diciembre 14, 2024
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noviembre 14, 2016 | 155 vistas

GREEN ISLAND, Nueva York, EE.UU. (AP) — Los robustos taburetes y esponjosos cojines que salen de una fábrica en el estado de Nueva York están hechos con hongos.

Ecovative Design es una empresa que apuesta su crecimiento al micelio, las «raíces» similares a hilos de las setas. El micelio crece en torno a pequeños trozos de tallo para crear un material entrelazado que puede moldearse para fabricar embalajes suaves para cristal o aglomerarse en tablones empleados para los taburetes que ha empezado a vender la marca.

«Es como cultivar un árbol con la forma de tus muebles», explicó el cofundador de Ecovative Gavin McIntyre. «Pero en lugar de un árbol, utilizamos setas».

Los sencillos taburetes de material orgánico encajan con los ambiciosos esfuerzos de investigadores en todo el mundo para cultivar de forma comercial hongos, bacterias y proteínas con los que fabricar ropa o materiales de construcción. Los defensores de esta corriente ven a los microorganismos como las fábricas del futuro, desplazando una manufactura que requiere mucha energía con modelos más sostenibles.

Aunque el joven sector de fabricación a través del cultivo ofrece por ahora más promesas que productos tangibles, hay empresas trabajando para fabricar ladrillos sin hornos, cuero sin vacas y seda sin animales.

McIntyre golpeó con los nudillos uno de sus «micetablones», similar al tacto y a la vista a los tableros de partículas habituales en muebles de grandes cadenas. Se encontraba en la planta baja de las instalaciones de Ecovative, un centro similar a un hangar al norte de Albany donde se toman productos derivados de granjas, se pasan por vapor y se combinan con micelio en bolsas.

Apilados en grandes montones, los minúsculos hilos blancos de micelio se alimentan de los tallos y trozos de madera para aglutinarlo todo. Tras aproximadamente una semana, las grandes bolsas de plástico se ven como grandes piezas de paja escarchada.

«Literalmente, el hongo se está ensamblando solo», dijo McIntyre.

McIntyre y el cofundador de Ecovativ Eben Bayer han utilizado el potencial de las setas desde que eran estudiantes del Instituto Politécnico de Rensselaer que cultivaban hongos bajo sus camas para un proyecto de clase hace una década. Hoy tienen unos 90 empleados en un negocio que encontró un éxito inicial vendiendo una alternativa compostable a las espumas de plástico empleadas para empaquetar objetos como computadoras y botellas de cristal.

Pero Bayer y McIntyre siempre creyeron que el micelio tenía más facetas. Descubrieron una forma de crear tablones añadiendo calor y presión, y cómo hacer cojines flexibles. Ahora venden tablones a fabricantes de muebles y hace poco empezaron a ofrecer su propia línea de productos cultivados para casa, como el taburete Imperial de 199 dólares.

Ellos ven los tablones de hongos como una alternativa libre de formaldehído a los productos fabricados con compuestos de madera, y trabajan con empresas externas para aumentar la producción.

Mientras Ecovative fabrica tablones, bioMASON, en Research Triangle Park, North Carolina, cultiva ladrillos de arena, agua, bacterias y algunos nutrientes.

Los ladrillos se endurecen durante varios días con la formación de carbonato de calcio entre granos de arena, imitando el proceso que hace rígidos a los arrecifes de coral. Los ladrillos de la compañía se han utilizado para pavimentar un par de patios en San Francisco, y ahora trabajan con constructores que podrían fabricar sus ladrillos sobre el terreno.

«La manufactura tradicional de ladrillos requiere bastante energía, al igual que el cemento», señaló la fundadora de la compañía, Ginger Krieg Dosier.

Los ladrillos y tablones creados a partir de organismos vivos reciben a veces el nombre de productos «biofabricados». El jueves se celebra en Nueva York la conferencia anual «Biofabricate», con la participación de oradores que trabajan en proyectos desde el cultivo de tejido humano para fabricar orejas a la creación de cuero.

Un participante de la conferencia, Spiber, con sede en Tsuruoka, Japón, participó el año pasado en la presentación de un prototipo de North Face llamado «Moon Parka», fabricado con fibras de seda de araña sintéticas. Los planes de comercialización de la parka en Japón se han aplazado para mejorar la producción.

Aunque muchas industrias ven un creciente potencial en cultivar sus materiales, sigue habiendo preguntas sobre si serán mejor que las técnicas actuales de manufactura, señaló Andrew Pelling, de la Universidad de Ottawa.

Pelling, que dirige un laboratorio de manipulación biofísica, ha trabajado en el cultivo de células de orejas humanas utilizando la celulosa de las manzanas a modo de andamio. Ve muchas promesas e interés en diversas industrias, pero también cree que queda mucho camino por delante hasta tener productos cultivados más sofisticados.

«Ahora estamos en una edad de piedra biológica», señaló. «Creo que no debemos subestimar la complejidad que hay en la biología, y creo que aún quedan muchos misterios que descifrar antes de que tengamos pleno control para encargar cualquier cosa que queramos cultivar o fabricar o reparar», dijo Pelling. «Y para mí, esa es la parte emocionante».

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