octubre 30, 2024
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julio 9, 2016 | 93 vistas

CARACAS, Venezuela, julio 8 (Notimex)

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, buscó poner en entredicho el desempeño del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, como una estrategia para desviar la atención sobre la crisis en Venezuela.

El objetivo de Maduro era impedir que prosperara la solicitud del líder de la OEA para aplicar la Carta Democrática Interamericana en el caso de Venezuela, propuesta que fue discutida a finales de junio pasado por el Consejo Permanente del organismo regional en Washington.

El Gobierno venezolano buscaba eclipsar el debate en la OEA sobre Venezuela, insistiendo en cuestionar la conducta de Almagro y llevar la discusión al terreno del diálogo planteado con la oposición.

Como parte de su estrategia, proclamó una “victoria” de la diplomacia bolivariana, luego que en la Asamblea General de la OEA, a mediados de junio en República Dominicana, fue aprobada con 19 votos a favor y 12 en contra una investigación sobre la gestión de Almagro.

“Ha sido algo espectacular para el bien de la paz y de Venezuela entera”, dijo entonces Maduro, al expresar “profunda preocupación” por la “conducta de Almagro”, lo que calificó como su “abuso de poder” y su “extralimitación” de funciones en el caso de Venezuela.

Maduro ha convertido a la OEA en un escenario de confrontación clave para su perfil de dirigente de izquierda, y estima que es importante salir airoso de todo cuestionamiento sobre el modelo venezolano.

En contraste, un grupo de diputados venezolanos de oposición pidió la intervención de la OEA ante la crisis generada por la escasez de alimentos y medicinas, y los intentos del gobierno por anular a la Asamblea Nacional (congreso unicameral), de mayoría opositora.

El tema venezolano gravita en la OEA desde que, en mayo pasado, Almagro presentó un informe sobre la crisis en este país sudamericano e invocó la Carta Democrática.

Desde entonces, Caracas ha mantenido vivo su arsenal de insultos contra Almagro, llamándolo “basura”, “traidor” y “agente del imperio”.

Otro factor que generó preocupación en el gobierno de Maduro fue el anuncio de la comparecencia del jefe de la Asamblea Nacional, el opositor Henry Ramos Allup, en la reunión del pasado 23 junio de la OEA, para denunciar la “ruptura del orden constitucional en Venezuela”.

Al final Ramos no intervino en la reunión de la OEA, pese a estar presente en Washington.

Ramos, a quien Maduro llama “jefe” de la oposición y lo acusa de estar detrás de hechos violentos, preparó con paciencia el terreno de su viaje a Washington, Lo confirmó tras varios días de denunciar que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) buscaba prohibirle salir del país.

El líder legislativo es considerado un orador agudo y perspicaz, lo que habría obligado a Maduro a realizar un balance de daños entre permitir que Ramos Allup hablara ante el foro hemisférico.

El mandatario manifestó que el gobierno venezolano hizo gestiones para evitar que hablara en la OEA.

Los primeros intentos para el diálogo entre el Gobierno y la oposición de Venezuela resultaron en un atrincheramiento de cada bando en sus posiciones.

Maduro dijo que sus condiciones para el diálogo son la instalación de una comisión de la verdad para resarcir a las víctimas de hechos de violencia recientes, el respeto entre el Legislativo y el Ejecutivo y que la oposición renuncie a la violencia.

Mientras que la oposición encabezó sus exigencias con el reclamo de un referéndum revocatorio del mandato de Maduro, la liberación de un grupo de dirigentes opositores presos y el respeto a las atribuciones de la Asamblea Nacional.

El mandatario venezolano recalcó que el referéndum -que la oposición gestiona mediante firmas de electores- no es un punto de negociación, pues el recurso electoral es una “opción, no una obligación”, y reiteró su disposición a dialogar, pero “sin condiciones”.

El diálogo con la oposición es impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y acompañado por los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Leonel Fernández, de República Dominicana, y Martín Torrijos, de Panamá, como facilitadores.

Sin embargo, la oposición venezolana estableció ahora nuevas condiciones para iniciar un proceso de diálogo con el gobierno de Maduro, exigiendo que la OEA y un representante de El Vaticano participen en las conversaciones.

En un comunicado difundido este viernes, la plataforma opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ratificó además sus exigencias sobre la revocación del mandato de Maduro, la liberación de “detenciones ilegítimas” y el respeto y reconocimiento a la Asamblea Nacional.

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