Carla Ramírez.-
Un alma caritativa, que con su sola sonrisa brinda confianza y paz a los que la rodean, entregada a su familia, a su trabajo, esposa amorosa, amiga incondicional, reconocida como Mujer del Año en 1992, Oficial de Registro Civil durante seis años, regidora municipal, promotora cultural incansable, docente de profesión, amate de las plantas, pero sobretodo un ser humano bondadoso, recordada con gran cariño por sus “papeleritos”, eso y mucho más es Bibi Arreola de Áviles.
Y es que con 81 años de vida, faltan palabras para poder describir su trayectoria como profesional, su trabajo de beneficencia y sus enseñanzas como ser humano.
El Conjunto Típico Tamaulipeco fue una gran experiencia para ella, siendo la base para su formación el Club Olimpia, grupo con el cual recorrieron el estado con exitosas presentaciones.
“Una semana antes del debut del Conjunto, que iba ser en México, mi compañero de baile se quiebra una pierna y entonces lo sustituyó un joven locutor que acababa de llegar a la ciudad, Carlos Adrián Áviles”, mencionó.
El debut del Conjunto fue en México, en un encuentro de chelistas encabezado por el maestro Pablo Casals, sin embargo por el mal tiempo se suspendió el evento: “Pero Chelo Cantu, que nadie le ganaba una, fue y habló con el gobernador y le dijo que permitiera que Tamaulipas se presentara y fuimos el único estado que lo hizo en la casa donde estaba el maestro Casals”.
Un amor para toda la vida
Recordó con gran cariño cómo su papá la cuidaba en todo momento: “Déjame decirte que fue mi fracaso como bailarina (refiriéndose a los cuidados de su padre), como él era periodista, corresponsal del Mundo de Tampico tenía muchas consideraciones, viajaba con nosotras, así fuimos a Laredo, a Monterrey, aquí en Victoria aquí, hasta que nos invitan para Canadá y que me dice mi papá: ‘pues lo siento mucho pero tu no vas a ir y vas a dejar el Conjunto’. Yo le pregunté que por qué y el me respondió: ‘porque es totalmente incorrecto que tu viajes con tu novio, así que te despides’. Lloré, patalee, pero obedecí”.
El 21 de octubre de 1960 unió su vida en matrimonio a Carlos Adrián Avilés, la boda fue en la capilla de San Isidro de Tamatán y las niñas de Casa Hogar le cantaron en la misa. Juntos formaron hermosa familia junto a sus hijos: Carlos Adrián, María Isabel (Marissa) y Luis Gerardo, quienes ahora la han hecho la abuela más feliz del mundo.
Siendo su esposo Caballero de Colón, entra ella como Dama Isabelina y poco tiempo llega a ser la Presidenta, período que también le dejó grandes satisfacciones pues realizó dos actividades llenas de amor: Apoyar a los presos, sobretodo a las mujeres reclusas y ayuda a los papeleritos los fines de semana.
Una experiencia para recordar
A los papeleritos les regalaban el almuerzo todos los sábados, les enseñaban el catecismo y en el Día del Sagrado Corazón hacían su Primera Comunión, siendo ellas las madrinas les regalaban su ajuar. Además en Navidad les llevaban juguetes y el Día de las Madres les hacían un convivio para festejar a sus mamás, donde cada pequeño participaba cantando, declamando o bailando.
La señora Bibi se las ingenió para buscar ayudar a los pequeñitos que anduvieran descalzos, por lo que buscó a una amiga comerciante y le dijo que la apoyara con un mejor precio de calzado y así todos los niños que mandara pudieran recibir sus zapatos.
Y con las vueltas que da la vida, hace diez años aproximadamente se encontró a uno de esos pequeños, siendo ya un ingeniero y trabajando como servidor público.
“Me dijo: Yo la conozco, yo soy de esos papeleritos que ayudó, me juntaba cuando ustedes daban las clases y usted me compró mis primeros zapatos y eso no se me va olvidar nunca”, platicó la señora.
Agregó: “¿Cómo es posible que haciendo uno tan poquititito, pero haciéndolo muchas lo mismo tiempo, se puede lograr tanto?”
Ha trabajado toda su vida
Hasta hoy en día sigue laborando, ahora en la Biblioteca Marte R. Gómez, pese a que incluso, algunas de las que fueron sus alumnas, ya se jubilaron, ella sigue trabajando, pero nos compartió que ahora sí ya pretende retirarse.
“Sabes que la mayoría de mis amigas están enfermas, algunas ya se han ido y en lo único que pienso cuando se van es en una cosa: ¿cómo fui con esa persona, la traté bien, le mostré la simpatía, la apoyé? Y muchas veces me lamento por no haber estado con ellas; ahora ya varias de ellas casi no salen, se mueven con dificultad, así que quiero verlas más y disfrutarlas más. Y además quiero seguir apoyando en obras de beneficencia”, concluyó la dama del noble corazón tamaulipeco.
Un ejemplo de vida… un ejemplo a seguir…