Gustavo Adolfo García Paz.-
Edición 135
Ser y no parecer, servir y no brillar, la vida no es vana parodia sino dramática realidad. No es gesticulación inútil sino superación; no es ella un negocio que calcular ni un papel que representar, es un destino que realizar, una misión que cumplir: ciencia y conciencia, empeño trascendente y ascenso glorioso. Vida que ha de consagrarse por su calidad humana, que se inicia un 25 de junio de 1915 en Saltillo, Coahuila. Época donde nuestra lucha revolucionaria influye para formar conciencia y temperamento que atados a la voluntad inquebrantablemente darían como producto la recia figura e irrompible perseverancia de un maestro singular: Rigoberto Castillo Mireles.
Sensible y apasionado, guía sus pasos hacia la más noble de todas las actividades humanas, el magisterio, apostolado que es flor, semilla y fruto: flor por la armonía, la coordinación y los esfuerzos que anidando la semilla será depositada en tierra fértil que ha de dar frutos que alimenten el alma y el cuerpo, semillas que ahora transformadas en frondosos árboles y en interminables huertos florecen en diez entidades de México: Coahuila, Ciudad de México, Guanajuato, Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero, Yucatán, Nuevo León, Tamaulipas, y que al esparcirse dan vida y forma en todo el territorio nacional.
Hurga en las entrañas de mentes jóvenes, preparándolos para la lucha que ha de vencer prejuicios e ignorancia, entregando en ello las armas para vencerlas y dota a sus alumnos de habilidades para que aprendan a vivir, servir y trascender.
Se adentra en el estudio para dominar aquellos campos del conocimiento que con minuciosa habilidad despertaron inquietudes y alinearon vocación. Sus instrumentos lo fueron: Técnica de la Enseñanza, Psicología, Educación Rural, Economía e Historia del Movimiento Obrero Internacional, Ciencia de la Educación y Sociología, asignaturas que dieron vida a la docencia y garantizaron cosecha pródiga.
Siempre existirá la aventura para el maestro que sepan que la educación es la mayor aventura; no se lamentara de la existencia de tierras desconocidas y buscara saber casi todo de ellas y las ya conocidas. Sabrá que mucho se ha descubierto, pero estará seguro que todo queda por descubrirse. El profesor Rigoberto habló de la libertad y la siembra en las conciencias.
Avanzó por el intrincado camino de la educación desempeñando acciones relevantes por sus posiciones y jerarquías: Profesor de grupo de educación primaria, director de escuela elemental agrícola, maestro de escuela normal rural, jefe de sector rural, inspector de escuelas primarias, jefe de misión cultural, director de escuelas normales rurales, supervisor de enseñanza normal y escuelas preparatorias, catedrático universitario.
Su apasionada entrega lo lleva a impulsar el surgimiento de instituciones que han de ser fuente de luz, sabiduría y progreso; concibe la energía espiritual que cada uno atesora como maravillosa bengala que al ser lanzada hacia las estrellas abre su corazón y deja caer sobre las oscuras tierras un raudal de luz y emergen de ese entusiasmo e inspiración las escuelas: Elemental Agrícola de Tetelcingo, Morelos, Normal Rural de Tekax, Yucatán, Jardín de Niños “Nazarita González de Tamatán” en Victoria, Tamaulipas, Secundaria “Justo Sierra” de Victoria, de Educación Especial “Club de Leones Dos” y Normal Superior de Tamaulipas.
Un libro, un árbol y un hijo, ingredientes que la sabiduría hindú concibe para una vida plena. Los árboles son escuelas; los hijos, tres dignos hijos de un gran maestro que surgieron del amor, cariño y comprensión de una gran mujer: Elia Gutiérrez Basulto de Castillo Mireles. Madre y educadora; colaboradora incansable, emprendedora y tenaz, contagiada del entusiasmo y cariño del maestro de origen coahuilense, con carta de naturalización tamaulipeca. Ella, la compañera de su vida, la que sigue presente y vive entre nosotros, los que tuvimos la dicha de ser sus alumnos. A ella, nuestro reconocimiento, aplauso y noble recuerdo.
Y el complemento que se torna en puente generacional: Los libros. Nuestro maestro, nuestro muy querido y respetado maestro, concibió a los libros no únicamente como solución a las necesidades de conocimiento y elevación espiritual, sino sobre todo, por la oportunidad de entrar en comunicación con sus semejantes. Así como los egipcios aceptaban a las bibliotecas como farmacias, ya que curaban la mayor de todas las enfermedades, la ignorancia, enfermedad que contagia a quién toca, nuestro maestro aceptó que los libros liberan al ser humano de su enclaustramiento y amplían sus horizontes hasta donde ha podido llegar el vuelo del conocimiento humano, hacia la eternidad de lo verdadero y hacia la perennidad de la belleza. En sus aportaciones bibliográficas lo sentimos vigentes, lo seguimos sintiendo nuestro maestro, las que son:
Apuntes de Psicología para Escuelas Normales y Preparatorias; Conocimiento de los Adolescentes para las Escuelas Normales Superiores y Facultades Universitarias, La Naturaleza del Hombre, su Carácter y su Conducta, Palabras a la Juventud, Análisis de la Educación Nacional, 15 Minutos de Lectura Sobre Psicoanálisis, el Método de los Grupos Deliberantes, Temas de Masonería y colaborador de revistas y periódicos.
Sus sabias enseñanzas siguen vivas, sus sabios consejos siguen actuando y guiando nuestros pasos.
Recordamos cuando nos dijo: jóvenes maestros: “no hay trabajo que sea demasiado humilde, como para que no merezca ser realizado”, “no hay porvenir en ningún empleo, el porvenir está en quién lo desempeña” y “estamos haciendo que este camino le resulte suave a miles de personas”.
Llegó a Tamatán el 16 de septiembre de 1947, a esta nuestra querida Escuela Normal Rural “Lauro Aguirre” de Tamatán, orgullo de la educación nacional. En ella sembró su experiencia docente, su don de servicio, su vitalidad de juventud y su consejo formativo en las mentes de los futuros educadores de México; tuvo el acierto de depositar su confianza en sus discípulos, y nosotros, sus alumnos no le hemos defraudado. Continuamos sembrando la semilla del saber como usted lo hizo, como usted lo ha hecho, como usted lo seguirá haciendo.
Tamaulipas ha sido su más fértil campo de labranza, Victoria su trinchera para elevar la calidad de la educación y el ámbito nacional para sentir su recia figura de maestro y su sabio consejo de hombre.
Ni pensamiento aislado, sombrío y lujoso, ni acción desordenada o fanática. La aspiración del hombre debe ser pensar con valentía y obrar resueltamente. No negar su concurso, sino ofrecerlo generosamente a los mil problemas que lo aguardan, con la mente limpia para resolverlos, y en pos de esto, comprometer sus mejores empeños.
Bella alma la que después de templar su cítara y ofrecer su vida por un amor, ponga aún más todo su fervor en las verdades fundamentales y haga suyas las preocupaciones de la multitud; que su poema cante al arador, pero que al mismo tiempo sepa guiar la reja del arado roturando los surcos de donde emerge la vida, como se roturan las mentes que han de ser cultivadas para la verdad, la justicia y la solidaridad humana; que busque el secreto de la ciencia y piense que afuera del laboratorio hay una muchedumbre en espera de su ayuda.
Un alma así habrá aportado a los hombres la acción de sus sueños y el ensueño de su acción.” Maestro Rigoberto Castillo Mireles, vaya en este monumento nuestro reconocimiento perenne, nuestro cariño y gratitud.