seguridad rodeaban el lugar.
Según un comunicado en el sitio web del gobernador había 13 extranjeros entre los 41 muertos, incluidas tres personas con doble ciudadanía.
Más de 230 personas resultaron heridas, señaló el comunicado.
El primer ministro turco, Binali Yildirim, dijo que el grupo extremista Estado Islámico parecía ser responsable del ataque. El grupo armado ha amenazado a Turquía varias veces.
«Aun cuando los indicios apuntan hacia Daesh, prosiguen nuestras investigaciones», dijo Yildirim empleando el acrónimo en árabe para el grupo EI.
Turquía forma parte de la OTAN y es un socio clave de la coalición que lidera Estados Unidos contra el grupo EI. Los atentados en su territorio han aumentado en escala y frecuencia en los últimos meses, una oleada que ha ahuyentado a turistas y golpeado a la economía del país, que depende considerablemente del turismo.
Turquía comparte largas y porosas fronteras con Siria e Irak, países sumidos en la guerra y donde el grupo EI controla amplias extensiones de territorio. Las autoridades han acusado al grupo extremista de varios atentados importantes en el último año, que han golpeado la capital, Ankara, y a turistas en Estambul.
Turquía ha redoblado la seguridad en sus aeropuertos y fronteras terrestres, además de deportar a miles de combatientes extranjeros, pero ha tenido problemas para afrontar la amenaza de milicianos del grupo armado al tiempo que realiza una gran campaña militar contra rebeldes curdos, a los que también se ha acusado de ataques recientes.
La devastación en el aeropuerto de Estambul sigue al atentado de marzo contra el aeropuerto de Bruselas, donde dos atacantes suicidas destrozaron los mostradores de facturación y mataron a 16 personas. El grupo EI reclamó la autoría de ese ataque, así como de la posterior explosión en el metro de Bruselas, donde murieron otras 16 personas.
La sudafricana Judy Favish, quien pasó dos días en Estambul mientras hacía conexión en camino a su casa en Dublín, acababa de registrarse cuando escuchó una explosión, seguida de varios disparos y un fuerte estallido.
Dijo que se escondió debajo del mostrador durante un tiempo.
Dos turistas sudafricanos, Paul y Susie Roos originarios de Cape Town, estaban en el aeropuerto alistándose a volar a casa al momento de las explosiones, y quedaron sorprendidos con lo que vieron.
«Veníamos de la sección de llegadas hasta la de salidas, y subíamos la escalera cuando escuchamos varios disparos», dijo Paul Roos. «Estaba ese tipo deambulando, vestido de negro y con una pistola en la mano».