MANILA, Filipinas, junio 30 (Notimex)
Rodrigo Duterte, de 71 años de edad, conocido como “The Punisher” (El Castigador), asumió hoy la presidencia de Filipinas, con la difícil promesa de abatir el crimen y el tráfico de drogas en menos de seis meses.
Los primeros cien días de la gestión del controvertido mandatario, un hombre ajeno a la clase política filipina, estarán bajo una tremenda presión para mostrar que puede hacer frente a la criminalidad y a la proliferación de las drogas.
Sin embargo, la política anticrimen de Duterte podría desencadenar la reacción de los grupos de derechos humanos, la Iglesia Católica, y la comunidad intelectual, además de estar amenazada por organizaciones del crimen.
Varios grupos de delincuentes vinculados al narcotráfico en Filipinas han ofrecido una recompensa de un millón de dólares a quien se decida y cometa el asesinato del presidente Duterte.
Una de sus primeras medidas de seguridad será la de instaurar la orden de “disparar a matar” a todo delincuente que se resista a su captura. Además piensa restaurar la pena de muerte en el país, abolida en 2006.
“Si el gobierno retoma la pena de muerte estará violando la ley internacional”, indicó Jose Manuel I. Diokno, decano de la facultad de derecho de la Universidad De La Salle.
En este sentido, el experto recuerda las peculiaridades económicas de aquellos afectados en el pasado por la pena capital.
Por ejemplo, el 73 por ciento de los mil 121 presos en el corredor de la muerte en Filipinas hasta su abolición en 2006 contaba con unos ingresos inferiores a los 200 dólares mensuales.
También el nuevo mandatario Duterte, quien fue juramentado este jueves, en una ceremonia en la cual acudió el ex presidente saliente Beningno Aquino III, se ha comprometido a distribuir la riqueza para frenar la pobreza.
En su discurso, destacó los problemas de la corrupción, la delincuencia, las drogas y la erosión de la fe y la confianza en el gobierno del país.
“El cambio debe comenzar con nosotros y en nosotros. Nos hemos convertido en nuestros peores enemigos, y hay que tener el valor y la voluntad de cambiar nosotros mismos”, dijo Duterte frente a una multitud.
“Sé que hay quienes no aprueban de mis métodos de lucha contra la delincuencia (…) En respuesta, permítanme decir esto: He visto cómo la corrupción desangra los fondos del gobierno y he visto cómo las drogas ilegales destruye personas y las relaciones familiares”.
El ex alcalde de Davao, cuya vida privada también es controvertida, está acusado de adulterio, tomó el juramento en una sencilla ceremonia celebrada en el palacio de Malacañang, en Manila, después de ganar las elecciones presidenciales celebradas el nueve de mayo.