diciembre 14, 2024
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enero 23, 2017 | 671 vistas

Shalma Castillo.-

A los niños primero se les ama y después se les educa…

De ojos grandes y color verde aceituna, cabello corto y teñido de rojizo, sus uñas pintadas de barniz color cereza, con una sonrisa que contagia de alegría, que al recibirnos al camarógrafo y a la reportera de El Diario expresa; “Soy yo la maestra, ya tengo arrugas, no me imaginaban joven, ¿verdad?”

Ella es Ana Laura Assad Assad, que a sus 33 años de servicio como “teacher” (maestra de inglés) en el Colegio José Escandón La Salle Primaria, ha servido y educado generación tras generación.

Después de recibirse de secretaria bilingüe, estudió durante dos años el idioma de inglés, y posteriormente la invitaron a ser la teacher de este colegio.

Cuenta que en 1984 inició su carrera de maestra, de la cual no se imaginó que llegaría a enamorarse y a desempeñar con tanto entusiasmo.

“Cuando llegué al colegio inicié el programa de inglés, primero empecé con listitas de palabras ‘door’ (puerta), ‘window’ (ventana), yo las hacía a máquina y les daba copias porque no había libro en aquel entonces”, enfatiza.

Con el paso de los años mejoró el trabajo y logró hacer el libro para esta materia, y a la fecha el instituto cuenta con un programa “tan bonito” a la altura de cualquier colegio bilingüe.

Las clases de inglés y ciencias son impartidas en dos sesiones por día, en donde también toman clase de computación en inglés y los alumnos salen muy preparados, menciona.

Dice que a lo largo de estos 33 años han pasado alrededor de 12 mil alumnos por su aprendizaje.

“Como he tenido tantos grados que antes las frecuencias eran de ocho grupo por día, en mis manos han pasado unos 12 mil alumnos de Victoria”, expresa.

Presume que su vocación de maestra es muy grande, y justamente ahí con los alumnos, frente a un grupo, fue donde aprendió a ser una maestra de verdad.

“No es nada fácil, pero a los niños se les ama primero y luego se les educa, eso es lo que yo hago, me conquisto a los niños, y después aprenden, eso es vocacional”…

Cuenta que en este ciclo escolar está trabajando en tercer grado de primaria, pero la mueven donde según la necesiten.

Gracias a Dios me tienen mucha confianza, en estos 33 años de docencia los hermanos del colegio siempre han puesto en mi un gran amor y confidencia, ellos me ponen en los grupos donde yo puedo ayudar a las titulares, también para apoyar en la disciplina, comenta.

Ana Laura se considera siempre estar abierta para entregar su persona al cien por ciento a su familia… el colegio…

“El colegio para mí no nada más me ha dado la remuneración económica, que eso es mínimo en mi vida gracias a Dios, para mí la remuneración espiritual de vivir ahí mi día a día, con las maestras y especialmente con mis alumnos y alumnas que me dan toda la energía que pueda recibir, en el momento se te olvida todo lo que puedas llevar de afuera”, expresa.

Dice que después de concluir una jornada laboral, siente que sale recargada de energía, “es una cosa maravillosa el trabajar con niños y jóvenes, es lo más reconfortante y más cuando te puedes meter en su vida espiritual y darle los valores que tanto nos hacen falta en esta época”.

Cuenta que hace un par de años se encontró a unos doctores en el cine, quienes fueron sus alumnos y le dicen; “teacher, por qué no se lanza para presidenta municipal, somos muchas generaciones que la apoyaríamos y votaríamos por usted”…

…Me dio mucha risa… y les dije que no, sí me encantaría, pero yo no dejo mi colegio, porque si pierdo ya no vuelvo al colegio y si gano, son tres años… ¿y mi ida dónde queda?, ahí valoré más mi vida emocional y en general, que un puesto político.

Platica que le gustaría mucho el haber ayudado más a su ciudad; “me gusta dar, yo les he dicho pónganme donde hay para darles a todos los que necesitan, que más quiera yo tener para dar”.

Entre miles y miles de ex alumnos, presume que ha tenido muchos que hoy son personas destacadas y profesionales de los cuales se siente muy orgullosa.

“No me ha tocado alumnos ex gobernadores, muchos me preguntan, pero a quien ahora puedo mencionar es a Mauricio Guerra Martínez, el jefe de la Oficina Fiscal y a Magid Vélez Assad, ex director de Obras y Servicios Públicos de la Capital”, comparte.

Sin embargo, cuenta que también lo más bonito para ella es que casi todos los alumnos que tiene ahora son sus “nietos”, porque son hijos de ex alumnos.

“Ahorita estoy trabajando con las mismas almas del fruto de los muchachos; es una cosa hermosa, porque los papás me conocen, saben mi forma de ser, de enseñar, y si les llamas la atención no se vienen en contra tuya, al contrario vienen y me dice ‘teacher, jálele la oreja’”, enfatiza.

La mayor satisfacción para ella es verlos recibidos y formados, dice que en ocasiones que le ha tocado ir al súper se encuentra con sus ex alumnos, que a lo lejos le gritan: “¡teacher!”, se acercan a ella y lo primero que les dice es “me acuerdo de tus apellidos porque tengo buena memoria, pero déjame verte a la cara y te digo quién eres”.

“Me dicen que ya se casaron, tienen hijos, son unos profesionistas y eso es chulísimo, es la profesión más hermosa que existe en un ser humano”…

Platica que en una ocasión un doctor le dijo que el ser médico también era la profesión más bonita, “pero lo contradije y le dije que no, porque a ti se te va el paciente, y nosotros trabajamos diez meses siete horas diarias con ellos, te llegan a querer y los llegas a querer, ya qué les falta saber de mí y yo de ellos, nos conocemos mucho”.

Es por eso que la maestra Ana Laura dice estar entregada al cien con sus alumnos, además de ya no tener hijos solteros, su vida ahorita es el colegio, y es lo máximo ser maestra.

“A mis 63 años tengo tres hijos ya casados y mis nueras son adorables, tengo cinco bellos nietos: Davisin, Frida, Miranda, Camila y Magid”, comenta.

La querida teacher Ana Laura se considera una persona alegre y que le gusta la payasada, “mi vida es perfecta, gracias a Dios tengo todo y no me hace falta nada y no me cambio por nadie”, expresa.

Dice que se siente muy amada por los niños y aceptada por los papás, por eso le pone todo su amor y empeño a los alumnos y a su querido colegio.

Espera que las nuevas generaciones de maestros entreguen de esa manera su vocación y dejen el espíritu en el aula de clases.

Para que cada día los niños sean educados con amor y sean las próximas generaciones de bien, formados con valores y que tengan un futuro brillante para compartir.

“Nuestros niños de ahora necesitan que les enseñemos de valores, que sean educados y tratados con amor, aunque claro que debemos ser estrictos, pero siempre debemos sacar nuestro lado humano”, enfatiza.

El ser maestro es la profesión más noble, ya que estás tratando con humanos, que los estás enseñando a ser la persona que será el día de mañana, están aprendiendo lo bueno y lo malo, es por eso que se deben corregir desde niños.

Al finalizar la entrevista, nos ofrece paletitas para endulzarnos la vida, sí así como le da a sus alumnos que se portan bien…

Nos muestra y presume sus reconocimientos, que los tiene colgados en una de las paredes de su casa, así como cuadros de fotografías; “me gusta mucho tener las fotos puestas para poder apreciarlas, tomo muchas y al final elijo la mejor”.

Nos presentó a su familia por medio de todas las fotografías que se pueden apreciar en los cuadros, también nos mostró fotos de cuando era joven físicamente, porque la maestra Ana Laura tiene un espíritu fresco y contagiador.

Finalmente nos enseñó su espacio en donde da clases particulares de inglés por las tardes, tiene banquitos, libros, hojas de ejercicio y la bolsa de paletas lista para sus alumnos.

Agradecida por ser tomada en cuenta para que nos platicara sobre su experiencia y trayectoria, concluye diciendo: “gracias y no saben, pero me levantaron mi autoestima hasta por arriba”…

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