WASHINGTON (AP) — Tras casi dos años de enojo y rencor, Estados Unidos elegirá a su 45to presidente el martes, convirtiendo a Hillary Clinton en la primera comandante en jefe del país o encumbrando al multimillonario empresario Donald Trump, cuya volátil campaña ha puesto patas arriba la política estadounidense.
El vencedor heredará una nación ansiosa, enfadada y recelosa de los líderes en Washington. Ejercerá la presidencia con una economía que mejora pero que sigue dejando a muchos atrás y con un ejército con menos presencia internacional que hace ocho años, pero que enfrenta nuevas amenazas terroristas.
Clinton llega a la jornada electoral con múltiples caminos a la victoria, mientras que Trump debe ganar en la mayoría de los casi doce estados en disputa para lograr 270 votos de Colegio Electoral. También está en juego el control del Senado, donde los demócratas necesitan cuatro escaños si Clinton vence la carrera a la Casa Blanca.
Como millones de estadounidenses, Clinton y Trump tienen previsto votar el martes por la mañana. La candidata demócrata acudirá a un centro de votación cerca de su casa en Chappaqua, Nueva York, mientras que el republicano hará lo propio en Manhattan.
Los aspirantes visitaron los estados sin un favorito claro el lunes, acompañados por sus familias, aliados políticos y celebridades. Se espera que Clinton sea recibida por una multitud en la madrugada del martes cuando su avión aterrice en los suburbios de Nueva York.
En las últimas horas de la campaña, la demócrata vio impulsada por el anuncio realizado el fin de semana por el director del FBI, James Comey, de que no recomendará cargos criminales contra ella tras una nueva revisión de sus correos electrónicos. La investigación había minado el creciente auge de Clinton en un momento crucial de la carrera y amenazaba con afectar a los demócratas que optaban a puestos menores.
Clinton no mencionó la revisión del FBI el lunes y parecía tener ya un ojo puesto en los retos que le esperan tras los comicios. Lamentó la dura campaña que generó gran división, diciendo que llegó a «lamentar profundamente lo iracundo que se tornó el tono de la campaña».
El último gran acto de campaña de Clinton fue un multitudinario mitin en el Independence Mall de Filadelfia al que asistieron su esposo, el expresidente Bill Clinton, además de los actuales inquilinos de la Casa Blanca, Barack Obama y Michelle Obama.
«Sabemos suficiente acerca de mi rival, sabemos quién es», afirmó Clinton, dirigiéndose a una multitud de 33.000 personas, la mayor de su campaña. «La verdadera pregunta para nosotros es qué clase de país queremos ser».
Trump cerró su improbable candidatura a la presidencia con su ya tradicional estilo: recorrió el país en su avión privado para asistir a actos abarrotados de seguidores entusiastas. Mientras observaba a la multitud reunida en Scranton, Pennsylvania, declaró: «Ha sido un largo recorrido».
El empresario despidió su maratoniano último día de campaña con un mitin en Grand Rapids, Michigan, donde pidió a sus partidarios que acudan a votar.
«Si no ganamos, esta será la mayor pérdida de tiempo, energía y dinero de mi vida», dijo Trump. «Tenemos que ganar».
El último acto de Trump en un centro local de convenciones fue sorprendentemente formal, sin los gestos teatrales del acto anterior en un abarrotado estadio en New Hampshire.
Y se mantuvo agresivo hasta el final, criticando a Clinton como el «rostro del fracaso». Tras hacer de la nueva revisión del FBI una pieza central de sus últimos argumentos ante los electores, alegó que la demócrata está siendo protegida por un «sistema totalmente amañado».
«Ustedes tienen una oportunidad magnífica de vencer al sistema corrupto y procurar justicia», afirmó el magnate. «No dejen que esta oportunidad se les escape».
Antes de la jornada electoral, casi 45 millones de personas votaron de forma anticipada. Casi la mitad de ellos lo hicieron bajo la sombra del anuncio inicial de Comey de que habría una nueva revisión de los correos electrónicos.