noviembre 18, 2024
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noviembre 9, 2016 | 99 vistas

«Sólo se puede aprender aquello que se ama», así lo manifiesta Fernando Mora en su libro ‘Neuroeducación’. Planetacoaching.com desglosa el argumento del científico español.

El doctor, menciona que el cerebro de un estudiante cambia drásticamente con la pubertad y adolescencia, y existe poca comprensión del tema cuando la enseñanza es incomprensiva con la explosión hormonal que hace perder neuronas.

También trata la «luz» como un factor que impacta positiva o negativamente en el aprendizaje o captación de un libro que se lee. Por ejemplo, un niño que permanece en un salón de clases donde no hay luz suficiente o ésta es artificial, y que además cuenta con un maestro rígido y serio, alejará al infante de su capacidad primitiva que a modo de juego, aprende y memoriza con alegría.

Esta emoción es base de la atención y mantiene despierta la curiosidad por aprender más. Una vez se coarta, interfiere en los niveles de percepción de la información de la educación.

La neurociencia cognitiva indica que hay diferentes áreas del cerebro con sus respectivas funciones, donde sí es aprendido, todo lo que le dice algo al individuo, que le genera una conexión. Esa atención que hace «clic» en todo el ser. Misma que renace con todo lo novedoso en el entorno.

«Sólo se puede aprender aquello que se ama»

Una vez más aparece la alegría como el conducto de lo que se aprende y memoriza. Caso contrario, está el estrés, nerviosismo, coerción de un profesor a un alumno que «forzado» renuncia a su manera de absorber un conocimiento. El niño o el joven, memorizará la lección para el examen, para luego abandonarla porque no le generó felicidad o placer cerebral.

Es fácil recordar la época escolar que vivieron las generaciones pasadas a partir de los libros para lectura obligados y el ambiente de represión dentro de la escuela que llegó a ser una «tortura».

Para Fernando Mora, es momento para la oportunidad de sembrar en los nuevos alumnos una manera más emocional que logre con éxito enseñar y aprender, ambas cosas ligadas y nunca más separadas. Conocer cómo funciona el cerebro en los procesos de aprendizaje y que los maestros lo puedan aplicar en los salones de clase,y por qué no, que existan los «neuroeducadores».

Neuroeducación es otro regalo que las neurociencias dan al mundo. Una invitación a modificar la educación escolar desde temprana edad para llegar al cerebro de cada estudiante con emociones positivas, alegría y felicidad que burbujean en cada clase, cada examen y cada exposición. Para poder decirle a las nuevas generaciones que la «fuerza» nunca más será empleada por un docente.

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