WASHINGTON (AP) — Es racista. Divide. No presenta detalles de sus políticas.
Es la manera como se ha referido recientemente Donald Trump respecto a Hillary Clinton. Si suena conocido, quizá sea porque ella ha utilizado esos mismos ataques contra el magnate durante la campaña.
Mientras se esfuerza por ganar terreno contra Clinton en la recta final de la contienda presidencial, Trump ha estado replanteando los ataques de Clinton contra ella. Es una versión política de la popular táctica de patio de recreo escolar: «Soy espejo y me reflejo».
En los últimos días, Trump y su oficina de campaña han criticado reiteradamente aClinton por no hacer propuestas de política específicas.
Ello a pesar del hecho de que, bajo cualquier medida, Trump ha ofrecido menos detalles sobre muchos menos asuntos durante el curso de su campaña que Clinton, quien ha presentado tantas propuestas de política que incluso su oficina de campaña publicó un libro de ellas.
«Clinton está manejando una campaña carente de políticas. Ella no ofrece ideas, ninguna solución. Y únicamente odio y sarcasmo», dijo Trump en un acto de campaña el martes en Clive, Iowa.
Es irónico, viniendo de un candidato definido por declaraciones divisivas, quien en una ocasión se burló de la larga cifra de propuestas de Clinton, a las que ridiculizó al calificarlas como «un desperdicio de papel», y quien ha insistido en que al público no le importa el tipo de detalles que ella ofreció.
Pero ilustra la manera en que la recientemente rediseñada campaña de Trump ha adoptado la técnica de proyección, devolviendo los ataques a su adversaria, ya sea que encajen o no.
Es una táctica que tiene la intención de neutralizar ataques, dijo Tucker Martin, un operador republicano con larga trayectoria.
«Esencialmente uno deslegitimiza su ataque simplemente enlodando el agua y diciendo, ‘todos somos culpables, ¿ahora qué?»’, agregó Martin. La táctica es especialmente efectiva en una contienda que cambia rápidamente, y en la que poca gente analiza la legitimidad de las acusaciones.
«Es casi como un atajo político», dijo, «una estrategia de, ‘no, tú también eres culpable, pasemos a la siguiente pregunta»’.
Al inicio de su campaña, Clinton y sus aliados destacaron los comentarios más controversiales de Trump para retratarlo como demasiado burdo para el cargo. El primer anuncio de campaña de ataque a Trump presentaba niños observando y reaccionado a una serie de videos de Trump.
«La próxima vez que vean a Trump vociferar en la televisión, piensen en todos los niños que los escuchan en todo Estados Unidos. Los niños escuchan mucho más de lo que pensamos», dijo recientemente Clinton.
Es una declaración que Trump amuló esta semana, después que Clinton dijo en un acto que la mitad de los partidarios de Trump caben en una «cesta de deplorables», que incluye racistas xenófobos.
«¿Qué deben decir los padres a sus hijos sobre los ataques de Hillary Clinton?», preguntó Trump a su audiencia en North Carolina. «A cada niño de Estados Unidos, quiero decirles esta noche que sepan que sus padres trabajan duro para darles una vida mejor, y para hacer mejor a su país».
Es un patrón que se ha repetido varias veces. Después que Clinton calificó a Trump de «temperamentalmente incompetente» para la Casa Blanca, Trump respondió defendiendo su temperamento y atacando el de ella.
El magnate la ha acusado de estar involucrada con Rusia —pese a que él hace frecuentes elogios del presidente ruso Vladimir Putin y a los vínculos que tiene su campaña con el mandatario_. También ha acusado a Clinton de iniciar el movimiento que puso en duda la ciudadanía estadounidense del presidente Barack Obama, cuando de hecho fue él el principal promotor.