PHOENIX, E. U., noviembre 11 (AP)
El presidente electo, Donald Trump, lanzó su campaña con pronunciamientos muy fuertes contra los inmigrantes que están en el país sin permiso de residencia y prometió eliminar programas del gobierno de Barack Obama que dejaron en suspenso la deportación de miles de ellos.
Ahora que Trump ganó las elecciones, en las comunidades de inmigrantes cunde el temor de que haya una ola de deportaciones. El desasosiego abarca tanto a los que no tienen papeles como a familiares suyos que sí tienen permisos de residencia y podrían ver sus familias separadas.
En zonas con muchos inmigrantes como Los Ángeles y Phoenix, los activistas que defienden sus derechos están organizando encuentros informales para asesorar a esta comunidad acerca de cómo protegerse de una deportación. Otros exhortan a los inmigrantes que han regularizado su situación a que saquen la ciudadanía, así pueden pedir a sus familiares.
“Cuanta más gente naturalicemos, mejor”, expresó Julio Pérez, director ejecutivo de la Orange County Labor Federation de California, que patrocina iniciativas para informar sobre el proceso de naturalización en respuesta a los resultados electorales.
Algunas historias de inmigrantes que temen las consecuencias que puede tener una presidencia de Trump:
TRABAJAN Y TEMEN SER DEPORTADOS
Karina Ruiz, de 32 años, es una de las 741 mil inmigrantes que se beneficiaron del programa DACA (Deferred Action on Childhood Arrivals), que dejó en suspenso la deportación de los jóvenes que fueron traídos ilegalmente al país cuando eran niños.
El programa les permite trabajar, tener seguro social y los ampara de la deportación.
Ruiz, quien tiene tres hijos, dice que gracias al programa puede trabajar y completó estudios de bioquímica en la Arizona State University en el 2015. Espera ser farmaceuta algún día.
Pero Trump prometió acabar con el DACA y Ruiz tema que la envíen de vuelta a México, separándola de sus hijos nacidos en Estados Unidos.
“No voy a dejar el DACA tan fácilmente, voy a dar pelea”, prometió.
PADRE TEMEROSO DE SER ENVIADO A MÉXICO
Michael Nazario, activista comunitario de 27 años, de Phoenix, se acogió también al DACA y se casó con una ciudadana estadounidense, lo que le permitiría regularizar su situación pronto.
Vino a Estados Unidos con sus padres cuando tenía tres años y se enteró de que estaba en el país ilegalmente cuando intentó ingresar a la infantería de marina y le pidieron su seguro social.
Los cuatro hermanos de Nazario nacieron en Estados Unidos y sus padres hubieran podido resolver su situación acogiéndose a un segundo programa lanzado por Obama, el DAPA. Esa iniciativa, no obstante, quedó en suspenso ante la oposición de los republicanos, que acudieron a los tribunales, y Trump tampoco la ve con buenos ojos.
Nazario dice que es necesaria una movilización de base para asegurarse de que el programa continúa y que sus padres pueden permanecer en Phoenix.
“Me molesta esta elección, pero me alienta a seguir trabajando porque está en juego no solo la suspensión de mi deportación sino también las de mi padre, mi madre y de once millones de inmigrantes de todo el país”, manifestó.
ASPIRANTE A ABOGADO TEME SER
DEPORTADO A COREA DEL SUR
Los padres de Matt Lee lo trajeron al sur de California desde Corea del Sur con una vista de turista cuando tenía 13 años. Ahora, a los 25 años, tiene un título en biología y desea estudiar derecho y ser abogado especializado en patentes.
Fue uno de los primeros que se acogió al DACA y trabaja legalmente, ayudando a otros sudcoreanos a llenar formularios de inmigración.
Pero sus sueños de ser abogado pueden verse frustrados por la promesa de Trump de eliminar el DACA.
Otros inmigrantes jóvenes como él le dicen que temen ser rastreados y deportados porque el Gobierno tiene sus nombres y direcciones ahora que se acogieron al DACA. Una mujer que tiene una hija estudiando en China le dijo que le había pedido a su hija que volviese antes de que asuma Trump.
“La gente no sabe si Trump hará realmente lo que dijo porque es una locura”, afirmó. “Era absurdo pensar que podía ser presidente, pero fue elegido y ahora nada es seguro”.
¿VOLVER A MÉXICO PARA SACAR LA RESIDENCIA?
Dora Rodríguez vive en Estados Unidos sin permiso de residencia desde hace 27 años, pero se las ingenió para criar dos hijos nacidos en este país y trabajar en un centro de transferencia de dinero en Santa Ana, California. Más del 75 por ciento de los residentes son hispanos y casi la mitad nacieron en el exterior.
Rodríguez, que anda por los 40 años, dice que su hija es ya adulta y podría pedirla para que sacase la residencia permanente. Pero como parte del proceso tendría que volver a México y esperar por años que se tramite su solicitud, dejando a su hijo adolescente solo en Estados Unidos.
Recuerda que en la década de 1990 hubo otra ola de condena de la inmigración ilegal, pero que no le pasó nada. Y duda que las cosas vayan a cambiar mucho bajo la presidencia de Trump.
“Cuando (el gobernador de California) Pete Wilson estuvo aquí, se decía lo mismo y no pasó nada”, sostuvo.
A EVITAR LA POLICÍA
Alicia Ramírez, de 67 años, vive desde hace tres décadas en Estados Unidos sin permiso de residencia y no cree que Trump la emprenda contra gente como ella. Pero asegura que, de todos modos, va a tomar todas las precauciones posibles para evitar ser pillada.
Ramírez, quien distribuye volantes de restaurantes en una calle llena de negocios de transferencia de dinero y vendedores de tamales, dice que será vital evitar encuentros con la policía.
Y eso le resulta más difícil a gente como ella, que trabaja en la calle, que a quienes trabajan en oficinas.
“Estamos asustados”, admitió. “Tenemos que tener cuidado porque al menor error, nos sacan de aquí”.