Paoletti Rodríguez
A pesar del gran esfuerzo y dedicación que implica hacer su trabajo, dos artesanos de molcajetes en piedra procedentes de San Luis Potosí llegan cada dos meses a Ciudad Victoria ofertando sus productos que tienen que bajar de precio para poder venderlos y llevar el sustento a sus familias.
Durante varias generaciones esta familia se ha dedicado a la elaboración de molcajetes de piedra, una actividad que se da mucho para la zona donde viven, por tal razón deben tratar de venderlos en otras ciudades, aunque en estos tiempos es complicado.
Alejandro Briceño acude cada dos meses a Victoria junto a su padre el señor Nazario para vender los molcajetes que durante este tiempo elaboran, lo cual afirma es difícil, pero es lo único con lo que han podido ganarse la vida.
Son originarios de un ejido en San Luis Potosí, una zona donde todos se dedican a la elaboración de molcajetes de piedra, actividad que ha pasado por distintas generaciones y donde existe suficiente piedra para poder trabajar.
“Venimos de Villa Hidalgo, toda la vida me he dedicado a hacerlo, es algo de familia pero en ese rancho donde vivimos todos lo hacen y sacamos de entre los cerros la piedra para poder trabajar, sí es difícil pero es lo único que podemos hacer para trabajar”, dijo.
La fabricación de molcajetes y metates es una tradición en esa zona de San Luis, actividad heredada de generación en generación, una práctica que le da de comer a todas las familias que dependen de las ventas de estos productos.
El molcajete se hace de la piedra que es extraída de los cerros cercanos al poblado, que con mucha precisión deben moldear para hacer la forma perfecta del mismo.
Alejandro, con 30 años de edad, nos dice que desde su infancia su padre le enseñó esta práctica, tenía tan solo ocho años cuando ya ayudaba a su padre a traer la piedra y darle forma para elaborar los molcajetes.
“De donde somos ahí hay mucha piedra y esta es la que se usa, porque si se saca otra de más arriba se quiebra y no nos sirve para trabajar”, detalló.
El señor Nazario Briceño, nos dice que hace 30 años comenzó a realizar esta actividad, ya que anteriormente era jornalero pero dejaron de ocuparlo para trabajar y decidió dedicarse a esta actividad para poder mantener a su familia.
Expuso que en la zona donde viven hay mucha carencia, pero también demasiada competencia porque todos se dedican a elaborarlos, por esta razón tiene que viajar constantemente a otros municipios y estados para poder venderlos.
Hace más de diez años que vienen a Victoria, sus clientes recurrentes son los locatarios del mercado; “Tenemos que salir a varias partes, vamos a varios municipios, a zonas de Monterrey y por San Luis”.
Señaló que cada dos meses acuden y se instalan en alguna parte cercana al mercado, y existe un interés de la ciudadanía y de los locatarios del mercado para adquirir los molcajetes que ellos elaboran aunque lamentablemente los tienen que vender a muy bajo costo.
A PESAR DEL ESFUERZO, LAS GANANCIAS SON ESCASAS.
Un molcajete chico tiene un costo de 60 pesos, los grandes de 170, pero para que los locatarios lo compren en mayoreo deben dejárselos entre 35 y 120 pesos, a pesar del sacrificio y esfuerzo que implica hacer cada una de estas artesanías.
Para traer la piedra se dedican varios días, pues deben buscarse las adecuadas para que se pueda elaborar la forma del molcajete, pues afirma que de no ser así la piedra se rompe y ya no se puede trabajar.
Por la dureza del materia se le da la forma con golpe de martillo y cincel, todo implica una gran dedicación desde la piedra hasta el terminado del artículo para hacer sabrosas salsas a mano o machacar alimentos.
Puede pasar todo un día para conseguir tan solamente dos molcajetes de un tamaño mediano, alguno tienen forma de animales, para estos se dedica más tiempo, sin embargo los costos no rebasan los 200 pesos.
“Si es difícil, un día se dedica a ir por la piedra y luego otro día apenas sacamos dos y así estamos prácticamente todos los días durante los dos meses”, mencionó.
Alejandro comentó que elaborar los molcajetes implica mucho trabajo, pero no pueden ofrecerlos a un precio más alto por no se los compran y ante la necesidad de llevar el sustento al hogar tienen que disminuir el precio y malbaratarlos.