CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 13 (Agencias)
El senador priista Esteban Albarrán Mendoza hace tres semanas estaba sentado sobre un polvorín: El sillón del alcalde de Iguala, la ciudad en la que desaparecieron los 43 normalistas de Ayotzinapa; hecho de violencia que, se queja, ha estigmatizado a esa ciudad de Guerrero.
Hacía meses que Albarrán Mendoza se había curado de espanto. Delincuentes le hacían llamadas de extorsión, advertencias intimidatorias a las que no dio importancia y se ocupó en lo suyo: Recuperar la confianza de la gente que, además de sentirse insegura, sabe que hoy Iguala está estigmatizada.
Este político de 48 años ya ha sido diputado local (2005-2008) y diputado federal (2009-2012), fue regidor en dos ocasiones de Iguala, y el año pasado ganó la elección de presidente municipal, con el estatus, incluso, de suplente del senador René Juárez Cisneros. La fortuna de la política dio una vuelta, el ex gobernador y senador Juárez Cisneros pidió licencia para integrarse al equipo del secretario Miguel Ángel Osorio Chong como subsecretario.
Entonces, la Cámara alta llamó al edil Albarrán para que se hiciera cargo de llevar los asuntos del municipio.
En entrevista, habla de la responsabilidad en la Presidencia Municipal de Iguala como una tarea en curso, ocupado y preocupado por aportar y corregir el abandono de la gestión municipal, por rescatar lo que esa ciudad fue hace décadas, un próspero centro de comercio de oro, el segundo de la República, un pasado del que ya no queda el brillo.
Defiende la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos: “Es ícono de la educación de Guerrero”, dice. Y si muchos quieren cerrarla, este priista, que se inició en la estructura de su partido como dirigente juvenil, dice que esa institución cumple su función de tener a los estudiantes con altos índices de pobreza.