BAGDAD (AP) — Mientras los iraquíes guardan luto con estupor e incredulidad, las autoridades seguían recuperando cuerpos el martes de entre los escombros de un potente ataque suicida obra de la milicia radical Estado Islámico el fin de semana en el centro de Bagdad. La cifra de fallecidos subió a 175 personas, según funcionarios.
La impactante cifra de muertos — uno de los peores atentados en los 13 años de la guerra de Irak — empaña el feriado musulmán del Eid al-Fitr, que marca el final del mes sagrado del Ramadán y que en Irak comienza el miércoles.
Un suicida del grupo extremista Estado Islámico hizo explotar un camión bomba en una concurrida zona comercial de la capital, Karada, a primera hora del domingo, en un momento en que muchos residentes estaban en la calle tras el final del ayuno diario.
Este tipo de acciones muestra la capacidad de la milicia radical para lanzar ataques más allá de las líneas del frente, a pesar de sufrir derrotas en otras partes de la ciudad.
Responsables de la policía y los servicios sanitarios, que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a difundir información, explicaron que todavía hay personas desaparecidas y que la cifra de muertos podría subir.
El martes por la mañana, residentes de Karada celebraron una procesión funeraria por un joven en el lugar de atentado. Con una bandera de Irak colocada sobre su hombro, la madre encabezó a los asistentes cargando con el féretro de madera y golpeándose el pecho como muestra de dolor. Otras personas lanzaron flores sobre el ataúd, que también estaba envuelto en la bandera de Irak.
El ataque, que también generó indignación popular contra el gobierno y los líderes políticos de la nación, llevó al primer ministro del país, Haider al-Abadi, a ordenar nuevas medidas de seguridad en Bagdad y otras ciudades, incluyendo la eliminación de un dispositivo manual vendido como detector de explosivos pero que fue calificado de fraude por expertos.
Al-Abadi ordenó también la colocación de sistemas de rayos X en las entradas de las provincias. Pidió que se mejore el cinturón de seguridad de la ciudad, un aumento de la vigilancia aérea, que se refuercen los esfuerzos de la inteligencia y que la responsabilidad se reparta entre varios cuerpos de seguridad.
En su momento de más poder, en 2014, la milicia radical arrebató a Bagdad el control de casi un tercio del país. Ahora se calcula que los extremistas controlan solo 14% del territorio iraquí, de acuerdo con la oficina del primer ministro del país. El grupo todavía controla Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, así como importantes territorios en el norte y el oeste.