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enero 19, 2017 | 94 vistas

WASHINGTON, E. U., enero 18 (AP)

La tradición indica que es el momento de que Donald Trump deje a un lado sus declaraciones poco medidas y dé un paso adelante en su toma de posesión como presidente de Estados Unidos.

Pero saltarse la tradición, o ignorarla por completo, es lo que llevó al republicano a este momento.

Cuando Trump se ponga en pie el viernes ante la fachada oeste del Capitolio para su discurso de investidura, todos estarán esperando para ver si ofrece un mensaje de unidad a una nación dividida o decide interpretar su papel de agitador del orden establecido.

El enfoque que adopte Trump en ese acto de equilibro, tanto en estilo como en contenido, será un punto de partida revelador en su presidencia.

“El de investidura es un discurso pensado para la historia”, dijo Kathleen Hall Jamieson, profesora de comunicación y directora del Annenberg Public Policy Center en la Universidad de Pennsylvania. “En concreto, es importante cuando se ha superado una elección divisiva. Necesita convertirse en el presidente de todo el pueblo, incluyendo los que se opusieron vehementemente a su elección”.

 

Y TRUMP PARECE ENTENDERLO

En las últimas semanas, el empresario habló con admiración sobre los discursos de ex presidentes como Ronald Reagan y John F. Kennedy, y dijo que está muy involucrado en la preparación del suyo. Se espera que ofrezca un mensaje personal, al tiempo que repasa algunos de los grandes temas de su campaña como el profundo amor por su país.

Trump dijo a la televisora Fox el martes que comenzará su discurso con palabras de agradecimiento “a todo el mundo”, incluyendo al presidente saliente, Barack Obama, y a su esposa, Michelle, por ser “tan amables”.

El empresario demostró que puede ofrecer un mensaje directo y preparado durante la convención del Partido Republicano, donde respetó en gran medida el guión e ignoró cánticos de “enciérrala” contra Hillary Clinton, entonces su rival en la carrera por la Casa Blanca, de la grada repleta de leales seguidores.

Pero ese discurso tuvo un tono sorprendente sombrío, dibujando un retrato de un país en crisis, y más tarde abrazó el cántico en otros actos de campaña.

El discurso inaugural, por el contrario, tiene que ser “un discurso intrínsecamente ambicioso”, apuntó Michael Gerson, que escribió discursos para el presidente George W. Bush y es crítico habitual de Trump. “Tiene que ser sobre el futuro y sobre su visión”.

Veteranos escritores de discursos tienen más consejos para Trump y su jefe de redacción, Stephen Miller: Que sea corto. No exagere la seriedad. Que no se regodee, su gira de la victoria terminó. No se desvíe del guión.

Y no estropee un exitoso discurso inaugural con un tuit inapropiado — o dos o tres — unas horas más tarde.

Aunque el republicano empleó su intervención durante la noche electoral para transmitir un mensaje de unidad, sus mensajes en la red social desde entonces incluyeron apodos, reproches y petulancia.

Wayne Fields, experto de la Washington University en retórica presidencial, apuntó que Trump está en una situación incómoda ya que llega a su primer discurso como presidente con la apariencia de considerar el lenguaje preciso con desprecio “en lugar de con respeto”.

Después de todo, como candidato se deleitó con críticas gratuitas, calificando a sus oponentes de “estúpido”, “tonto” o “malo”.

Incluso aunque ofrezca un discurso de estadista que cumpla todos los estándares, Fields señaló que “nadie sabría cómo recibirlo, de dónde procede o qué tan serio es. Es un gran desafío”.

Cualquier pista sobre el tono que tendrá su presidencia — en caso de que quiera ofrecerla— requeriría un cambio consistente y más a largo plazo, agregó.

Trump llega a la sesión de investidura con el beneficio de las bajas expectativas: su particular y a menudo incendiario estilo ha sido una gran parte de su atractivo. La cuidada retórica de Obama, por ejemplo, no resultaría creíble.

“Dado el alto nivel de atención y las bajas expectativas, es más que probable que supere las expectativas”, señaló Jamieson.

 

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