MANAGUA (AP) — El presidente Daniel Ortega se acerca a la que podría ser su tercera reelección consecutiva en unos comicios cuestionados por la oposición, en los que no tiene contrincantes que le hagan sombra y en los que su principal enemigo es la exhortación que hicieron sus críticos a abstenerse de votar.
Las autoridades electorales se mostraron satisfechas con la afluencia de votantes el domingo desde temprano, pero no será hasta el cierre de los colegios cuando ofrezcan datos sobre la participación.
Un total de 3,8 millones de votantes estaban convocados a sufragar en estas elecciones, que no cuentan con observadores internacionales y cuya legitimidad está en duda debido a los movimientos llevados a cabo en los últimos meses por el oficialismo para debilitar a los partidos de oposición, muchos de los cuales quedaron fuera del parlamento y de la contienda, y son los que instaron a la ciudadanía a boicotear la jornada y quedarse en casa.
«La ausencia masiva de la población en las votaciones significa que el pueblo ha hablado fuerte, claro y cívicamente: no respaldamos la farsa electoral», dijo el principal movimiento opositor, el Frente Amplio por la Democracia, en un comunicado el domingo en la tarde.
La Iglesia católica, preocupada por las acciones contra políticos opositores que generaron intranquilidad dentro y fuera del país, exhortó hace dos meses a reflexionar sobre si se participaría o no en las elecciones, pero durante la jornada electoral sus miembros mandaron mensajes contradictorios.
«Después de reflexionar, decidimos venir a votar y esperamos que todo se desarrolle de la mejor manera posible, por el bien de la población y del país», dijo el domingo temprano el cardenal Leopoldo Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal, al salir de un centro de votación.
Horas después Juan Abelardo Mata, obispo de Estelí y secretario de la Conferencia, abogó abiertamente por el boicot propuesto por sectores de la oposición e instó a no participar «para no avalar un proceso ilegal y que no cumple con las garantías de transparencia».
Ortega, ex comandante guerrillero a punto de cumplir 71 años y líder del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), busca consolidar el domingo su poder junto a su influyente y poderosa compañera de vida y de gobierno, Rosario Murillo, ahora aspirante a la vicepresidencia.
Las encuestas le daban la victoria con más del 50% de los votos y su reelección se da casi por descontada, aunque hasta entrada la noche no se conocerán los primeros resultados ni el llamamiento al boicot fue significativo o no.
La organización nicaragüense Panorama Electoral, que tiene observadores en distintos puntos, consideró que la presencia de votantes era «rala» (escasa).
Además de Ortega, hay otros cinco candidatos a la presidencia, pero son políticos desconocidos para la gran mayoría de la población, a los que las encuestas no les dan ninguna opción y que no son considerados opositores reales, sino aliados del actual gobernante. Según el analista político Carlos Tünnmermann, habrían aceptado participar en la contienda a cambio de obtener ciertas cuotas de poder en la Asamblea Nacional.
Se renovarán también los 92 diputados de la Asamblea y se elegirán a 20 representantes del Parlamento Centroamericano
Además de las acciones para debilitar y diezmar a la oposición, y que los analistas atribuyen al entorno de Ortega, otro motivo de preocupación es la falta de misiones independientes que presencien la contienda electoral.
En junio, el presidente llegó a tachar de «sinvergüenzas» a los observadores internacionales de la Unión Europea y la Organización de los Estados Americanos, pero finalmente una delegación de ésta última entidad ha llegado al país aunque, según la explicación oficial, su misión no será «observar» los comicios sino reunirse con quienes sirvan de acompañantes del proceso, todos funcionarios de gobiernos afines al FSLN.
«No es ningún organismo externo el que va a dar fe de la transparencia y la legitimidad de las elecciones. Nosotros decidimos en Nicaragua si son o no transparentes», afirmó el domingo Roberto Rivas, presidente del Consejo Supremo Electoral, tras jactarse de la buena afluencia de votantes durante la mañana.
«He venido a votar porque no es solo mi derecho como ciudadana, también es mi deber, es una responsabilidad y la he ejercido; estoy contenta», dijo Eva Castillo Duarte, licenciada en mercadeo de 28 años.
Ortega llegó por primera vez a la presidencia en 1979 tras una cruenta guerra civil en la que cayó la dictadura de Anastasio Somoza. Gobernó hasta 1990, cuando perdió las elecciones, pero regresó al poder en 2007. Desde entonces ha sido reelegido en dos ocasiones. Sin embargo, si se mantiene en el poder este nuevo mandato no será sencillo, auguran los analistas.
Según el sociólogo y economista Oscar René Vargas, catedrático de la Universidad Centroamericana, la falta de cooperación de Venezuela —un socio incondicional de Managua junto a Cuba, pero que vive una gran crisis_, el alto precio del petróleo y la posibilidad de que salga adelanta la iniciativa estadounidense para bloquear créditos a Nicaragua, «hacen un panorama más que complejo para Ortega en el próximo período».