Pablo Hernández Contreras
CIUDAD MANTE, Tam. Dejar la escuela a temprana edad y decidirse por un trabajo para poder llevar alimento a la familia, es una de las decisiones que muchas personas toman durante los primeros años de vida y desafortunadamente a la vuelta de muchos empleos y oportunidades no desarrolladas, se vuelven rutina y dejan de laborar en sitios en donde los mandan para hacer cosas.
Es el caso de muchos quienes se consideran sus propios jefes, gente que en el invierno de su vida todavía tienen que salir desde temprano para buscar el sustento, sin otro objetivo de momento más que sacar lo indispensable para el alimento diario.
Así, don Porfirio Lara decidió desde temprano empezar a trabajar y luego de ir de taller en taller, laborar en tiendas departamentales y abarroteras, decidió comprar un carretón para emprender su propio negocio; recolectar cartón para revenderlo.
Aunque hace alguna década todavía se lograban sacar toneladas de este recurso que se revende como material reciclable, muchas empresas, además de hacerse ecologistas, decidieron vender ellos mismos el cartón y lo compilan sin dejárselo a ellos en calidad de basura.
Actualmente, relata don Porfirio, las cosas no solo son difíciles, son complicadas, ya que el kilo de cartón está en 80 centavos, por lo que tiene que reunir cuando menos cien para poder completar el alimento del día que se reduce en un par de bolillos y medio kilo de huevo.
El octogenario dijo vivir solo, porque no recuerda a dónde se fueron sus hijos y lo poco que gana por hacer esta labor en un diablito no le da lo suficiente para poder buscarlos y comunicarse con ellos.
Don Porfirio siguió su caminar en la búsqueda de tienda en tienda al solicitar las cajas que desocupan y así continuar su rutina que empieza apenas sale el sol y concluye con este.