Dibujos a lápiz adornan una habitación en este humilde hogar a las afueras de Kabul.
Vida silvestre y retratos que han sido elaborados por una joven afgana de 16 años que apenas comenzó a dibujar hace dos años.
Y no utiliza sus manos. Robaba Mohammadi nació sin poder utilizar algunas partes de su cuerpo. La parálisis curva sus brazos y piernas, y hasta la fecha, sus padres y doctores locales no saben por qué.
Tal discapacidad le ha impedido asistir a la escuela —pero eso no la detuvo de tomar un lápiz y ponerse a dibujar.
“Antes de que empezara a dibujar me sentía muy desanimada, y cuando mis hermanas y hermanos se iban a la escuela, yo siempre me decía ‘Ves, ellos son más chicos que yo, pero han adquirido mucho conocimiento, como escribir y estudiar, pero yo, no puedo siquiera escribir mi nombre’. Estaba muy deprimida, y lloraba dos o tres veces al día”, dijo Robaba.
Un día espera poder mostrar su trabajo en el museo de arte musulmán en Toronto.
Mohammandi dice que a ella le encanta dibujar a las personas que siempre están sonriendo —algo que ella hace ahora con mayor frecuencia.
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