Carla Ramírez.-
Con una población de 56,937 habitantes y una economía sólida, en gran parte por la basta producción de ganado que tenía Tamaulipas a principios del siglo XIX, su participación en la Guerra de Independencia fue más bien mesurada en comparación con otros estados de la República Mexicana del bajío, pues el estado siempre estuvo bajo control de los mando militares.
De acuerdo a las cifras recabadas del libro “Tamaulipas y la guerra de independencia: acontecimientos, actores y escenarios”, que se realiza en homenaje a Juan Fidel Zorrilla, del total de su población el 26 por ciento estaba conformado por españoles, el 51 por ciento formaba parte de las castas y sólo el 23 por ciento eran indios, es decir, el 77 por ciento de los habitantes vivía en la opulencia, por lo que no les era necesario rebelarse.
“La población tenía diferentes intereses políticos, financieros, además había una población más fuerte económicamente, había propietarios de minas, de fábricas de hilados, de ganaderías”, explicó el maestro Francisco Ramos Aguirre, investigador del Museo Regional de Historia.
Cabe mencionar que en ese entonces Tamaulipas tenía el nombre de Nuevo Santander y junto con Nuevo León, Coahuila y Texas, eran nombradas las Provincias del Oriente, éste estado era un territorio muy grande y poblado con muy pocos habitantes.
Por otra parte, la ubicación geográfica de Tamaulipas tampoco era la ideal para recibir los avisos de insurrección de primera mano, pues cuando estalla la Guerra de la Independencia no había telégrafo, teléfono, mucho menos Internet ni ninguna de las tecnologías con las que hoy en día se cuentan, pasaban hasta diez días para que pudieran llegar los comunicados de San Luis Potosí, que era el área de intendencia más cercana.
Así que fue hasta por el 28 o 29 de septiembre del 1810 que en Tamaulipas llega el aviso de insurrección, esto fue a través de arrieros y pastores, quienes por su oficio, iban y venían de un lugar a otro y eran los portadores de este tipo de noticias.
“Había un enorme movimiento económico debido a la ganadería que se presentaba en la época Colonial, igualmente de ganado bovino, ganado caballar, mulas y pequeñas especies, estamos hablando de cabras y ovejas, eran miles de cabezas de ganado las que existían en este territorio por la posición geográfica en cuanto a pastizales”, mencionó el historiador Ramos Aguirre.
Tula fue uno de las ciudades más importantes en este evento histórico, pues es aquí donde surgen las primeras proclamas de independencia y nace uno de los guerrilleros más notables en el norte de México, Bernardo Gómez de Lara, quien junto a su hermano, Martín Gómez de Lara, Mateo Acuña y Lucas Zúñiga, les apodaron “Los Huacales” y encabezaron el levantamiento armado en el municipio, en diciembre de 1810.
En ese entonces el gobernador de Nuevo Santander era Manuel de Iturbe e Iraeta y dado a los movimientos guerrilleros en Tula, Villa de Aguayo, Santa Bárbara, San Carlos (la última Capital del Virreinato) y Padilla, en enero de 1811 lo obligaron a huir hacia Altamira, con un reducido número de sirvientes y colaboradores, entre ellos: Ramón Perea, Miguel Paredes, Felipe de la Garza, entonces capitán, así como la unidad militar de la segunda compañía volante de Nuevo Santander al mando de Joaquín Vidal de Lorca. Estas fuerzas recibieron apoyo militar del coronel Joaquín Arredondo, comandante del regimiento fijo de Veracruz, quien por órdenes del Virrey, acudió en barco con su tropa, un ejército de más de tres mil soldados, hacia Altamira a prestar auxilio y logró reducir a los rebeldes en breve plazo.
Mientras tanto Bernardo Gómez de Lara siguió su lucha y el once de junio de 1811, al frente de un grupo de trescientos hombres, ocupó Matehuala durante varios días y aumentó su ejército con 700 hombres, pero el 21 de junio fue derrotado por las fuerzas conjuntas de don Antonio Elosúa y del cura José María Semper, con un saldo de 200 muertos, 16 heridos y 169 prisioneros. A pesar de que la derrota fue completa, el “Huacal” logró escapar y partió a la región del Bajío.
“Finalmente cuado llegan los refuerzos, ya con un comandante específico (Arredondo) y logra tener un control, todo vuelve más o menos a la normalidad y se rodean de algunos militares importantes como Felipe de la Garza”, agregó el historiador.
Ya en abril de 1815 dejan en sus manos Joaquín Arredondo el Gobierno de Nuevo Santander.
“El territorio estaba sometido a un control dentro de la guerra que se seguía desarrollando sobre todo en el centro del país, aquí no era muy poblado, así que no significaba mucho peligro y no hubo necesidad de que el gobernador estuviera aquí, pues Arredondo vivía en Saltillo”, comentó.
En ese período también destaca la participación de José Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, originario de la antigua Revilla, lo que ahora es Nuevo Guerrero. Pese a que él pertenecía a una familia acomodad, al enterarse del levantamiento por la lucha de la independencia no dudó en viajar a Saltillo para ponerse a las ordenes del cura Hidalgo. Así que es enviado a Washington, E. U., como comisionado para solicitar apoyo para la causa. Pese a que si logra entrevistarse con algunas autoridades, no llegan a un acuerdo y regresa a Texas, para hacer campaña y ayudar a la causa.
REAVIVAN LA LLAMA INDEPENDENTISTA
Javier Mina conoció en Inglaterra al cura Fray Servando Teresa de Mier, quien era un sacerdote insurgente y lo convenció para conspirar en Estados Unidos y logran tener un financiamiento económico por parte de los grupos liberales de este país.
Así que en abril de 1817 llega Javier Mina junto al cura Fray Servando Teresa de Mier y un ejército de 250 soldados aproximadamente a las costas de Soto la Marina para hacer una labor de convencimiento en el Estado, tienen algunas incursiones de guerra en Villas de Casas; tratan también de convencer a Felipe de la Garza para unirse a la causa, sin éxito alguno. Pero al ver que aquí no hay mucho por hacer, decide Mina ir hacia el centro, que era el punto focal de la guerra.
“Fue hasta 1821, que se hace la proclama de la independencia, cuando los tamaulipecos que habían estado en contra se vuelven insurgentes, ya una vez que triunfa la independencia, ellos se acomodan y buscan la manera de no perder sus privilegios, sobre todo la aristocracia que existía en aquel entonces, ellos se transforman simulando que siempre habían estado en la lucha”, puntualizó.
Algunos de los personajes aristócratas que cambiaron su ideología al lograrse la independencia fueron: Felipe de la Garza, la familia Quintero y la familia de Lucas Alemán, entre muchos otros, quienes construyeron importantes grupos de poder entre 1821 y 1870.
Situación poblacional
en septiembre de 1810
51% Aristócratas
26 % Españoles
23 % Indios