México, 21 Ago (Notimex).- Como un padre que enseña a caminar a un niño para que no caiga, un grupo de científicos adiestra a un robot a caminar por la casa sin que choque contra los muebles.
El grupo de investigadores mantuvo por 10 años la educación del artefacto robotizado, el cual fue bautizado como “Sabina” desde que cumplió los seis años de edad.
Cabeza, dorso, un solo brazo y una base de ruedas componen el cuerpo del robot creado por investigadores, técnicos y estudiantes del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
«Queremos que sea genuinamente autónomo, significa que pueda desenvolverse dentro de un ambiente, que pueda interactuar con las personas y que pueda comprender lo que está pasando», manifestó José Martínez, investigador de la Coordinación de Ciencias Computacionales del INAOE.
Pero su desarrollo no fue fácil, pues a pesar de haber ganado varias competencias nacionales, su único brazo tuvo fallas para sostener las cosas como se tenía planeado.
“La idea era participar en el Mundial Robo Cup Leipzig de Alemania 2016, pero no pudimos echar a andar bien el brazo, tenía que reconocer objetos y tuvimos problemas con ello”, dijo Martínez.
Es así como el doctor contó a Notimex que lo importante de un proyecto en robótica es nunca subestimar los detalles.
«No siempre te salen las cosas, y pesa mucho, porque nos preparamos tanto, noches, desvelos, tiempo y amor, para que en una demostración de dos minutos no salga nada, es muy frustrante», confesó.
«Por otro lado, no hay recursos financieros, nos apoyó el INAOE, pero no fue suficiente para cubrir los gastos de un viaje a Alemania, no pudimos reunirlos, así que decidimos no participar”, agregó.
A pesar de que la competencia se volverá a repetir hasta el próximo año, el grupo de investigadores que radican en Puebla seguirán con los trabajos para lograr que Sabina limpie la casa, traiga un cereal o vaya por una bebida.
Por lo pronto, el robot entiende el idioma inglés, identifica objetos y personas, y las sigue con la finalidad de servir como un robot de compañía.
«Esperamos que la iniciativa privada voltee a vernos, aquí nos caben varios logos», sostuvo Martínez mientras sonreía y señalaba el dorso de Sabina.