CIUDAD DE MÉXICO, octubre 1 (Agencias)
La revista especializada Neurology es un lugar improbable para leer sobre el actor Robin Williams. Pero la publicación oficial de la Academia de Neurología de Estados Unidos es justamente el lugar elegido por la viuda de Robin Williams para dar a conocer una conmovedora carta.
En un texto llamado “El terrorista dentro del cerebro de mi marido”, Susan Schneider habla sobre los síntomas de la demencia con cuerpos de Lewy que sufría el actor que se suicidó en agosto de 2014, enfermedad neuronal que fue parte de las razones para la fatal decisión del ganador del Oscar como Mejor actor secundario en “En busca del destino”.
Tal como había comentado antes Schneider, la demencia con cuerpos de Lewy es un desorden neurodegenerativo que afecta a la memoria y a las capacidades motoras, un padecimiento del cual la familia de Williams sólo se enteró a los tres meses tras su muerte, al recibir el informe de la autopsia.
“La demencia con cuerpos de Lewy es lo que mató a Robin”, asegura la viuda del intérprete que también sufría Párkinson.
Según el texto, la enfermedad le causaba al actor “paranoia, alucinaciones, insomnio, fallas de memoria”, así como “respuestas emocionales que nada tenían que ver con su carácter”.
El gran problema es que tanto Williams como Schneider desconocían las causas de los síntomas, por lo tanto vivieron una enorme frustración durante último alrededor de un año.
Según Schneider, Williams solía decir: “Sólo quiero reiniciar mi cerebro”.
“El rol más difícil de su vida”
“Nunca sabré la verdadera profundidad de su sufrimiento o lo duro que estaba luchando. Pero desde mi posición, vi al hombre más valiente del mundo interpretando el rol más difícil de su vida”, agregó Schneider y negó que el comediante sufriera de una profunda depresión, como se había dicho tras su muerte.
“Robin estaba limpio y sobrio, y, de alguna manera, rociamos esos meses de verano con felicidad, alegría y las cosas simples que amábamos: comidas y celebraciones de cumpleaños con la familia y amigos, meditar juntos, masajes y películas, pero, por encima de todo, simplemente coger la mano del otro”.
Según contó Scheiner, además de algunos lindos momentos, en los últimos meses de su vida Williams mostró algunos síntomas de depresión y episodios de ansiedad, algo que empeoraba porque el actor podía pasar de la lucidez a un estado de confusión, algo particularmente complejo para ambos.
“No tenía poder para ayudarle a ver su propia genialidad… Por primera vez, mis razonamientos no tenían ningún efecto para que mi marido encontrara la luz en los túneles del miedo en los que estaba metido”.
Si bien la viuda lamenta no haber conocido el diagnóstico mientras el actor vivía, dice, “el terrorista iba a matarlo de todas formas. No hay ninguna cura y el rápido declive de Robin estaba asegurado”.
Es por esto que ahora Schneider trabaja con la asociación estadounidense de esta enfermedad aumentar su visibilidad y, así, ayudar en su diagnóstico.