El periódico The Guardian destacó la polémica que se generó en redes sociales por la comparación del modo de vida de la hija del Presidente de Estados Unidos, Sasha Obama, y la de los hijos del Mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto.
Un reportaje de David Agren destacó las comparaciones que se realizaron en Twitter respecto a que la hija de Obama laboró como cajera en un restaurante mientras que las hijas de Peña Nieto aparecen en las portadas de revistas de sociales.
Para especialistas, consultados por The Guardian, las reacciones en la web responden a la frustración que genera el nepotismo, la falta de movilidad social y a la competencia laboral que beneficia al favoritismo encima que a las habilidades.
«Ser un político en México es el equivalente a ganar la lotería en el imaginario popular», dijo el académico de la Universidad Iberoamericana, Ilán Semo a la publicación inglesa.
Otras críticas sobre los hijos de la clase política mexicana, según otros entrevistados del reportaje de David Agren, es que éstos conciben al trabajo como algo que es para la gente que no es influyente.
Además, los hijos de políticos buscan sacar todos los beneficios posibles de la posición y riqueza de sus padres, según la publicación.
«En un país donde se recompensa la ilegalidad y las actividades opacas en lugar del mérito y el trabajo sorprende que la hija de un Presidente pueda trabajar», comentó Armando Regil, fundador de un Centro de Estudios de cuestiones juveniles.
La publicación hace un contraste entre la admiración que causó que la Sasha Obama trabaje como cajera y el surgimiento en México de diversos casos de jóvenes prepotentes denominados como «Lords» o «Ladys».
La nota de David Agren puntualiza que el rechazo ante los casos de prepotencia es porque los denunciantes creen que con sus revelaciones contribuyen a exhibir la impunidad en la que viven los «mirreyes» mexicanos.
«Hay mucho resentimiento y mucho de éste con buenas razones. Una cosa es ver a otras personas con dinero y otra cosa es que éstos te lo restrieguen en la cara», comentó Mauricio Sada, restaurantero de Monterrey.