CIUDAD DE MEXICO (AP) — Varios individuos causaron daños a un antiguo santuario indígena otomí en México: derribaron estructuras utilizadas como altares, rompieron piedras grabadas y tiraron por todas partes las ofrendas florales, frutas y pinturas depositadas en el lugar, un remoto centro ceremonial conocido como Mayonihka o México Chiquito.
El hecho fue inusual en un país donde pocos sitios religiosos prehispánicos continúan siendo utilizados por indígenas.
Un investigador que entrevistó a algunos de los agresores dijo que ellos se identificaron como Testigos de Jehová y que consideran esos altares una blasfemia. Sin embargo, el portavoz de los Testigos de Jehová en México dijo el martes que la aseveración parece falsa.
Un funcionario del estado de Hidalgo dijo el lunes que algunos habitantes locales estaban furiosos ante lo que consideran idolatría y causaron daños al sitio arqueológico.
«La verdad desconozco qué religión fue, pero fueron y destruyeron varias imágenes que ellos tenían allí», dijo Daniel García, secretario general del municipio de San Bartolo Tutotepec, próximo al sitio arqueológico. «Lo que pasa es que algunos religiones no creen en imágenes», agregó.
Luis Pérez Lugo, profesor de la Universidad de Chapingo, visitó en mayo el lugar y conversó con habitantes de la localidad de El Piñal, y ellos dijeron que llevaron a cabo el ataque.
«Los Testigos de Jehová declararon que ellos fueron», señaló Pérez Lugo, quien destacó que entre los agresores había personas que solían asistir a las ceremonias otomíes y que habían cambiado de religión recientemente.
«Que eso (las ceremonias prehispánicas) no estaba marcado dentro de su biblia y por lo tanto eran, dijeron en sus palabras, que eso eran cochinadas, era basura lo que había allí, y que eso no marcaba su biblia, y por lo tanto fueron a hacer a un lado lo que estorbaba a su dios», afirmó.
Gamaliel Camarillo, portavoz de los Testigos de Jehová en México, dijo que «hasta dónde hemos investigado ahora, encontramos que la noticia es falsa».
«Sabemos que si queremos respeto para nosotros, debemos respetar a los demás», escribió Camarillo.
«Las personas sin prejuicios que conocen a los testigos de Jehová saben que no patrocinamos acciones como ésta», apuntó.
El sitio mismo, ubicado en lo profundo de un bosque cerca de un río, no es muy elaborado. Hay pocos muros antiguos de piedra y algunos tienen grabados en bajo relieve.
Sin embargo, es importante en un país donde la mayoría de los centros ceremoniales indígenas fueron demolidos o tapados para dar paso al levantamiento de iglesias hace siglos.
Jaime Chávez, poeta otomí que encabeza al grupo Nación Otomí, dijo que la gente indígena de diversos estados «viene a hacer ceremonias a la Madre Tierra, incluso allí hacen bautizos, casamientos».
«Lo importante es el espacio, los objetos son lo de menos, los objetos se pueden hacer más. Lo que quieren es que ya no sigan invadiendo, haciendo destrozos, ¿para qué?».
Chávez dijo que los ancianos, conocidos como badi, al parecer habían alcanzado un tipo de acuerdo informal con los intrusos para que dejaran en paz el lugar.
Sin embargo, el ataque suscitó una controversia sobre cómo se debe proteger ese antiguo santuario.
Pérez Lugo intento realizar ahí una conferencia indígena, incluida una ceremonia con el propósito de ofrecer una disculpa a los dioses por los daños.
Sin embargo, otros indígenas manifestaron su objeción y dijeron que sólo los ancianos locales debían efectuar ceremonias en el lugar.
Pérez Lugo atribuyó la resistencia a rivalidades académicas entre arqueólogos, antropólogos y otros que estudian Mayonihka.
Un peligro mayor quizá sea la intervención gubernamental. El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México está a cargo de proteger y preservar los sitios arqueológicos, pero muchos otomíes no quieren que ése sea el caso.
«Que las autoridades no se adelanten y cerquen la zona, que la hagan una zona muerta» como muchos otros sitios ceremoniales ahora cubiertos por iglesias o utilizados como atracción turística. «Lo que la gente quiere es que siga siendo una zona viva» para uso ceremonial, agregó.