CIUDAD DEL VATICANO, enero 11 (Notimex)
El Papa calificó este miércoles como “una estupidez” confiar en la seguridad que ofrecen los videntes y adivinos, puso en guardia ante el “comprar falsas esperanzas” y cargó contra los “ídolos” modernos: el dinero, la belleza y el éxito.
Durante su audiencia pública general, ante más de seis mil personas congregadas en el Aula Pablo VI del Vaticano, también deploró la actitud de una mujer hermosa que conoció en Argentina y la cual decidió abortar “para mantener la figura”.
En su mensaje usó dos anécdotas. Dijo que en Buenos Aires una vez pasó por un parque lleno de pequeñas mesitas donde estaban sentados los videntes. “Estaba lleno de gente y hasta hacían cola”, añadió.
“Tu le dabas la mano y él comenzaba pero el discurso era siempre el mismo: ‘hay una mujer en tu vida’, ‘una sombra que viene’, ‘te irá bien’ y después pagabas. Eso te da seguridad, la seguridad de una estupidez”, estableció.
“Este es un ídolo, fui al vidente, me tiraron las cartas y me fue mejor. Yo se que ninguno de ustedes hace eso. Te dan una falsa esperanza, este es el ídolo al cual nos aferramos todos. Compramos falsas esperanzas y la esperanza gratuita que vino a traer Jesús, a esa no le hacemos tanto caso”, añadió.
Sostuvo que esas falsas esperanzas, en las cuales el hombre continuamente está tentado a colocar su confianza, son “inútiles” e “insensatas”.
Precisó que esto pasa porque cuando se deben enfrentar las dificultades de la vida, los seres humanos experimentan la fragilidad de su fe y sienten la necesidad de certezas diversas, de seguridades tangibles y concretas.
Según el líder católico, es entonces que surge la tentación de buscar “consuelos efímeros” que parecen llenar el vacío de la soledad y aliviar el cansancio del creer; por eso se busca seguridad en el dinero, en “las alianzas con los poderosos”, en la mundanidad o en las falsas ideologías.
“A veces les buscamos un dios que pueda plegarse a nuestras exigencias y mágicamente intervenir para cambiar la realidad y hacerla como nosotros la queremos, un ídolo que como tal no puede hacer nada, impotente y mentiroso”, constató.
Para el Papa, tanto las riquezas como el poder y el éxito, la vanidad “su ilusión de eternidad y omnipotencia” así como la belleza física y la salud se han convertido en “ídolos a los cuales sacrificar todo” pero son realidades que “confunden la mente y el corazón, y en lugar de favorecer la vida conducen a la muerte”.