LA HABANA (AP) — Pasado el mediodía del miércoles, las cenizas de Fidel Castro llegaron a la provincia de Matanzas para seguir su camino hacia Santa Clara, donde están los restos de Ernesto «Che» Guevara.
La caravana que cuida una pequeña urna de cedro cubierta con la bandera cubana partió horas antes desde La Habana hacia el este de Cuba. Tras dos días de homenajes multitudinarios, miles de personas dieron su último adiós con banderas y rosas blancas.
El recorrido de unos mil kilómetros que trazará el cortejo fúnebre será el inverso al de la marcha victoriosa del movimiento guerrillero que lideró Castro desde las montañas de Sierra Maestra hace cinco décadas.
«La gente ha sufrido la pérdida, pero todo el mundo está normal», afirmó el trabajador de planificación urbana Alberto Rodríguez, desde una silla cerca del Parque Vidal de Santa Clara. «Poco a poco la gente se va acostumbrando a que ya no existe, pero se mantienen las mismas ideas», agregó.
El taxista Reinier Pichardo, de 30 años, indicó que a pesar de no formar parte de la generación de Castro, sintió un «golpe muy duro» por su fallecimiento.
En los próximos dos días la caravana cruzará las localidades orientales de Cienfuegos, Sancti Spiritus, Camagüey y Holguín hasta llegar a Santiago de Cuba, cuna de la revolución, donde Castro será inhumado el domingo.
El líder revolucionario falleció el viernes a los 90 años, sumiendo a la isla en un profundo duelo.
La caravana, conformada por siete vehículos, emprendió el recorrido por calles y avenidas de La Habana tomadas por miles de cubanos que con banderas, pañuelos y flores dieron el último adiós a su líder al grito de «Viva Fidel».
Miles de personas siguieron desde las calles y los balcones de los viejos edificios de La Habana el recorrido del cortejo, mientras otros utilizaron sus teléfonos móviles para registrar con fotografías y videos el momento histórico.
Una decena turistas apostados en la proa de uno de los cruceros anclados en el puerto habanero contempló el paso del cortejo mientras un helicóptero militar vigilaba el aire el recorrido.
Tras el paso de la caravana y desbordados de emoción, muchos gritaron la emblemática consigna «¡Hasta la victoria siempre!».
«Nosotros somos los que más lo sentimos. Tenemos muchos años luchando junto a Fidel», dijo a The Associated Press César Hernández, un jubilado de 76 años, al reconocer que la generación que vivió las cinco décadas de revolución es la más afectada por el deceso del líder. Sin embargo, se mostró confiado en que los jóvenes le darán continuidad al proceso.
«Estamos dispuestos a seguir con esta revolución», enfatizó Maday Gaeza, una informática de 27 años. «Nadie nos va a cambiar nuestras ideas, absolutamente nadie», agregó.
Desde el malecón el carpintero René Mena, de 58 años, recordó que su madre lo había llevado de su casa al paseo, cuando era muy pequeño, para ver llegar a Castro a La Habana. El miércoles se cubrió con una bandera cubana y un gorro militar en la puerta de la misma vivienda, donde todavía reside, para saludar a la caravana. «Lo vi cuando entró y lo vi cuando salió. Es conmovedora una despedida. Las despedidas no son fáciles», dijo a AP.
Antes del amanecer miles de personas comenzaron a aglomerarse en las calles y avenidas para despedir los restos de Castro.
«Hay que levantarse del piso. Hay que crecer para seguir adelante. El murió, pero sus ideas no han muerto», indicó Lidia Hernández, una jubilada de 77 años, mientras esperaba la caravana sentada sobre un pequeño muro.
«Esta es la despedida del hombre más grande que ha dado el mundo», dijo con los ojos llenos de lágrimas Dieta Santos, una jubilada 73 años, mientras sostenía con su mano derecha dos pequeñas banderas cubanas a la espera del paso del cortejo por la avenida del puerto.