Mauricio Zapata.-
“No somos malos, nosotros damos diversión y alegría”, atajó “Bombita”, un payaso victorense, quien dice sentirse agraviado por la mala fama “que unos chistositos” han dado de los payasos.
Frente al espejo medio inclinado, concentrado en el maquillaje; con su dedo índice embarra de una crema blanca su rostro y se prepara para ir a un evento, “es una fiesta infantil para ir a dar diversión a los niños, porque para eso nacimos los payasos”.
“Bombita” es un trabajador administrativo de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y los fines de semana se dedica al oficio del payaso para ganarse un dinero extra.
BAJÓ EL TRABAJO
¿Ahora con ese de los payasos que espantan en la calle, no les ha disminuido la chamba?, se le preguntó.
“Sí, hemos tenido algunas semanas flojas. Por lo regular tenemos hasta cinco fiestas de viernes a domingo y una que otra entre semana, pero ahora hemos tenido poco trabajo, de tres a cuatro, a lo mucho, una fiesta”, dijo.
Pero lo peor, continuó “Bombita”, no es que le disminuya el trabajo, sino que algunos niños han empezado a tenerles miedo.
“Se espantan los niños cuando nos ven, sobre todo en la calle”, indica.
Y añade: “Yo me voy ya vestido y disfrazado de mi casa a las fiestas y en algún semáforo la gente nos ve con cara de horror y eso no se vale”.
Atrás de “Bombita” está su atuendo de payaso: un overol rojo, camisa de seda amarilla con un enrome cuello y los clásicos zapatos de payaso. También unos guantes blancos y un baúl con el material que trabaja para cada evento al que asiste.
“Incluso en las últimas fiestas a las que he ido los niños nos ven con desconfianza”.
Pero “Bombita” va más allá: “Hacemos un llamado a la gente para que confíe en nosotros, para que nos vea como lo que verdaderamente hacemos: dar diversión y alegría a los niños”.
NO SOMOS MALOS
“No somos malos, somos buenos y muy simpáticos. Ojalá esa modita que traen se acabe pronto, porque nos está haciendo mucho daño estar así, que nos vean como malos”.
Su esposa “Angelito”, le ayuda en sus rutinas. Ella también trabaja en la UAT como secretaria y coincide con su marido en que la chamba ha disminuido.
“Sí, ha bajado mucho, desde que salió eso de los payasos que espantan, se nos ha reducido mucho el trabajo y los llamados y nosotros con eso nos ayudamos porque los sueldos son bajos”.
Los dos ya están listos para ir a una fiesta. Coloridos y con maquillajes extremos salen de su casa para ir a dar diversión y alegría a niños y adultos, como ellos dicen y a la espera de que nadie les tema.