diciembre 11, 2024
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octubre 2, 2016 | 191 vistas

Mauricio Zapata / Crónica.-

Finalmente Tamaulipas se pintó de azul, literalmente.

Ayer todo fue color azul. Pero no sólo eso, sino que también hubo un fuerte discurso, un discurso que habla de una separación total con todo lo que hubo en el pasado inmediato y más allá.

La zona del Parque Bicentenario fue una fortaleza. El lugar estaba blindado y para llegar allí había filtros de seguridad a un kilómetro a la redonda. Eran tres retenes en donde revisaron hasta la cajuela de los vehículos.

El nuevo Gobernador llegó acuerpado por la cúpula de su partido; gente como el ex presidente Felipe Calderón, como Ricardo Anaya, como Diego Fernández de Cevallos. Gente como Margarita Zavala, Josefina Vázquez Mota, Roberto Gil Zuarth; Ernesto Cordero Arroyo y Rafael Moreno Valle.

Pero también de gobernadores de otros estados: Chiapas, Veracruz, Nuevo León, San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla, entre otros. A los que abrazó y lo abrazaron. Gente que terminó cautivada con el discurso, al menos así lo demostraba el rostro de ellos cuando escuchaban la arenga del mandatario.

 

EL ‘TAM’ QUE QUIEREN DESTACAR

Un azul que se vio hasta en las vallas que dividían el paso de la gente. Un azul que se vio en los listones, en los letreros. Un azul que se vio reflejado en las corbatas y atuendos, incluso, en el traje del Gobernador y su corbata en dos tonos. En los vestidos de su esposa e hijas. Un azul que sobresale en la nueva imagen institucional, acompañada de un verde claro y la palabra “Tam”, que también se vio por todos lados.

Un estilo muy agringado en la organización y forma. Un estilo muy agringado en el escenario, la forma de llevar a cabo el evento, en donde hasta sacerdotes llegaron con todo y alzacuellos y se supieron distinguir entre los demás, así como en los eventos políticos de Estados Unidos.

Un cerco de seguridad del que nadie, incluso la familia del Gobernador, se pudo salvar.

 

LOS ADVERSARIOS QUE SÍ LLEGARON

Al evento también llegaron priistas, comenzando por el ex adversario de Cabeza de Vaca, el diputado Baltazar Hinojosa, que fue invitado, no como legislador, sino como ex contendiente y al que acudió en una muestra de civilidad política. Y al que también fueron otros que buscaron el mismo cargo como Abdíes Pineda y Francisco Chavira. Nadie más de ellos.

Allí también llegaron los alcaldes, pero también los diputados federales, que juntos entraron, juntos se sentaron, juntos comieron y juntos se fueron. Que juntos escucharon el llamado para trabajar por Tamaulipas fuera de ideologías políticas.

En la ceremonia que hubo en el Congreso local, fue sólo una muestra de lo que iba ser el siguiente evento. Ahí se mostró a un Cabeza de Vaca tomando distancia del pasado, incluso se notó desde el momento en que fue el único que no se llevó la mano al pecho cuando se entonó el himno a Tamaulipas.

Ahí marcó distancia. Pero después cuando tomó protesta, lo hizo con firmeza, apoyado por un telepromter casi invisible y con un tono de voz que enmarcaba pausa y a la vez energía. Energía que se vio en el discurso que posteriormente dio.

Un discurso que fue interrumpido hasta en doce ocasiones y que fue breve, breve porque lo mejor venía después. A lado de él, un Egidio Torre nostálgico y despidiendo el color naranja de su corbata, un color que marcó época en Tamaulipas.

 

SELFIES Y ENTREVISTAS DE ‘BANQUETA’

Cabeza de Vaca, posterior al evento en el Pleno parlamentario, se tomó fotos con todos. Saludó a los diputados y los invitados. Hubo seflies que él mismo tomó. Hubo saludos y abrazos.

Y también accedió a dos entrevistas “banqueteras”, de manera amable, entrevistas que los reporteros las hacían pensando en ser rechazados y se sorprendieron cuando el gobernador Cabeza de Vaca accedió sin chistar.

Afuera ya en un autobús lo esperaban sus invitados para trasladarse allí cerca, al Polyfórum.

El lugar estaba acomodado para una comida. Había mesas para diez personas. Todo elegante. Al fondo, un escenario en color plata pero enmarcado con una iluminación en tonos azules. Un escenario que lo esperaba.

Llegó al lugar, saludó. Abrazó. Iba sonriente. Iba feliz, siempre de la mano de su esposa. Los gobernadores invitados lo saludaron; el de Chiapas no lo soltaba. Luego fue con los senadores, con quienes bromeó y con quienes se rió, y a quienes les dedicó más tiempo en el saludo.

Ya lo esperaba el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, el encargado de un rubro que habrá de impulsarse de manera fuerte de aquí en adelante en Tamaulipas.

 

EL DISCURSO

Y venía lo mejor.

Venía el discurso en el que si bien, ser “vacuno”, también marcó líneas y barreras. En donde dejó en claro cuál será su estilo de gobernar y cómo lo hará. Un discurso considerado fuerte, en donde los invitados estaban cautivados, unos y serios, otros.

Un discurso que mantenía la atención de todos los que estaban allí esperando cada palabra y que en cada palabra esperaban algo todavía más fuerte.

Mientras eso sucedía, las redes sociales daban cuenta de lo que sucedía y los tamaulipecos opinaban que era un discurso esperanzador; “ojalá que sí lo haga”, coincidían en señalar.

Pero en el evento, antes de la comida y durante el discurso, se notó a la gente con un rostro analizando cada una de las palabras que iba pronunciando un mandatario que, si bien no es experto en la oratoria, no lo hace tan mal porque a cada frase, a cada segmento, a cada párrafo lo supo expresar y le daba el tono que se requería.

 

EL RESCATE

Inició hablando de que no habrá borrón ni cuenta nueva. Habló de que habrá justicia y que se acabaría la impunidad. Habló de que se acabó una larga historia y que ahora habrá un antes y un después del cinco de junio. Habló de rescatar a las instituciones de la corrupción, de rescatar al estado de la inseguridad.

La gente estaba atenta. El mandatario se apoyaba en el telepromter aunque se notó que había estudiado a la perfección el discurso. Un discurso que, incluso anoche, había cambiado algunas palabras y que revisó y ensayó de manera muy minuciosa.

Calderón sonreía. Margarita veía con asombro al tamaulipeco. Josefina, seria y atenta. Los priistas que llegaron estaban con el rostro duro. Los empresarios con cara de esperanza. Los gobernadores tomando nota y el azul seguía tomando fuerza.

Sus amigos senadores fueron los primeros en aplaudir y también fueron los primeros en pararse para ovacionar a su ex compañero.

El Polyforum se veía raro con esos tonos azules. Un Polyforum que lleva el nombre de un priista y que ahora se enmarcaba para recibir a alguien de otro color totalmente diferente.

Un Polyforum al que ya no llegaron aquellos seccionales o líderes de colonias de antaño a darle matiz a los eventos.

Es cierto, fue en evento selectivo, al que revisaron hasta el último cierre de las bolsas y que los gafetes eran escaneados para constatar la autenticidad de cada uno de ellos.

 

MARIO ANDRADE

Al final se llevó la ovación, sobre todo cuando parafraseó al poeta brasileño Mario Andrade, principalmente cuando habló de no permitir la mediocridad y los malos gobiernos, dirigido a sus colaboradores que se pararon a un lado de él casi al término de su discurso.

Un poema que terminó por cautivar.

Un discurso que terminó con una petición divina.

Fue el inicio de la era azul, porque ayer inició una nueva era. Una nueva era de otro color, de otro discurso, de otra dimensión, de otra magnitud. Una nueva era que da esperanza a la gente: Una nueva era que marca una diferencia total de hacer gobierno y hasta de organizar eventos.

Ayer, Tamaulipas terminó por pintarse de azul.

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