ERIE, Pennsylvania, EE.UU. (AP) — Es culpa de la prensa. Lo sacaron de contexto. Nunca dije eso en primer lugar.
La aseveración que hizo el viernes Donald Trump de que solo estaba siendo «sarcástico» cuando acusó al presidente Barack Obama de crear a un grupo terrorista, fue su más reciente intento por culpar a otros de hacer escándalo por sus declaraciones. Los críticos de Trump dicen que es un instinto que un presidente no puede tener. Algunos republicanos parecen tener la misma preocupación.
Esta vez siguió a dos días de titulares periodísticos que lo criticaban y furia de los demócratas por haber dicho que Obama era el fundador del grupo extremista Estado Islámico. Mientras Trump repetía esa aseveración decenas de veces, entrevistadores trataron de asegurarse de que el candidato presidencial republicano no haya sido malinterpretado. Obviamente, matizaban los periodistas, Trump se refería a que las políticas de Obama permitieron el surgimiento del grupo extremista.
Pero Trump se negaba a decir que era una frase retórica o sarcástica. «No, yo quise decir que él es el fundador del grupo Estado Islámico», dijo Trump al periodista radial de derecha Hugh Hewitt, el jueves. Cuando se le dijo que Obama trataba de derrotar a los milicianos, respondió: «No me importa. Él fue el fundador».
Sin embargo, el viernes viró bruscamente para afirmar que lo que dijo había sido en realidad un comentario sarcástico. En un tuit por la mañana, Trump fustigó a la cadena CNN por informar «tan seriamente» que había acusado a Obama y a la candidata demócrata Hillary Clinton de ser los fundadores del grupo extremista. Añadió en mayúsculas: «¿NO ENTIENDEN EL SARCASMO?».
¿O acaso estaba siendo sarcástico sobre el sarcasmo? Horas después, en un mitin en Pennsylvania dijo que «obviamente estaba siendo sarcástico — pero no tan sarcástico, para ser honesto con ustedes».
Que pasaran dos días para que Trump se retractara de esa declaración —y que posteriormente se desdijera de esa retractación— es preocupante para los republicanos que ven estos tropiezos a favor del avance de la demócrata Hillary Clinton. Igualmente preocupante es para algunos el hecho de que él no asume la responsabilidad de sus palabras.
Ryan Williams, un estratega republicano que asesoró la campaña presidencial del republicano Mitt Romney en 2012, dijo que hay una guía de sentido común para lidiar con los resbalones políticos: «Detén el sangrado y déjalo atrás disculpándote».
«Eso es lo que hacen los candidatos normales. Sin embargo, los candidatos normales no se infligen heridas a sí mismos cada hora».
Apenas hace dos días Trump culpó a la prensa por hacer una tormenta en un vaso de agua por sugerir en un mitin que los entusiastas de las armas podrían hallar una forma de frenar a Clinton en caso de ser elegida.
Clinton, cuya ventaja sobre Trump se ha ampliado en encuestas recientes en estados competidos, ha aprovechado esas polémicas declaraciones para mostrar que la estrella de televisión carece de temperamento para dirigir a la nación y lo ha acusado además de no responsabilizarse de sus propias acciones.