diciembre 14, 2024
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noviembre 2, 2016 | 736 vistas

Alejandro Echartea.-

Uno de los cementerios más antiguos de Tamaulipas se encuentra ubicado en Ciudad Victoria, en el Cero Morelos, este panteón fue creado posterior al año de 1820, pero se tiene registro de que las tumbas más antiguas datan desde la década de 1860; es por esta misma antigüedad que por lo menos dos mil tumbas se encuentran en el abandono.

“Tenemos tumbas muy antiguas, hay gente que ya no las visita porque o se acabó la generación familiar, o hay otra gente que emigró de Ciudad Victoria, de Tamaulipas, a otros países u otros estados, y son tumbas olvidadas”, indicó Gilberto Quintanilla de la Fuente, administrador de este cementerio municipal.

En total se cuenta con once mil 500 tumbas en casi cinco hectáreas de extensión en el primer cuadro de la Ciudad, este cementerio fue creado al extremo oriente a las afueras de la Villa de Santa María de Aguayo, no fue sino hasta 1825 cuando el Congreso Constituyente del Estado de Tamaulipas decretó el cambio de nombre y ascendió a categoría a Ciudad Victoria.

Desde entonces el crecimiento de la mancha urbana rodeó al predio destinado para panteón municipal con las colonias Obrera e Hidalgo, de las once mil 500 tumbas entre 300 y 400 se encuentran semi olvidadas, pero son dos mil las que muestran un avanzado estado de deterioro debido a su antigüedad.

“En total abandono tenemos un promedio de dos mil tumbas, que a esas tumbas ya no las visitan, esa parcialidad que tenemos son tumbas de gente que se llevó sus restos y que ahí están las tumbas sin restos”.

“Ya no hay quién las arregle porque son tumbas quebradas, totalmente abandonadas, son tumbas que pertenecen a alguien, son particulares, no son propiedad municipal, entonces no podemos actuar sobre esas tumbas y repararlas porque no son municipales”.

Quintanilla de la Fuente mencionó que se han estado tratando de localizar a los descendientes de los propietarios de las tumbas para que se hagan cargo de sus difuntos, no obstante el Municipio no cuenta con documentación de antes de 1947, fecha en la que el Gobierno del Estado cedió la administración del panteón del Cero Morelos al Ayuntamiento.

“Se trata de buscar en los archivos municipales y de oficina para poder localizar alguna descendencia de esas personas que están sepultadas, pero no hemos podido dar con la familia, anteriormente lo manejaba la Oficina Fiscal del Gobierno del Estado, el panteón no se municipaliza sino hasta 1947, es en adelante cuando el Municipio toma la autoridad del panteón municipal”.

 

PERO DEJAN FLORES

A pesar de estar abandonadas estas casi dos mil tumbas, el administrador del cementerio señaló que han sido descubiertos ramos de flores sobre las tumbas supuestamente abandonadas, “sí vienen a veces porque encontramos que dejan flores, pero no detectamos al familiar que las puso, todo eso nos pasa y es difícil dar con ellos, son tumbas muy antiguas de 1860, 1890, 1910, ya son generaciones muy antiguas que la verdad se perdieron y no hay quién reclame”.

Epitafios, históricos y religiosos, las últimas palabras para los seres queridos.

Un epitafio es una inscripción grabada o destinada para ser grabada en una sepultura, en ocasiones van acompañadas de una escultura en bajorrelieve con alguna figura religiosa para acompañar la última morada de los difuntos.

En el panteón del Cero Morelos destaca una inscripción dedicada al profesor y general Alberto Carrera Torres, la cual dice “Me voy con la conciencia tranquila porque tengo la fe de que soy inocente”. Esta inscripción se encuentra en una de las bardas del cementerio en donde se localiza el lugar exacto en donde se montó su paredón de fusilamiento el 16 de febrero de 1917.

Otra inscripción que adorna este muro es el de “papá Isabel”, la cual dice “En este camposanto yacen los restos del ilustre patriota Isabel Ábrego Martínez, (1901-1964) militar liberal de ideas progresistas que combatió con heroísmo a los conservadores reaccionarios en la Guerra de los Cristeros ‘La Cristiada’. Forjador de la Nación Liberal y Republicana”.

 

ABUNDAN MENSAJES

Asimismo, abundan mensajes religiosos y cariñosos en las tumbas más antiguas del panteón del Cero Morelos como el de Martín Rodríguez Molina, fallecido el año de 1961, de quien descansan sus restos con los de la señora Antonia Torres Carrillo, fallecida en 1984, y Carlota Rodríguez Sánchez en 1992.

“Hijo, alivia la vejez de tu padre y no le des pesadumbre en su vida, y si llegara a volverse como un niño compadécelo y jamás lo desprecies por tener tú más vigor que él porque la beneficencia o caridad con los padres no quedará en el olvido”.

En la tumba de Guadalupe Caballero, nacido el 18 de julio de 1887 y fallecido el tres de junio de 1915, se puede leer: “Nadie podrá olvidarte hijo amantísimo, hermano cariñoso, Dios al llevarte a su seno premió tus virtudes, siempre vivirás en el alma de los que te aman y te dedican este recuerdo”.

La tumba de María de la Paz Martínez de Coronado, fallecida el 25 de mayo de 1975, puede leerse: “Adorada madre, un vacío nos dejaste en el alma, más nos anima la esperanza de que nuestra separación no será eterna, tu esposo e hijos”.

El epitafio de Gerardo Medrano Villanueva, quien vivió del 30 de julio de 1906 al 19 de septiembre de 1964, dice: “Su esposa y sus hijos dedican este imperecedero recuerdo a su memoria, sus hijos y nietos te recordamos con cariño”.

Otros más breves pero no menos emotivos son el de Benigno Sena Guevara: “Un recuerdo de amor y respeto de su esposa e hijos”; María Isabel Cena Castillo: “Un recuerdo amoroso de tu madre y hermanos”; el de la señora Elsa de la Llata de Hinojosa: “Madre, tu recuerdo vivirá eternamente en nuestros corazones”, entre muchos otros.

 

TUMBAS DE MÁS DE CIEN AÑOS

SE HUNDEN EN EL PANTEÓN

Al contar con tumbas que datan desde 1860, el panteón del Cero Morelos enfrenta el riesgo de que muchos de los monumentos más antiguos se vengan abajo, tal es el caso del mausoleo de la familia Escandón, el cual se localiza del lado norte casi a la entrada del cementerio municipal. Este mausoleo está construido con piedra de sillar, el cual es difícil de restaurar debido a los materiales y a que su trabajo se ha ido perdiendo.

Otro de los casos más representativos es el de la tumba del general de brigada Joaquín Z. Kerlegand, nacido en Tampico en 1838 y fallecido en Ciudad Victoria en 1908, fue el mes de abril de este año cuando un automovilista se introdujo al panteón con su vehículo estrellándose contra el monumento.

“No vino nadie, se reparó la tumba por cuestiones de un accidente que tuvimos aquí, pero no vino nadie a hacer una reclamación, sin embargo nosotros como Municipio actuamos con la situación y llegamos a un acuerdo con la persona que dañó y se hizo la reparación correspondiente”, aclaró Gilberto Quintanilla.

Otras tumbas no tan antiguas como la de Maclovio M. Sierra (diez de marzo de 1848 a 18 de octubre de 1914) se encuentra casi en el abandono, o la de la señora Ma. Guadalupe García viuda de Núñez, la cual se encuentra prácticamente entre el monte.

En la primera manzana del histórico cementerio se encuentran antiguas construcciones que ya se han venido abajo, de las cuales ni siquiera sobrevive una placa o inscripción con el nombre de la persona cuyos restos descansan allí.

Otras más sobreviven en buen estado pero los efectos de la lluvia, el sol y el viento ya han borrado las inscripciones grabadas en piedra o granito sobre los monumentos, evidencia de que nada en este mundo es para siempre.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cuenta con un presupuesto para el rescate de edificios artísticos e históricos, como lo pudieran ser las tumbas más antiguas y que están abandonadas por sus descendientes, institución a la cual Quintanilla de la Fuente consideró que se pudiera buscar la manera de rescatar el patrimonio histórico contenido en este cementerio.

 

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