Fabiola Escobedo.-
Es una tradición que los niños se disfracen y salgan a las calles acompañados de un adulto… Entonando «Queremos Halloween, queremos Halloween» de manera estridente, donde piden alguna golosina por haberse vestido de algún monstruo y que de manera benevolente se les otorguen dulces, eso que resulta ser tan preciado para ellos.
En la tarde del 31 de octubre en la calle Hidalgo, por todo el Ocho hasta el 15, avenida donde se concentra un gran número de establecimientos de venta de calzado, ropa, accesorios, maquillaje, entre otros, ahí la oleada de pequeños arrasaron con los dulces, arrancando sonrisas por la ternura de los pequeñitos y la de sus atuendos.
Aunque queriendo lucir terroríficos, unos más que otros, se notaba que le habían invertido horas en crearlos y mucha imaginación.
Desde muy temprano, donde la luz del día todavía resplandecía alrededor de las 14:00 horas hasta las 20:00 horas, anduvieron en la zona, desde dráculas, brujas, chucky, lloronas, oso Ted asesino, momias, zombis… fueron muchísimos.
Una de las experiencias más bonitas fue el momento en el que se armó la revuelta de varios niños que llegaron con un señor que estaba con su bicicleta vendiendo jicaletas, cerca de un banco, de pronto se invadieron las manitas de los chiquitines al ver que tenía una bolsa repleta de paletas, caramelos y más.
