México, 7 Dic (Notimex).- Es más fácil que un niño sea superdotado intelectual a que tenga Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), aseguró Andrew Almazán Anaya, director de Investigación y Psicología del Centro de Atención al Talento (Cedat).
Hace algunos años, cuando era adolescente, el doctor Almazán Anaya se hizo famoso por ser el psicólogo más joven titulado de México; hoy, a sus 22 años, también es el doctorante más joven del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITSM) y quizás del país.
Almazán Anaya se graduó anoche en el campus Santa Fe del Tec de Monterrey, y en ese marco concedió una entrevista a medios de comunicación.
Se cree que más de un millón de niños mexicanos tienen un coeficiente intelectual (IQ) de 130 puntos o más, pero menos de 10 por ciento son detectados, dijo y añadió que en los últimos seis años el Cedat, la institución más grande de América Latina que trabaja con sobredotados, ha detectado a seis mil.
Uno de los principales problemas, resaltó, es que no se les estimula desde la infancia y suele diagnosticárseles erróneamente TDAH y autismo, pues recordó que los niños sobredotados suelen aburrirse en clase, tener problemas con la autoridad, sufrir rechazo y exclusión tanto de compañeros como de maestros e incluso de familiares.
Por el rechazo en la escuela se aíslan y pueden presentar síntomas que parecen autismo, pero no lo son. Se cree que 20 por ciento de los superdotados han sido diagnosticados con autismo erróneamente.
Pero es más común aún que el niño superdotado sea diagnosticado con TDAH por ser hiperactivo y distraerse en clase.
En ese sentido, señaló que 91 por ciento de los niños que participaron en su investigación doctoral habían sido diagnosticados con déficit de atención.
El especialista recomendó que cuando alguien tiene síntomas parecidos autismo o al TDAH pero está aprendiendo muy rápido en la escuela lo mejor es hacer pruebas de inteligencia, para determinar el problema.
“Es más común que el niño sea superdotado a que tenga déficit de atención, porque el TDH real es muy raro porque implica daños neurológicos. Muchas veces con ver que el niño es hiperactivo y se distrae en clase los catalogan”, expresó.
Afirmó que de cada tres niños que conoce diagnosticados con TDAH, al menos dos son en realidad sobredotados.
También explicó que hay más hombres que mujeres detectados con sobredotación intelectual, lo cual se debe a dos factores, uno genético y otro cultural.
Para que un hombre sea superdotado, dijo, basta que padre o madre lo sea, pero para que una mujer nazca con sobredotación intelectual ambos padres necesitan serlo.
Pero también es más fácil que las mujeres superdotadas alcancen IQ muy altos de 180 o 190, el promedio para considerarse superdotado es 130 -el promedio para considerarse súper dotado es 130, Alamazán Anaya tiene alrededor de 160-
En el hombre es menos común que se alcancen puntajes tan extremos y es más fácil encontrar una familia donde sólo uno de los padres sea superdotado, eso inclina la balanza hacia los hombres, agregó.
El segundo factor de que haya más hombres que mujeres sobredotadas, es que las niñas tienen más inteligencia emocional, se adaptan más rápido que los niños al ambiente, no chocan con el sistema.
Por eso “cuando (las mujeres) tienen dos o tres años es más fácil detectarlas, pero al cumplir alrededor de seis ya saben lo que la gente espera de ellas y complacen a los maestros, esconden sus capacidades mejor que los niños y no dan problemas como los hombres, que son a los que mandan al psicólogo”.
Por ello Almazán Anaya resaltó la importancia de que sean canalizados en edades tempranas y que el modelo educativo incluya educación diferenciada para los niños con coeficientes intelectuales más altos que lo común.
Su tesis para obtener el título de doctor en Innovación Educativa analizó los beneficios y avances que 200 niños sobredotados tuvieron al pasar de clases convencionales a clases especiales con niños y niñas de coeficientes intelectuales muy altos.
Así como existen centros de alto rendimiento deportivo, dijo, debe haber centros de alto rendimiento intelectual, si alguien tiene 30 o 40 por ciento más inteligencia que el promedio no es justo para ninguna de las dos partes tratar que vayan a la misma velocidad.
“Al niño que le funciona el sistema educativo está bien que se quede ahí, pero el que va 40 por ciento más rápido además de sufrir rechazo, aislamiento, se empieza a aburrir. El cerebro se atrofia con el tiempo si no es atendido, se deprime, se aísla se va diezmando al grado que se llega a perder inteligencia”.
Un sobredotado lo deja de ser en la adultez, eso es lo que hay que evitar. Tenemos detectarlos desde pequeños para que así se mantengan, dijo.